El Mundo: El Universo en Nosotros
Hemos llegado al final de nuestro camino. En el arcano “El Sol” ya vislumbrábamos la felicidad que produce el encuentro con nuestra naturaleza más profunda, las funciones inferiores se estaban integrando y podíamos regocijarnos por ello.
En el “El Juicio” el despertar era más profundo aún y una nueva vida que incluía vínculos renovados se abría ante nosotros. En “El Mundo” la completud es total.
La imagen del tarot nos muestra una figura andrógina que parece estar danzando. Este camino que se inició con el baile desestructurado de “El Loco” ahora termina con la danza de “El Mundo” que expresa armonía y realización.
En el medio también conocimos la posibilidad oculta en “El Colgado” ya que si lo veíamos al revés nos dábamos cuenta que estaba danzando aunque en ese momento se encontrara inmovilizado por obra del destino. La figura andrógina demuestra que todos los opuestos se hallan unidos en perfecta armonía, a diferencia de lo que observábamos en “El Diablo”, un conglomerado de partes animales y humanas que causaba repulsión.
En los extremos de la carta vemos representadas cuatro figuras: un ángel (la conexión con el aire, el pensamiento), un toro (la relación con la sustancia material), un águila animal solar por excelencia que también simboliza el poder de las emociones y un león (el fuego, la pasión, el espiritu). Aire, agua, tierra y fuego se encuentran simbolizados en estas figuras. Todas las funciones han sido integradas y al final del camino podemos contar con todas ellas, las que se han hecho conscientes para nuestro beneficio. Naturalmente nuestra energía tiende a experimentar la vida a través de las funciones que tenemos más desarrolladas, en detrimento de las otras porque es lo más sencillo, lo menos trabajoso. Sin embargo de esta manera permanecemos carentes y vivimos una existencia limitada, pero la naturaleza tiende a totalizar, y entonces buscamos a en el afuera un lugar en donde proyectar aquello que nos falta.
De esta manera nos volvemos dependientes de quien posea esa cualidad que no estamos desarrollando y aunque la exportemos y la incorporemos a nuestra vida, seguimos estando incompletos. En el arcano “El Juicio” hemos sido capaces de aspirar a la totalidad que se ve finalmente materializada en “El Mundo”. La figura central se encuentra contenida por una guirnalda lo que significa por un lado que el sí mismo es sagrado y como tal debe ser protegido y al mismo tiempo que el hecho mismo de habernos conectado con aquel implica una consagración. Dice Sallie Nichols que la guirnalda no es la serpiente que se muerde la cola, el ouroboros del caos primigenio, su forma es elíptica: tiene dos focos uno arriba y otro abajo sugiriendo que son dos mitades que se van a encontrar para formar una totalidad. Parecería curioso que esta carta que hace alusión al triunfo de lo individual, se llame “El Mundo”.
En realidad lo que nos sugiere es que habernos conectado con el misterio de la vida, habernos encontrado a nosotros mismos no nos excluye del resto de la humanidad, ni nos salva de los sufrimientos de nuestra encarnación, nos otorga la bendición de tener otra mirada más amplia que hace nuestra existencia más profunda y significativa. Nos hermana con el resto de los mortales. Nos hace tomar conciencia de que el mundo es una ilusión, que no estamos solos y perdidos en el universo, la esperanza de “la Estrella” se materializa en hechos concretos en “El Mundo”.
Al mismo tiempo, la expresión “tener el mundo en nuestras manos” que puede parecer referirse a los éxitos que nos propone el entorno también puede hacer alusión a la sensación de conquista que tenemos cuando estamos plenamente conectados con nuestro centro. Ya no hay miedos, nos sentimos poderosos, simplemente de algún modo tenemos la certeza de que todo es posible. Desde este lugar sagrado y conquistado por nosotros de manera auténtica es que podemos salir al mundo y operar en él. Nadie nos puede quitar nada, somos eternos y por ende indestructibles, ya no le tememos a la muerte, sabemos que todo es una ilusión. Tampoco tenemos que “tener” o “ser” de determinada manera para existir, para ser aceptados. Ya se cayó nuestra máscara, ahora sabemos quienes somos, nos hemos contemplado al espejo, pudimos ver horrorizados al comienzo nuestros aspectos oscuros que finalmente aprendimos a amar.
