La ética del Tarot
Es muy importante que exista una ética del Tarot. Quien se prepara para el estudio del Tarot debe adquirir un compromiso ético. Mediante la lectura del Tarot tendrá recursos para ver el mundo interior de las personas e intervenir en él.
Todo buen profesional debe basar su trabajo en conductas éticas y en especial, por razones obvias, quienes tienen que ver con lo interno del Ser, con el alma humana. Debe hacerlo limpio de corazón, con intención de servicio de ayuda al prójimo, de cumplimiento de misión y apoyo. Desde su formación, quien incursiona en el Tarot debe seguir líneas éticas de conducta.
Controlamos nuestro destino y somos responsables de nuestras propias decisiones. El Tarot brinda una comprensión profunda basada en circunstancias actuales y a medida que esas condiciones cambian, también lo hacen los resultados finales.
Decimos la verdad, tal como nos la revela el Tarot. Usamos el Tarot para iluminación y comprensión y compartimos la información con nuestros clientes en forma clara y concisa. No le diremos que hacer o no hacer. Cada individuo es responsable de sus propias vidas y decisiones.
No divulgamos la información o la conversación que se llevó a cabo con el consultante. La misma es confidencial como así también su lectura y/o consulta. No emitimos juicios. El juicio queda entre el consultante y el Poder Superior.
Se requiere saber el significado de las cartas y las combinaciones o "tiradas" y, a medida en que mejor se manejen estos aspectos, se facilita la consulta. Pero eso no es suficiente. Paralelamente al dominio teórico del Tarot, se requiere de una formación integral que comprende conocimientos de psicología, autoayuda, terapias holísticas, etc.
Respeto es cortesía, tolerancia y confianza. Si la tarotista y la consultante van en busca de respuestas en actitud armónica se produce un encuentro positivo, inspirado y de mucho crecimiento para ambas. Se da una conexión perfecta y su efecto es evolutivo para los dos partes. Las normas de cortesía y educación hacen que ambos participantes se sientan satisfechos y agradados. Omite expresiones vulgares y soeces que envilecen la atmósfera y bajan el nivel vibratorio. Recuerda: el tarotista pone las reglas y el consultante se adapta a ellas de manera automática.
Antes y durante una sesión, evita charlas banales que distraen y desvían el centro de interés. Sin rigidez, toma el control y orienta la conversación hacia temas pertinentes. Evita el parloteo superficial, el chisme y los relatos sobre temas colaterales que dispersan la energía y hacen perder la concentración.
El Tarot necesita ser empleado con corazón transparente, con interés de servicio, con responsabilidad de misión y anhelo de proteger.
El profesional sabe que no todo está escrito. No se anuncia como un maestro del Tarot ni se da por satisfecho con lo estudiado hasta ahora; en vez de esto, comprende que cada lectura revela importantes ocasiones de aprendizaje y crecimiento, por lo cual no deja de estudiar y analizar las diferentes lecturas y técnicas para entender las cartas.
El Tarot requiere una comprensión completa del simbolismo de los naipes y de las diferentes tiradas. Cuanto más se sepa acerca de estos, más enriquecedora será la lectura; sin embargo, el tarotista necesita poseer una formación completa que abarque conocimientos de psicología, auto ayuda, terapia holística y otros si desea ofrecer un servicio significativo.
El tarotista precisa ser prudente, gentil, apacible y honesto para legar estos atributos al cliente y a su servicio, con la idea de alentar un encuentro positivo, iluminador y fructífero para los dos.
A priori y durante la lectura, el Tarot exige concentración. Se deben rehuir charlas irrelevantes y diversiones que llamen la atención tanto del profesional como del consultante y así centrar el máximo de energía positiva en los hechos válidos para obtener las vibraciones y respuestas de las cartas claramente.
La actitud del tarotista en la tirada es fundamental para el resultado. El hallarse concentrado, sosegado y atento mejora tanto la conexión interior propia para captar los contactos como la comprensión de señales en los consultantes, que probablemente, hubieran pasado inadvertidas y son básicas para entender los enigmas del espíritu humano con precisión.
Nada es más crucial en el Tarot que la honestidad y compromiso. Sin ser insensible o irreflexivo, el tarotista tiene que exponer toda la realidad igual a como la está percibiendo. La honestidad y compromiso ayudan al tarotista para revelar lo requerido sin herir o insultar. Es parte de la ética comunicar todo cuanto el Tarot revela, ya sea agradable o no, pues el tarotista funciona como un canal de revelación y a pesar de que no escoge qué informa, sí decide cómo lo informa.
Toda consulta de Tarot tiene que poseer una meta útil y digna. Antes de comenzar la tirada, el tarotista precisa descifrar la meta clara y encubierta en cada pregunta hecha y sólo si el sentimiento contenido en esta es limpio y el afán enriquecedor y bondadoso, puede admitir hacerla ante el naipe. De otra forma, es su obligación explicar al interesado lo erróneo de su motivación y cerciorarse de que solamente la generosidad dirija la tirada y las fuerzas presentes. Una pregunta malévola desacelera la evolución espiritual de todos los involucrados y las lecturas del Tarot pierden su cariz de prácticas de iluminación.
El tarotista provee un servicio que ofrece vigor y enseñanzas, por esto, merece una compensación monetaria o intercambio conveniente, pero, no es ético aprovecharse de la ignorancia, dolencias o pesar de las personas para recaudar dinero. Todo tarotista sabe el valor de sus servicios y precisa pedir lo justo para los dos.
Respira conscientemente, serénate y mantén una actitud alerta durante la sesión. Cuando consultas a solas, esta actitud te facilita la conexión interior. Cuando consultas a alguien que está presente, el estado de ánimo calmo y alerta te permite captar señales que, de otra manera, hubieran pasado desapercibidas. Mínimos gestos (una tenue sonrisa, un ceño apenas fruncido o una lágrima casi imperceptible) pueden ser señales claves que te faciliten el tránsito por este laberinto insondable del alma humana. Los mensajes no verbales a veces dan más información que las palabras. Por demás, la actitud relajada te conecta con tu voz interior y, con ello, captas mejor las verdades que el tarot sugiere.
Ser sincero no significa ser imprudente o cruel. Ser sincero es sinónimo de decir la verdad, tal como ésta se revela. Sinceridad y respeto es una combinación que te permite decir lo que debes decir sin perjudicar, sin emplazar u ofender. Es ético anunciar en consulta los acontecimientos que el tarot advierte, agradables o no. La información no te pertenece, eres sólo un "canal", un "traductor", por lo tanto no decides qué decir. Lo que sí decides es cómo hacerlo. Asume la responsabilidad acerca de cada palabra que digas y de cada consejo que des.
Antes de iniciar una consulta, revisa cuál es la intención manifiesta y oculta de la pregunta. Si se esconde un sentimiento innoble, un deseo mezquino o destructivo, por más ingenua que parezca la pregunta, no te hagas partícipe. Antes bien, convence a la persona de no hacerla y, mejor aún, ayúdala a ver lo errado de su motivación. No permitas que el egoísmo o la maldad de otros guíen la sesión y empañe tu energía y la consulta misma. Una pregunta inspirada en fines poco dignos retrasa espiritualmente a quien consulta, al operador que lo permite y a tu Tarot como "práctica de luz" que debe ser.
Y como síntesis de todo lo anterior, aplica la regla de oro: Lee el tarot a otros como te gustaría que te lo leyeran a ti.