El Tarot y el árbol de la vida
Introducción
El Árbol de la Vida y el Tarot están estrechamente relacionados, en el sentido de que el Árbol de la Vida es el sistema simbólico que fundamenta al Tarot.
Los Senderos del Árbol de la Vida se corresponden uno a uno con las imágenes de las Cartas Mayores del Tarot y con las veintidós letras del alfabeto hebreo. En el Mazo de Crowley y el de Haindl, entre otros, cada una de las Cartas lleva impresa la letra correspondiente.
Por otra parte, mientras que los Senderos actúan como las vías de conexión, las Sefirot o esferas del Árbol de la Vida, cumplen el papel de estaciones, puntos de llegada y partida. Sefira, en singular y sefirot, en plural, son las palabras que técnicamente se utilizan para referirse a cada una de estas esferas del Árbol de la Vida.
Así como dijimos que los Senderos son expresión de las Cartas Mayores y las letras, en las Sefirot se encuentran ubicadas las Cartas Menores y los números.
Este sistema de Senderos y Sefirot supone en su funcionamiento, la interrelación y complementación de unos y otras: cada Sendero puede complementarse con uno o varios y precisar su significado de acuerdo a las Sefirot que conecta. Las interrelaciones de Senderos y Sefirot brindan una excelente información aplicadas a las diferentes situaciones de la vida de una persona.
A continuación, presentaré el tema de la integridad individual, a partir de la interpretación de tres Senderos del Árbol de la Vida, que -dada su disposición convergente- facilitan el ser abarcados en una mirada conjunta.
Haciendo un recorrido ascendente del Árbol -es decir desde Malkuth hacia Keter-, los tres Senderos a los que me voy a referir, son los que parten de Hod, Yesod, y Netzach y convergen en Tiferet.
El primero de estos tres Senderos que voy a analizar, es el Sendero veintiséis (26), que se extiende de Hod a Tiferet, y corresponde en el Mazo del Tarot, a la Carta, El Diablo.
El segundo, es el Sendero veinticinco (25), entre Yesod y Tiferet, correspondiente a la Carta La Templanza.
El tercero, es el Sendero veinticuatro (24), que va desde Netzach a Tiferet, expresado a través de la Carta La Muerte.
Quien se interne por estos tres Senderos y los recorra en dirección a Tiferet, está favoreciendo el despertar de su identidad más auténtica, su autonomía y libertad.
La plataforma de lanzamiento
El buscar la integridad personal es una inquietud que se manifiesta con más intensidad a partir de los veinticinco años de edad y se da simultáneamente con un balance acerca de las formas más habituales en que vinimos pensando y sintiendo acerca de nosotros-as mismos-as y de la realidad en la cual nos desenvolvemos y cuáles fueron nuestras formas de responder y actuar. Desde el Árbol de la Vida, esta nueva actitud sería la que caracteriza el recorrido ascendente de los tres Senderos que mencionamos arriba.
Como pueden ver en el diagrama del Árbol, los tres Senderos que vamos a analizar, surgen a partir de un soporte o base, que tiene una forma triangular con el vértice hacia abajo.
Este soporte triangular formado por Yesod, Hod, y Netzaj (ya que damos por supuesto a Malkut) simboliza la base que hace posible el nacimiento de todo ser vivo, su capacidad para mantenerse con vida, reproducirse, desarrollar estrategias emocionales y mentales y conectarse e intercambiar experiencias con sus pares. Esta estructura se desarrolla en los más diversos seres, de acuerdo a sus diferentes niveles de evolución y complejidad y por supuesto en nosotros mismos.
Podemos distinguir en este basamento triangular, un "lado corporal", que corresponde a Netzaj y un "lado mental" que se expresa a través de Hod. En Netzaj, vamos a ubicar todos los movimientos propios de un organismo vivo, que se desenvuelvan fuera de la órbita de su voluntad, tales como el metabolismo, la respiración, la circulación y las regulaciones glandulares, entre otros; la sensibilidad y la sexualidad.
