La Meditación
Es un método que permite lograr varios objetivos, principalmente llegar a conocer la naturaleza esencial de todas las cosas.
Habitualmente se la confunde con la relajación, con la visualización o con el análisis intectual o racional de un determinado tema. Sin embargo, no habría que identificar a la verdadera meditación con una técnica o método, sino más bien con un estado de conciencia determinado producto de la acertada práctica.
Los estados de conciencia logrados mientras se medita serán consecuencia de cómo uno realiza esa práctica, la que a su vez será función de los estados habituales de conciencia en los que vivimos.
Con la práctica regular paulatinamente se puede ir cambiando el nivel de conciencia habitual en los que nos movemos, y elevarla a nivel superiores a los conocidos.
Podemos decir que hay verdadera meditación en un tema cuando se ha trascendido la etapa de relajación física, emocional y mental, la etapa de visualización y el canto de mantrams (si los hubiere), y el uso del intelecto discursivo. Cuando las demás partes de un tipo de técnica meditativa han logrado el propósito de enfocar a la mente en el tema deseado de una manera bastante estable, y ya no hay necesidad imperiosa de continuar con los métodos preliminares, podemos sugerir que hemos iniciado el proceso meditativo. Posteriormente este estado se puede profundizar.
Para lo cual es necesario que se detengan todos los procesos anteriores de indagación y se agote la capacidad intelectual de abordar el tema. A veces se menciona se debe dejarse a la mente, o mejor dicho dejar que la mente vea su imposibilidad de captar todo el potencial de la idea y se detenga en sus movimientos o modificaciones, quedando enfocada y receptiva a lo que pueda venir como inspiración o intuición. Es en esta etapa, en la que la mente contempla su más elevada comprensión lograda y está totalmente pasiva o receptiva (y a la vez plenamente activa en sentido de una gran lucidez o conciencia) a la espera de lo que pueda venir.
La actitud correcta es una actitud de completo amor hacia lo que se busca, como la de un ferveroso amante altruista que entrega todo su ser, todos sus contenido o modificaciones mentales, al objeto de su anhelo, en el deseo de fundirse con el para conocerlo realmente en su esencia.
En este momento no solo se comprende la esencia del objeto, sino también la esencia de uno, pues para poder lograrse esa fusión o unidad deben desaparecer la triplicidad costumbrista de la mente de considerarse como separada de los objetos de percepción con la idea que crea de sí misma de ser una entidad diferente de las demás. Ello hace posible la existencia de un conocedor, el conocimiento y lo conocido. Al producirse una unión perfecta la triada anterior se convierte en una unidad y se comprende la inexistencia de las proyecciones que uno hace de sí y que uno es todas las cosas y todas las cosas son una misma conciencia.
En ese momento simplemente se es sin atributos, sin tiempo ni espacio, se vive en un eterno presente, no en un suceder que es producto de las modificaciones mentales entre una percepción y otra. Y allí también se comprende la idea del tiempo y la libertad, lo que uno es realmente: pura luz o lucidez, todo conciencia, todos los receptáculos materiales de la conciencia y al mismo tiempo ninguno de ellos, aunque de ella misma emanen. Y también se vivencia la naturaleza del amor y la beutitud gracias a la total entrega hacia todo lo existente y potencialmente existente.
Posteriormente se puede vivir en ese estado de conciencia no sólo en los momentos dedicados a la meditación sino en los habituales, pues al ponerse en contacto con esa experiencia se produce una transformación en uno. La identificación con niveles de experiencia superiores posibilita la disolución de estructuras mentales que restrigían el fluir de la conciencia a límites determinados, así se va transformando toda la naturaleza: por el proceso de identificación de la conciencia con los distintos planos de experimentación, siendo a medida que se eleva más plena y dichosa. Estos procesos de expansión interior surgen como resultado de la búsqueda de la verdad sobre todas y cada una de las cosas, trayendo por añadidura facultades que el hombre tiene en latencia y que este despertar a nuevos horizontes hace reales.