Diccionario de los simbolos del Tarot C - D
El Tarot es un libro de sabiduría, un medio de conocimiento, una estructura de imágenes cambiantes, que nos permite por su propia simbólica y su idiosincrasia comenzar a observar hechos, fenómenos y cosas dentro de nosotros y en nuestro entorno que no podríamos haberlas supuesto sino por su intermedio. En este sentido es también un libro mágico, en cuanto posee en potencia el poder transformador que permitirá a nuestros conceptos e imágenes mentales el ir sublimando su contenido, ampliando así el campo de la conciencia.
C
Caballero. Hay una asociación muy estrecha entre aquél que maneja su caballo y éste, o sea del vehículo-conjunto en sí, a tal punto que los autóctonos americanos cuando la invasión española, creían ver en ellos un solo animal fabuloso. Los caballeros del Tarot pertenecen a la antigua ordenación medioeval donde la autoridad era ejercida por los sabios, los cuales otorgaban el poder a los guerreros y sus cortes como prolongación de su mandato divino; los comerciantes y burgueses y aquéllos dedicados a las labores más sencillas completaban el esquema tradicional. Las órdenes militares de todos los pueblos han contribuido de una manera directa y activa a la generación universal. (Ver caballo).
Caballo. Vehículo terrestre por excelencia, el caballo, dotado de una cantidad de condiciones (fuerza, destreza, intuición) puestas al servicio del hombre, ha jugado un importante papel en la simbología. Su desplazamiento, como en la carta VII, está asociado a la movilidad y a la vida como un viaje por la tierra, como también puede apreciarse en los llamados Caballos o Caballeros de las cartas de la Corte. En numerosas mitologías y cuentos mágicos son frecuentes los caballos que hablan. Los caballeros son aquellos que manejan con habilidad el rumbo y la direccionalidad de la bestia.
Calavera. Se le atribuyen las generales del esqueleto humano (ver esqueleto), salvo que por su posición cenital se le asocian las características más altas, a saber: inteligencia y sabiduría. La forma semiesférica de la calavera se asocia al domo o cúpula en el simbolismo constructivo, siendo ambas imágenes de lo más alto, de la sumidad, y de conexión con otras posibilidades suprahumanas. Es interesante destacar que el maestro Jesús muere en el Monte (símbolo de elevación) llamado Gólgota, palabra cuya traducción es cráneo.
Cangrejo. Antiguo signo zodiacal de Cáncer, con el que se asocia por intermedio de las aguas y la luna que las rige. El cangrejo habita allí tal cual se puede observar en la lámina XVIII. Otra de sus características es caminar de lado y esconderse con gran rapidez.
Capa. Muchos de los personajes de las cartas de la corte y de los arcanos mayores aparecen con una capa. Esta protección contra el frío es también sinónimo de ocultamiento, tal cual la toga de los jueces y maestros en Derecho que expresa la solemnidad de la Justicia. Hasta nuestros días, canónigos, monseñores, letrados, simples paisanos de Castilla, y la mayoría de los indios que se cubren con ponchos conservan su calor interno amparados en un manto legal que nadie se permitiría prohibir.
Carro. El carro del Sol es el arquetipo de los carros guerreros y tanto asirios y caldeos como griegos y romanos emulaban las andanzas del dios solar con sus carros de guerra, en sus viajes de caza o exploración hacia lo desconocido. Los bajorrelieves asirios expresan una y otra vez la idea de carro o rueda (ver), mediante la cual se podían llevar al límite las posibilidades anidadas en el alma de los hombres. Conquistar territorios o ser uno solo con lo nuevo conocido es depender del carro, como vehículo, para estas conquistas.
Cetro. A esta figura corresponden las generales del bastón o bastos (ver), siendo estos últimos más primitivos y los que originaron el pulido y enjoyado cetro, imagen de poder de emperadores y soberanos.
