Climatoterapia
Siendo el hombre un producto del medio ambiente, no puede dejar de sentir la influencia del clima propio del lugar donde vive. Si depende de su constitución física, seguramente habrá un tipo de clima ideal para la conservación de su salud. Esa relación hombre/ambiente/clima ya era tenida en cuenta en los tiempos más remotos y eran comunes los consejos para las personas que sufrían de las diversas afecciones del pulmón, por ejemplo, que buscasen ciudades localizadas en montañas, con el fin de acelerar el proceso de curación.
Actualmente no existe ninguna duda con respecto a la influencia del medio ambiente sobre el hombre. En ese contexto se inserta la climatoterapia, es decir, un método terapéutico que intenta curar determinadas enfermedades a través de la exposición del enfermo a las condiciones climáticas adecuadas a su caso. Y surge también como técnica efectiva para la conservación de la buena salud. Los climas no son uniformes y provocan reacciones distintas en ese o en aquel individuo relacionadas con una serie de factores.
En otras palabras, pueden ejercer efectos calmantes o tonificantes, estimulantes o depresivos, y así sucesivamente, de acuerdo con la constitución física y estructura sicóloga de las personas. Bajo esta consideración, jamás se aconsejará a una persona que sufre de reumatismo, por ejemplo, que permanezca una temporada en una región de suelo arcilloso que, por ser impermeable al agua, torna húmedo el ambiente.
Por lo contrario, se recomendará que, si es posible, habite en zonas de suelo arenoso, permeable al agua y relativamente seco De la misma manera no se sugerirá a alguien que padezca de astenia que viva en un lugar de clima regularmente cálido, que tiende a debilitar las fuerzas orgánicas. Y se podría seguir con esas asociaciones no sólo en término de situación geográfica, composición del suelo y condiciones atmosféricas, sino también de grado de humedad, pureza del aire, irradiaciones solares, vientos, etc. En líneas generales se pueden hacer, a título de introducción, las siguientes indicaciones terapéuticas, que serán enriquecidas a lo largo de los próximos apartados y de acuerdo con cada enfermedad en particular:
1) Climas de altura (montañas)
porque fortalecen los movimientos respiratorios y cardíacos y estimulan la producción de los glóbulos rojos de la sangre y también el apetito, los climas de montaña son bastante convenientes para los individuos que convalecen de enfermedades graves o de larga duración, los que padecen de agotamiento físico y mental, los anémicos, y, si la región es seca y soleada, los que sufren de asma, bronquitis crónica y tuberculosis ósea o pulmonar;
2) Climas de baja altitud (planicies)
apropiados para los enfermos sensibles a los cambios violentos de ambiente y a la altura, tranquilizan sobre todo a los que sufren de trastornos nerviosos y desequilibrios síquicos y, según la región, pueden beneficiar también a aquéllos que sufren ciertos tipos de bronquitis;
3) Climas marinos - aquí se trata de lo que se podría llamar más propiamente talasoterapia, o sea, tratamiento por el mar
que incluye no sólo los baños de agua salada sino también la exposición al aire ambiente y las radiaciones solares. La combinación equilibrada de esos tres elementos, al actuar sobre el metabolismo orgánico, favorece tanto la asimilación como la desasimilación, lo que promueve la desintoxicación. A esa acción se debe añadir el aumento de apetito, un mejor funcionamiento intestinal y gástrico, la activación de la circulación sanguínea y la disminución del ritmo de las contracciones cardiacas, la mayor producción de glóbulos rojos, la estimulación de los movimientos respiratorios y la oxigenación general del organismo. En resumen, los efectos fisiológicos son simultáneamente tonificantes, estimulantes y reconstituyentes.
La talasoterapia, (termas) cuyas técnicas ya eran conocidas por los antiguos griegos y romanos, se aconseja principalmente para aquéllos que sufren de tuberculosis osteoarticular, raquitismo y afecciones óseas en general, a los convalecientes de enfermedades graves y prolongadas, y a los que padecen de reumatismo crónico y determinadas enfermedades del sistema nervioso