Tarot de Besançon
Con este nombre se conoce una línea de mazos de Tarot con unas características muy concretas, que se dio en la zona oriental francesa, en la ciudad de Besançon, en la Borgoña, muy cercana a Suiza. Por supuesto estamos hablando de una variante de lo que llamamos Tarot de Marsella. Realmente la zona geográfica en la que se desarrolló se sitúa entre la zona este de Francia, Suiza y parte de Alemania.
Es muy difícil saber cuando se empezaron a editar estas cartas. La baraja más antigua conocida hasta el momento, es obra de un editor de un pueblo suizo, Solothurn, llamado François Heri (tal vez principios del siglo XVIII, no se sabe con seguridad).
Uno de los mazos más conocidos dentro de los Besançon es el de los Benois (o Benoit), una familia dedicada durante generaciones a la edición de naipes, asentada en Estrasburgo. De hecho, los mazos que mejor se han conservado, son estos y los de Heri. Son muy similares, aunque hay ligeras diferencias.
En este punto debo aclarar que cuando me refiero a figuras con connotaciones religiosas, no me refiero exclusivamente a la Iglesia Católica, que este sería el caso del Papa claramente. Me refiero a Religión en general. La Papisa también se llama Suma Sacerdotisa, recordemos que muchas religiones paganas tienen celebrantes femeninas.
No podemos olvidar que las tensiones entre católicos y protestantes pudieron tener muchas influencias en estos cambios de personajes. También llama la atención ese As de Copas con una forma de sopera barroca o algo similar.
Inquietante la vista de las figuras que aparecen en la carta XV, El Diablo, los encadenados son diablillos pero casi tan terroríficos como el Diablo principal. La figura del Loco en esta ocasión no viene acompañada de un perro, sino de un gato. Sería interesante meditar sobre este cambio de animal ¿querrá decir algo?
Siempre es importante no dar las cosas por seguro, por el simple hecho de que alguien nos lo cuente; es mejor investigar, reflexionar. Os animo a indagar sobre los detalles que os llamen la atención en las diferentes barajas. Algunos son fortuitos, errores tipográficos o de impresión. Pero, a veces, el autor nos quiere decir algo, eso sí, de fomra velada, por lo que tenemos que indagar por nuestra cuenta para saber qué quiso revelarnos.