Colgado. Estar colgado, en lengua popular, equivale a estar "vendido" o "entregado", o sea falto de cualquier protección; es haberse quedado sin nada de lo que ni siquiera jamás se ha poseído. La espectacularidad de la lámina XII que lo figura consiste en la idea de inversión (ver). Tanto el personaje central como los dos árboles truncados y equidistantes que lo acompañan enverdecen en la tierra mientras sus extrañas raíces parecerían estar en lo celeste.
Collar. El collar, como el rosario, es símbolo del encadenamiento de los mundos o los indescriptibles estados del ser universal, fuera del cual todo queda excluido por imposible. Las distintas cuentas y piedras preciosas del collar se encuentran unidas y traspasadas en su interior por un hilo sutil (sûtrâtmâ, ver tonsura), que liga a todos los seres y estados en una esencia común. Vemos collares en las cartas III, IIII y VIII. Le corresponde también el símbolo general del círculo, la esfera y la rueda (ver).
Columnas. Son notables las dos columnas que se observan en las cartas II y V. Representan a los dos pilares, activo y pasivo, del Arbol Sefirotico: los del amor y el rigor, de la construcción y de la destrucción, visibles en el simbolismo masónico en las columnas J y B, que provienen a su vez de las columnas del Templo de Salomón. El personaje central de estas cartas, La Sacerdotisa y El Papa, viene a representar la tercera columna, neutral, del equilibrio. Estar entre columnas es tener un lugar significativo en el cosmos. En la carta VII, las columnas son cuatro y sostienen la construcción cósmica. La armazón de la carroza es cuadrangular, mientras el dosel que sirve de techo mantiene una forma abovedada, representando ambos, respectivamente, la tierra y el cielo; esta misma simbólica puede observarse en lechos medioevales y renacentistas. También cualquier puerta que señale el pasaje de un espacio a otro está hecha a partir de un par de columnas que sostienen la construcción.
Construcción. La estructura matemática hermética del Tarot, es en sí una construcción completa; igual sucede con las personas que lo interiorizan, que van haciendo de sí mismas una nueva morada. Este oráculo, proveniente de la tradición hermético-alquímica, está íntimamente ligado no sólo a órdenes caballerescas y guerreras sino también a órdenes de constructores y artistas que heredan su simbolismo iniciático de la construcción del templo de Salomón, que a su vez reconoce orígenes mucho más antiguos. En las cartas XVI, XVIII y XVIIII se ven símbolos constructivos. También en el As de Copas, que parece figurar un castillo o un sagrario.
Copa, cáliz, recipiente, jarro. Obviamente estos elementos son receptivos, tanto para los líquidos, los cuales, por otra parte, se moldean a su forma, como también para los efluvios divinos o aguas superiores, llamadas celestiales, equiparadas al elemento aire, e igualmente los vientos y tempestades que el palo de espadas manifiesta.
Corazón. Aunque no es visible el corazón en las láminas del Tarot, éste está representado por las copas y es señalado en la carta VI, El Enamorado. Siendo este órgano primordial el habitáculo de lo divino, lugar central en que se aloja la esencia única del ser. En la lámina IIII, El Emperador, el corazón se señala con la piedra verde de su collar; y en la V, El Papa, los dos dedos que bendicen lo tocan. El "palo" de copas, en la baraja francesa, se sustituye por el "palo" de corazones, siendo símbolos análogos pues ambos son el receptáculo de los efluvios celestes. En el Popol Vuh, la deidad más alta es llamada "Corazón del Cielo", y tiene como su réplica exacta en el polo de la manifestación a otra entidad denominada "Corazón de la Tierra", directamente emparentada con el Dios Mundo que aún veneran los indios quiché.
Corona. En la simbólica cabalística, Corona es la traducción del hebreo del nombre de la sefirah número 1, Kether, aquello que se encuentra más allá de la cabeza o cúspide. Es por lo tanto atributo de la divinidad, de la realeza, y expresa a la función guerrera tal cual la tiara (ver) a la sacerdotal.