En Hod, el "lado mental" en este par de sefirot, encontramos la capacidad para planificar acciones con vistas a un fin, la habilidad para desarrollar el lenguaje y la escritura, para comunicarse y establecer relaciones de intercambio, para pensar.
En conexión con estas dos Sefirot aparece una tercera -Yesod-, que cumple la función de ser una proto-conciencia, y actúa como un punto unificador para los movimientos corporales -Netzaj- y mentales -Hod- .
Yesod da lugar a una primera forma de identidad, que se construye a partir del registro que hacemos de las imágenes que provienen del mundo externo, y de las de nuestros sueños y fantasías.
Al circuito que diseñan estas tres Sefirot, por ser la estructura basal del funcionamiento de los seres vivos de menor y mayor complejidad, la llamaremos "organización viva-astuta-ambiciosa".
Favoreciendo el despegue
Podríamos preguntarnos ¿y para qué más? ¿No es suficiente con planificar mentalmente, soñar - fantasear y metabolizar? Sí, es suficiente, en un nivel de evolución; la estructura que acabamos de denominar "organización viva- astuta-ambiciosa" resulta imbatible en lo que se refiere al sobrevivir, es decir a mantener y reproducir la vida, pero cuando se trata ya no sólo de vivir sino de con-vivir, sus respuestas resultan insatisfactorias.
Para facilitarnos el pasaje del sobrevivir al con-vivir es esencial atravesar los tres Senderos de la integridad que mencioné más arriba, los que corresponden a las Cartas: La Muerte, La Templanza y El Diablo. Sólo como individualidades íntegras podremos con-vivir, es decir, ampliar el marco de nuestras relaciones, e incorporar a nuestra vida las dimensiones interpersonal, comunitaria y planetaria: justamente , de lo que se trata es de trabajar el "con" de "convivir".
Lo que nos ocurre habitualmente es que la "organización viva- astuta- ambiciosa" que somos y desde la cual actuamos -en tanto no nos lancemos a hacer los tres recorridos hacia Tiferet-, ejerce el total control de nuestras respuestas y olvida que es una estructura de soporte, cuyo principal valor consiste en funcionar como nuestro punto de apoyo, para permitirnos evolucionar por los tres Senderos mencionados.
Los resultados más patentes de ese olvido, se expresan masivamente en conductas y acciones cuya único móvil es el máximo beneficio económico en el menor tiempo posible, desconectándose de cualquier otro fin que les recuerde los temas del cuidado, la protección y la vitalidad del conjunto. Ese modo de proceder instala la lógica de la exclusión y lleva a la práctica la máxima de que "saber es poder", pero especialmente, "poder de destrucción".
Yesod, Hod y Netzaj son el basamento imprescindible para recorrer los tres Senderos que conducen a Tiferet; no son el punto de llegada, cumplen una función de "servicio" a Tiferet.
En cuanto se re-direccionan hacia Tiferet, las tres Sefirot que antes definimos como la "organización viva-astuta-ambiciosa" se transforman en una "organización viva-pensante-amorosa". Son los tres Senderos que mencioné los que nos facilitarán, al internarnos en su contenido, percibir los alcances de aquel cambio.
Pasemos a los tres Senderos.
Sendero 26: ¿qué aportan las imágenes de la Carta El Diablo?
La palabra "Diablo", viene del verbo griego diaballo que significa: "separar, sembrar discordia, calumniar". Hace referencia a la división y al enfrentamiento. También se conecta con el verbo ballo: "arrojar", el mismo que aparece en la palabra "símbolo", sólo que en esta última -asociado a la partícula "syn"- quiere decir "arrojar conjuntamente" y en "dia- ballo" significa "arrojar dividiendo o separadamente".