Por fin somos libres aunque no se trata del libertinaje del Loco, que hacia su voluntad sin que le importara el otro, sino que esta libertad se conquistó desde la conciencia y como tal no hace mas que conducirnos a obtener una existencia más plena. La tarea solar que nos encomendaba el Padre está cumplida. A diferencia de lo que habitualmente se suele decir que los seres más primitivos son más felices porque viven en la inconsciencia, creo que el ser más evolucionado que sufre con el dolor del otro, descubre que finalmente todo está perdido desde el comienzo, vive una existencia difícil en términos terrenales ya que que no son muchos los seres que llegan a este nivel de conciencia y por ende en muchas oportunidades se sentirá solo, apartado del resto de los hombres. Sin embargo este conocimiento lo hace libre y lo mantiene unido a sí mismo. Finalmente comprenderá que la soledad no existe y que puede vincularse con otros seres desde un lugar más profundo. Ya no hay posibilidades de que su inconsciente personal lo sumerja ni que los contenidos psíquicos del inconsciente colectivo lo invadan sino que están ahora asimilados.
Ni siquiera los cambios súbitos de su vida ni las injusticias del mundo pueden doblegarlo. No somos perfectos en tanto seres encarnados pero sí completos. Dijo Jung: “Experimentar el sí mismo significa que uno siempre es consciente de su propia identidad. Entonces, uno sabe que nunca podrá ser otra cosa que lo que es, nunca se perderá a sí mismo y que nunca será separado del sí mismo. Y eso porque uno sabe que el sí-mismo es indestructible, que es siempre uno y el mismo y que no puede ser disuelto ni cambiado por ninguna otra cosa. El sí mismo le capacita a uno para permanecer él mismo en todas las condiciones de su vida”.
Dice S. Nichols que los alquimistas representaron frecuentemente a una figura femenina dentro de una mandorla a la que se la llamaba “anima mundi” es decir el alma del mundo, la concebían como una fuerza oculta en la materia que animaba a todos los cuerpos desde las estrellas del cielo hasta los animales, las plantas y los elementos de la tierra. Era tarea de toda la vida de un alquimista liberar el anima mundi de su encarcelamiento de la prima materia de la naturaleza inconsciente. La idea del ánima mundi coincide con el concepto del inconsciente colectivo cuyo centro es el sí mismo.
Es la guía de la humanidad que a la vez es guiada por dios. Todo lo que implica que el universo no es un rompecabezas en la que nosotros diferentes a él - nos encontramos dispersos sino que el universo está en cada uno de nosotros. Tanto en los escritos cabalísticos como por ejemplo en los escritos de la medicina china podemos ver como cada individuo es este mundo en microcosmos. No hay nada más que decir ni explicar, porque la experiencia de acariciar al sí mismo no puede comprenderse por la vía del pensamiento racional. Ojalá que algún día todos y no solamente algunos iluminados pudiésemos llegar a esta instancia, seguramente haríamos de este mundo un lugar más armónico. Mientras tanto podemos acceder a la experiencia de lo trascendental por medio de los artistas y los místicos, que son quienes nos traen la certeza de otros mundos mediante sus obras.
La posibilidad de explorarlos con nuestros propios ojos se encuentra siempre a nuestra disposición, la vida con sus ciclos nos da siempre la posibilidad de que “El Loco” nos empuje a emprender nuevas aventuras para que todo vuelva a comenzar. El Mundo en la Interpretación: Es una carta yang. Es la síntesis de todos los otros arcanos. Se relaciona con los cuatro elementos: aire, agua, tierra y fuego. Se relaciona con el arquetipo del sí mismo. Para R. Wang se relaciona con el arquetipo de persona. La Propuesta del arcano: Encontrar nuestro centro y consecuentemente nuestro lugar en el mundo. Poder ver a Dios en toda la creación.
El Riesgo del arcano: No existe. Si hablamos de un estado la persona se encuentra viviendo un ciclo concluido con éxito, pero este triunfo es de adentro hacia fuera. El éxito interno se trasluce en exitos externos. Puede haber reconocimientos por parte del entorno. Hay un equilibrio entre mente, cuerpo, emociones y espíritu. La persona se deja fluir, se siente satisfecha con las tareas realizadas, la sensación de armonía es total. Está en paz con la vida y el mundo.
No hay tareas pendientes. Según R. Torres los seres “mundo” son: armónicos, íntegros, equilibrados, comunitarios, éticos, intuitivos, sinceros, incorruptibles, perseverantes y pacientes. Mal aspectados: cambiantes, impulsivos, ciclotímicos, adictos, maniáticos. Como consejo “El Mundo” nos propone valorar nuestros logros personales y salir al mundo. En cuanto a los tiempos son ágiles.