Cruz. La cruz representa la interacción de lo vertical con lo horizontal, como dos planos opuestos cualitativamente distintos. Es también un símbolo nítido del cuaternario, y por lo tanto se manifiesta de forma espacial en base al recorrido solar, marcando la presencia de las estaciones anuales y edades en la vida de un hombre, para nombrar algunas de sus manifestaciones. Es precisamente en su aspecto temporal donde se la suele circunscribir con un círculo, que toca en cuatro puntos equidistantes y análogos, en el caso de que esa cruz fuese de brazos iguales. Signo precristiano, es tal vez, junto con el del círculo y el del triángulo, de aquéllos que podríamos llamar verdaderamente arcaicos, generativos y connaturales al hombre, gracias al cual éste ha podido ser verdaderamente un emisario entre tierra y cielo. Todas las cruces que se encuentran en las láminas del Tarot son cruces de brazos iguales, como así las que realizan El Colgado, El Emperador y El Mundo con sus piernas. El Papa sostiene con su mano izquierda una cruz jerarquizada en tres planos, análoga a la milagrosa Cruz de Caravaca, donde algunos ven el esquema del Arbol de la Vida cabalístico.
Cuarenta. El número cuarenta es proverbial en la tradición judeocristiana, también como sinónimo de prueba: cuarenta días castiga Dios con el diluvio; Jesús recibe las tentaciones durante un ayuno de cuarenta días; los cristianos celebran la cuaresma, que son los cuarenta días que preceden a la Resurrección, y la ascensión de Cristo se produce cuarenta días después de esta última. Recordar que son cuarenta los arcanos menores del Tarot, organizados en diez dígitos y cuatro palos o colores los que corresponden en el Arbol sefirotico tridimensional, a los planos de las distintas numeraciones en los diferentes mundos.
Cuernos. Símbolo de defensa y de rechazo de energías maléficas, suelen relacionarse con la corona (ver), por estar ambos sobre la cabeza y por la raíz KRN que da lugar a ambas palabras. Aparece en el atuendo de varios chamanes. Inversamente, en El Diablo (lámina XV) sería una forma de irradiación de las energías caóticas que lo caracterizan.
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Desnudez. La desnudez puede equipararse con el despojo de los bienes materiales, la pureza, la ingenuidad y el candor. Todo esto está asociado, además, con la ausencia de posesiones mentales y la ligereza o levedad con la que este estado está emparentado. El cuerpo de la mujer desnuda es para el extremo oriente y otras tradiciones una imagen del cosmos, la madre universal, la esposa o amante sagrada. Estar desnudo es no tener nada que ocultar y, por lo tanto, la esperanza de recibirlo todo, incluso la ropa. Imagen del estado primigenio o verdaderamente natural, es también un símbolo de libertad. Aparecen personajes desnudos en las láminas XV, XVII, XX y XXI y también en El Loco que lleva la nalga descubierta.
Diablo. (Ver esclavitud). El diablo representa las energías ctónicas y a toda la manifestación cambiante, múltiple y material. Es un ángel caído que puede ser reconocido en cada quién, pero también es maestro y psicopompos que al mostrarnos las profundidades de sus reinos subterráneos nos permite la posibilidad de hallar la piedra oculta en el interior de la tierra y de redimirnos de esa caída accediendo al conocimiento de aquello imperceptible que une al bien con el mal. Llegando el Sol a lo más bajo no le queda más que ascender.
Discípulo. Los personajes que dan sus espaldas en la carta V, El Papa, y que se encuentran con los brazos abiertos en actitud receptiva, son los discípulos que reciben la enseñanza tradicional del hierofante o maestro del Arte del Tarot, representante del Señor del Tarot, que a través de imágenes y colores provoca la aparición del maestro interno. Este nos irá ofreciendo las llaves que abrirán las puertas de los arcanos. Recibir sin pretender ser lo que no se es, es propio de un discípulo de buena condición, o sea de aquél que verdaderamente va a recibir, el que a su vez podrá ejercer su arte o profesión, en este caso, el Arte del Tarot.