Esta etimología es muy reveladora, ya que se conecta con las dos direcciones en el recorrido de este Sendero: la que rescata el "dia" de "dia-ballo" -que a nuestro entender se corresponde con el recorrido descendente-, y la que recupera el "syn" de "syn-ballo", propia de la dirección ascendente. "Descendente" y "ascendente" no tienen necesariamente el contenido de "malo" y "bueno" o "inferior" y "superior". Son dos opciones que conducen a resultados diferentes: en el primer caso, acentúan la fragmentación de los conocimientos y en el segundo, la unificación o síntesis.
Además, este Sendero corresponde a la letra hebrea Ayin, que significa "ojo, fuente". El ojo, en este significado, no se refiere a nuestros dos ojos como los órganos físicos de la visión, sino a un tercer ojo como herramienta de síntesis. Este tercer ojo supone la actividad de los otros dos, pero avanza un paso más que éstos y nos permite colocarnos en un punto de mayor amplitud, en el que éstos confluyen y son integrados. Lo que nos sugiere este Sendero es que progresivamente vamos abandonando la exclusión, como único modo de comprensión de la realidad para dar paso a la integración.
La misma diagramación de esta Carta repite este esquema trinario: el personaje principal ocupa un tercer lugar, en el punto equidistante de una polaridad expresada en las figuras de la parte inferior de la Carta.
El Sendero veintiséis, en su trayectoria ascendente, nos propone aprender a sintetizar los opuestos en el plano del conocimiento.
Sendero 25: ¿qué aportan las imágenes de la Carta Arte o La Templanza?
La palabra "templanza" está conectada con el latín temperare, que quiere decir "mezclar o combinar adecuadamente". Cómo combinamos adecuadamente lo que es diverso, y en qué grado lo hacemos, es un tema de este Sendero.
Por ejemplo, el temple con respecto a los metales o cristales, tiene que ver con el punto de dureza o elasticidad que se les otorga, evitando que se quiebren. En la música, hace referencia al acuerdo armónico de varios instrumentos o a la excelencia del sonido que emite uno solo de ellos. Si con la acción de templar se dispone un instrumento para que pueda producir con exactitud los sonidos que le son propios, en el Sendero veinticinco, el instrumento del cual se trata somos nosotros-as mismos-as buscando las armonías que mejor puedan expresar el sonido que nos es propio.
Para poner de relieve que sólo mediante la actividad de la síntesis alcanzamos Tiferet, la figura de esta Carta intenta expresar la síntesis en la que se resuelven los pares de opuestos. Un movimiento continuo de intercambios y equilibrios, se produce a través del juego de los opuestos, lo que se puede observar en el color de la tez, pálida y oscura; en un rostro femenino y el otro masculino; en el cabello negro y la corona luminosa; en un haz de fuego y la copa de agua. Y al pie de la Carta, el caldero dorado, como el recipiente en el cual se continúa procesando la nueva composición alquímica.
Este Sendero corresponde a la letra Samej, que significa "sostén"; interpreto su significado como la indicación de que nuestro único sostén es mantenernos abiertos a la síntesis, para movernos en nuestro camino de evolución. Es interesante distinguir "sostén" de "seguridad"; la búsqueda de seguridad nos ata a lo ya conocido, al pasado. El estado de seguridad es estático y está anclado en el miedo; en cambio, la cualidad propia del sostén es dinámica, y desafía el miedo. "Sostener", en el Sendero veinticinco es actuar aceptando los desafíos, manteniéndonos muy alerta al juego de nuestros miedos. Preguntas tales como "¿qué es lo que habitualmente respondo en estos casos?" "¿qué es lo nuevo que está surgiendo?" "¿cuáles son mis lugares de seguridad?" "¿cómo buscar mi propia dirección?" "¿qué es lo que tiene sentido para mí?" son afines a las características de este Sendero. Es así que si bien podemos vivir rodeados de "seguros"; sin embargo, cuanto más "asegurados" externamente nos encontremos, menos "sostenidos" internamente estamos.
