Distintos tipos de tiradas (I)
El esquema de comienzo de una tirada, cualquiera, siempre es el mismo: se parte con el mazo debidamente ordenado, concentrándonos, o bien en la naturaleza de lo que va a preguntarse, o bien en la persona sobre la cual se consulta; para ello, quien concurra a la entrevista puede hacerlo con una fotografía o, mejor aún, sus datos completos (nombre y apellido, fecha de nacimiento, horario, de ser posible, y localidad donde nació) datos que escribiremos en un papel sobre el cual fijaremos nuestra atención mientras mezclamos las cartas, evitando así confiar en nuestra memoria.
Parapsicológicamente, esto tiene una razón de ser sumamente atendible: cada uno de nosotros somos, en última instancia, un punto de conciencia en la línea del espacio-tiempo. Así, puede haber infinidad de "Juan Pérez", unos cuantos "Juan Alberto Pérez", bastantes "Juan Alberto Pérez, de 45 años", unos pocos "Juan Alberto Pérez, nacido el 7 de octubre de 1955", apenas algún par de "Juan Alberto Pérez, nacidos el 7 de octubre de 1955 en la ciudad de Mendoza" y, sin duda, un solo "Juan Alberto Pérez, nacido el 7 de octubre de 1955 en Mendoza, a las 5.40 horas". Así, al focalizar, al definir el mínimo denominador del objetivo de nuestro interés, permitimos a nuestra mente centrar mejor sus aptitudes clarividentes sobre aquél cuyo contexto queremos conocer.
Comenzamos entonces el barajado, que consistirá en, como dijéramos, concentrados en el objetivo, con amplios movimientos circulares en el sentido de las agujas del reloj deslizar las cartas boca abajo sobre la mesa, durante un tiempo prudencial. ¿Cuánto?. Mi propia experiencia me enseña que no depende del tiempo empleado, ni de la cantidad de vueltas efectuadas, sino que debe repetirse hasta que el conjunto de naipes se fragmente, se separe –o, cuanto menos, se estrangule– en dos grupos menores bien definidos. Ese es el momento conveniente de comenzar a reunirlas, siempre sin levantarlas de la mesa, hasta que quedan todas alineadas entre sí.
Presentamos el mazo entonces al consultante, pidiéndole que haga dos cortes (es decir, separe en tres montoncitos– siempre boca abajo. Procederemos entonces a echar un rápido vistazo a las cartas que quedaron abajo, las que nos darán una información esencial: con qué actitud acude el consultante a la entrevista. ¿Nos creerá?. ¿Es un escéptico que viene a probarnos o sólo por obligación?. ¿Es un frívolo superficial o alguien con quien podremos desmenuzar los ricos detalles de esta consulta?. ¿Nos cuenta toda la verdad?. ¿Simplemente, nos miente?. Esta información será de vital importancia pues, entre otras cosas, nos indicará cuál deberá ser nuestro proceder, cómo decir las cosas; no es lo mismo hablar de riesgo de muerte con alguien maduro para manejar la situación, de nervios templados que seguramente capitalizará preventivamente nuestras indicaciones, que darle este dato a un histérico que tal vez precipite o condicione su seguridad personal precisamente en función de lo que le dijimos.
Volvemos a reunir los tres montoncitos en el mismo orden en que fueron cortados, pedimos que haga un solo nuevo corte (queda claro que si no hay consultante con nosotros presente, todos estos pasos los hacemos nosotros), reunimos sin mirar las cartas expuestas en dicho corte y, girando el mazo 180º hacia nosotros (un medio giro que lo pondrá frente a mí como si estuviera yo en el lugar del consultante) comienzo a sacar desde abajo del mazo, disponiéndolas sobre la mesa según el modelo de tirada que haya elegido, con un movimiento denominado "coletazo de pescado", y que consiste en "abanicar" la carta, invirtiéndola en el movimiento, de modo que quede al revés de como quedaría si la diera vuelta simplemente como las páginas de un libro.
Es por demás evidente que se trata de aquel paso inicial de mezclar las cartas moviéndolas en círculos sobre la mesa ,lo que posibilita que, en la tirada final, algunas queden al derecho y otras invertidas.
Tirada en cruz
Para que el Tarot responda a la pregunta "¿Cuáles son mis fuerzas y mis debilidades?", conviene proceder a echar las cartas "en cruz", constituye la forma más simple.
Se comienza por mezclar las cartas boca abajo sobre el tapete, tratando de vaciar la mente y de alejar cualquier angustia o emoción. Al elegir la primera carta, que representará el estado en que uno se encuentra, habrá que concentrarse en sí mismo. Entonces, se coloca esta carta a la izquierda, sin darle la vuelta. La segunda, que se coloca a la misma altura que la primera, pero a la derecha, simbolizará las posibilidades o los inconvenientes exteriores, es decir, lo que depende de los demás en la pregunta que se ha hecho. La tercera carta se coloca entre las dos primeras, pero más arriba. Estará en relación con los pensamientos del consultante, con lo que verdaderamente motiva sus acciones. La cuarta, colocada debajo de la tercera, representará la materialización de la respuesta. Después de dar la vuelta a las cuatro cartas, en el mismo orden, se puede comenzar a interpretar, sin dejar de tener presentes los arcanos que representan la línea de vida; si aparece uno de ellos al hacer una pregunta, sus efectos serán significativamente importantes.
Tirada cortesana
Preguntas concretas sobre el porvenir inmediato pueden responderse con el método llamado así por ser el más popular empleado por la célebre tarotista parisina Madame Lenormand en la corte de Luis XVI). Luego del barajado se extrae una carta –sin mostrarla– que se coloca frente al consultante. Luego se sacan tres más, que se colocarán en línea inmediatamente por debajo. La primera será la respuesta a la pregunta formulada; la segunda y la tercera, detalles sobre esa respuesta y la cuarta, las consecuencias del asunto.
A partir de una pregunta determinada también se puede proceder a echar, simplemente, una cruz, alrededor de una carta central, que reflejará la pregunta que se ha planteado; se colocan, en cruz, cuatro grupos de dos cartas de afuera hacia adentro, empezando por la rama superior y girando en el sentido de las agujas del reloj. Esta cruz constituirá, al mismo tiempo, el espejo del mundo y el alma. Generalmente se considera que las cartas de la rama izquierda de la cruz representan la disposición de quien hace la pregunta. La rama derecha simboliza al mundo exterior. La de arriba, la ayuda psíquica y moral, y la de abajo, la realización con la que se puede contar.