Diccionario de los simbolos del Tarot N - R
El Tarot, instrumento de conocimiento ha sido diseñado especialmente por los alquimistas, filósofos y magos de la Tradición Hermética (rayo de la Tradición Unánime, condensado por los filósofos alejandrinos y expresado en el Corpus Hermeticum, atribuido a Hermes Trismegisto), no sólo para despertar imágenes y visiones, sino para explicar también la cosmología; igualmente es un conocido y eficaz vehículo predictivo, como se ha dicho, y sobre todo un iniciador en secretos y misterios, los que, sabemos, se encuentran también en nosotros mismos y en nuestro entorno.
Aprender a jugar con el Tarot es ir promoviendo situaciones y descifrando enigmas, enriqueciendo nuestra vida y universalizándonos. Con su uso aparentemente inocente, pues por su sencillez no necesita de una gran capacidad intelectual para ser manejado, afina la percepción y sensibiliza la psique, permitiéndonos ver más allá de lo simplemente fenoménico..
N
Nube. Muchas culturas han visto descender de las nubes profetas o profecías asociadas a su propio destino; las nubes, como fenómenos atmosféricos, están relacionadas al plano intermedio y por lo tanto al alma del hombre en sus aspectos psíquicos superiores e inferiores. Estos fenómenos atmosféricos son asimilados por el hombre a los mundos, países o construcciones análogos a la ciudad celeste, o realidad eterna, que las deidades proyectan a su antojo. Ligadas con el plano de lo imaginal y la fantasía, las nubes describen estados cambiantes del alma universal, reflejados en la psique individual.
O
Ombligo, omphalos. El omphalos ha sido tomado siempre como el centro del mundo y análogamente como la fuente vital del microcosmos. Los distintos centros del mundo, conocidos por diferentes hombres y pueblos del universo, constituyen el Centro arquetípico del Mundo, o el principio y el fin de toda posibilidad. Ese punto geográfico central, horizontal, es también un eje vertical que es recorrido constantemente por efluvios uránicos y ctónicos, celestiales e inframundanos.
Oros. El oro significa la perfección material y por lo tanto se relaciona con el plano de la concreción de la materia en la rueda constante de los elementos. Es también considerado extremadamente valioso por sus propias características de brillo y siempre ha sido interpretado como una imagen del sol (ver sol) en la tierra. Asimismo es un elemento de cambio y como tal ha sido usado como patrón moneda en prácticas de interrelación o comerciales.
p
Paje, valet, sota. Personaje juvenil que atiende a reyes, reinas y caballeros y cuyo ingreso a una orden militar corresponde al del aprendiz alquímico. Su función múltiple, gentil y dúctil, permite la interrelación tanto entre seres sujetos a un mismo plano horizontal de la realidad, como la del comercio con energías verticales casi siempre enigmáticas para nuestro púber personaje. El paje nos enseña de servicio, humildad y obediencia, y no necesariamente es bueno, sino las más de las veces ignorante, lo cual suple con sus efervescencias y chanzas juveniles.
Peregrinaje. Peregrinar es buscar nuestro propio fantasma, nuestra sombra, o sea, al otro, oculto en los repliegues más profundos de nuestro ser. Peregrinar es volver al sí mismo, entender que toda la historia es siempre anecdótica, que el mundo es un conjunto especular de fenómenos, seres y cosas, que se refieren a uno mismo. La peregrinación es una imagen en pequeño del viaje que todos realizamos en la vida; peregrinar es ser en la medida en que fuimos de acuerdo al camino que vamos trazando respecto a un centro fijo. Ir y volver son dos aspectos de una misma y única mecánica.
Perro, lobo. Es discutible si en la lámina XVIII, La Luna, aparecen una pareja de lobos o de perros, o si uno de ellos es tal y el otro cual. Lo cierto es que ambos animales aúllan en dirección al astro nocturno, llamando sus efluvios que se derraman en forma de gotas. El perro es ejemplo de domesticación y fidelidad, mientras que el lobo permanece salvaje y muchas veces solitario.
Piedra. La piedra es un símbolo fundamental de la tradición unánime. Desde las piedras brutas, que son abundantes y comunes, pasando por las semipreciosas y preciosas que adornan los collares y las coronas, hasta el diamante, símbolo de lo indestructible, las piedras han poseído siempre un profundo significado. Ni qué decir en el simbolismo constructivo, visible sólo en las láminas XVI, XVIII y XVIIII y en el As de Copas, que parece figurar un castillo, un sagrario o un corazón. Se dice que los efluvios celestes que caen a la tierra en el arcano XVI son piedras caídas del cielo, como las que sirvieron de altar o ara en varias tradiciones. Mencionaremos finalmente la idea de la piedra filosofal, y aquélla que dice que los hombres somos piedras vivas siempre presentes en el arte alquímico.
R
Rayo. El rayo es el mensajero celeste que conecta cielo y tierra y anuncia la fertilidad promovida por las lluvias. Uno de los ejemplos más destacados de la ambivalencia de los símbolos es el del rayo, puesto que por un lado destruye como su asociado el huracán regenerando siempre la virginidad de lo pasivo. Lo mismo se dice de los volcanes. Recordemos que el rayo es el arma de Zeus-Júpiter, conocido benefactor y padre de dioses y diosas. Lámina XVI.
Rey, emperador. Símbolo por excelencia del poder temporal relacionado con lo material en contraposición al poder espiritual del sacerdote, es también manifestación de lo real y verdadero, de los aspectos nobles del ser que a su vez se contraponen a lo ordinario. El hombre viejo está impregnado de la vulgaridad del medio. El nuevo hombre, nacido de arriba, es real. En el reino de los cielos todos son reyes y sacerdotes de condición intemporal. Emperadores y reyes han ejercido en muchas ocasiones ambos poderes, lo que en la simbólica cristiana se ejemplifica con el Maestro Jesús y el Cristo Rey.
Rueda. La rueda es uno de los símbolos primordiales de todas las tradiciones. Imagen del movimiento y la inmovilidad, su aplicación no es solamente temporal sino que circunscribe espacialmente la idea de cosmos. El misterio de la rueda incluye un punto inmóvil y una multiplicidad de puntos sucesivos, sin solución de continuidad, imagen del movimiento. La rueda es un círculo y en la tridimensionalidad una esfera, o sea, una forma perfecta y arquetípica a la cual responden todas las formas manifestadas. Como imagen de lo móvil, es decir, de un tiempo recorrido en un espacio, se refiere al drama existencial de nuestro pasaje por la tierra. Puede tomarse también como sinónimo de cambio. Es notoria en El Carro, lámina VII, y en la X, La Rueda de La Fortuna. Como casi todas las monedas, los oros de la baraja son ruedas.
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