Como ya adelantamos el Sendero del Arte o La Templanza conecta Yesod con Tiferet, es el Sendero que va de la Luna -regente de Yesod- al Sol -el planeta que corresponde a Tiferet. Yesod simboliza el lugar en el que estamos seguros y protegidos, pero también cristalizados y detenidos. Yesod, en su sentido más limitado, nos propone una infancia eterna; en cambio, en su sentido más rico funciona como nuestra aliada, como la base desde la cual nos lanzamos al futuro.
El Arte o la Templanza está atravesada por el Sendero veintisiete, que corresponde a La Torre; el cruce de estas Cartas significa que sólo hay Arte o Templanza simultáneamente con la caída o demolición de las estructuras unilaterales, lo que permite la liberación de nuevas energías.
El Sendero veinticinco, en su recorrido ascendente, nos propone la síntesis en el plano de la acción, rectificando nuestras conductas basadas en apegos y condicionamientos.
Sendero 24: ¿Qué aportan las imágenes de la Carta La Muerte?
Como ya dijimos, cada una de las Cartas Mayores del Tarot se corresponde con una letra del alfabeto hebreo. La consonante Nun, que acompaña a esta Carta, significa "pez". El pez es el símbolo de los orígenes de la vida en las aguas. En nuestro mapa biológico está inscripto todo el pasado evolutivo, el cual, a la vez se actualiza en cada uno de nosotros, por lo cual somos el germen de una nueva vida.
Simbólicamente, el agua, en el nivel psicológico, hace referencia al movimiento emocional, y al plano más inconciente y arcaico de nuestro psiquismo. La relación entre estos tres símbolos -pez, agua y germen- nos está indicando que el contacto con los productos de lo inconciente es regenerador y renovador. La cualidad purificadora del agua también puede actuar sobre las emociones que nos mantienes en situación de parálisis.
En la figura de la Carta, el esqueleto y la guadaña, son anunciadores e instrumentos de nuevas formas de vida. El esqueleto está danzando, con lo cual resalta el movimiento y no la rigidez, el cambio y no el estancamiento, y hace referencia a procesos muy transformadores. Danzando y a golpe de guadaña crea nuevas formas y renueva la vitalidad. ¿Qué queremos decir con "transformación"?
Transformar es atreverse a una forma diferente a la ya conocida. Es hacer un movimiento de lo ya conocido a lo des - conocido. Y en nuestra vida emocional, si hay una emoción que logra detenernos, esa es el miedo. Estas son las dos opciones posibles al transitar el Sendero de La Muerte: en sentido ascendente, transformamos; en sentido descendente, paralizarnos por el miedo o la culpa al tratar de conectarnos con nuestros aspectos más oscuros. Transformar se nos presenta, en el plano emocional como equivalente a sintetizar, en el plano mental; observen en el Árbol de la Vida la correlación de los dos Senderos, el veintiséis y el veinticuatro.
No se trata de luchar internamente para vencer y hacer desaparecer emociones como el miedo, la culpa, el odio y la envidia entre otras, sino de aceptarlas como señales, estas emociones nos traen mensajes. Señalan alguna de nuestras limitaciones personales, y al manifestarse con intensidad están buscando su aceptación. En este Sendero no funciona el ponerse "en contra", funciona la aceptación activa, investigadora, no la aceptación resignada. La no aceptación va consumiendo lentamente nuestra vitalidad.
El Sendero veinticuatro, en su recorrido ascendente, nos propone la síntesis, en el plano de la emoción.
Cuando los tres Senderos en los que nos internamos funcionan comandados por el poder magnético de Yesod, el cuadro de situación será el de un ego rígidamente polarizado -El Diablo-, accionando confusamente a partir del miedo -Arte o La Templanza- y conectándose emocionalmente a partir de los odios, venganzas y envidias -La Muerte-. Sin embargo, estos mismos Senderos conducidos desde Tiferet, activan nuestra capacidad de síntesis mental -El Diablo-, nos potencian para llevar a cabo acciones que dinamicen nuestra evolución -Arte o La Templanza- y nos purifican en lo que hace al reciclaje de nuestra vida emocional -La Muerte-