Correspondencia del tarot egipcio con el tarot tradicional
Se conoce como tarot tradicional al Tarot de Marsella y a sus variantes como el tarot de Rider-Waite. En estos tipos de baraja, existen unos arquetipos que se reflejan en los arcanos mayores. Estos mismos arquetipos aparecen en el tarot egipcio, pero al tener otros nombres puede que nos cueste identificarlos.
El tarot egipcio, al igual que el tarot tradicional cuenta una historia, originada a partir de la mitología egipcia referente al mito de Osiris. El ciclo de relatos conocido como la Resurrección de Osiris constituyó la parte más importante del mito del antiguo Egipto. Fue crucial para su religión durante más de 3000 años. El mito de la muerte de Osiris y su resurrección por Isis se convirtió en la base de la fe del pueblo egipcio, confirmando su creencia en una vida después de la muerte.
Osiris era el dios de la resurrección, símbolo de la fertilidad y regeneración del Nilo; es el dios de la vegetación y la agricultura; también preside el tribunal del juicio de los difuntos en la mitología egipcia. Existe una estrecha concordancia entre las tradiciones de los Arcanos Mayores y el Mito de Osiris. Las Cartas pertenecen de manera natural a dos grupos; las primeras, numeradas del 0 al 8, introducen a los principales dioses; las posteriores, del 9 al 21, cuentan la historia de la muerte y resurrección de Osiris.
El mito de Osiris introduce en la religión las nuevas ideas del bien y del mal. En el mito inicial, Osiris (el bien), es asesinado por su hermano Seth (el mal), quien lo arroja al Nilo, en donde lo encontrará Isis que con su amor le devuelve la vida. Con esa resurrección se establece el triunfo del bien sobre el mal.
Osiris fue un héroe cultural, rey mítico, fundador de la nación egipcia, que enseñó a los hombres la civilización, las leyes, la agricultura y cómo adorar a los dioses. Muere como hombre pero resucita como inmortal gracias a Thot. Es el responsable de juzgar a los muertos en la Duat, donde está acompañado por 42 dioses-jueces (uno por cada nomo, división territorial del Antiguo Egipto) que dictaminarán lo que acaecerá al difunto. Los egipcios vieron en la resurrección de Osiris la promesa de una vida eterna.
El asesino de Osiris, su hermano Seth, usurpó su trono, mientras que la esposa de Osiris, Isis, recuperó el cuerpo de su esposo y concibió póstumamente un hijo con él. El resto de la historia se centra en Horus, el producto de la unión de Isis y Osiris, quien primero era un niño vulnerable protegido por su madre y después se convierte en el rival de Seth al trono.
Su, a menudo, violento conflicto termina con el triunfo de Horus, que restablece el orden en Egipto después del injusto reinado de Seth y completa el proceso de resurrección de Osiris. Creían que todos los hombres vivirían eternamente, en el Aaru, si se realizaban ceremonias funerarias similares a las efectuadas con Osiris, muerto y resucitado. Así desde el Imperio Medio era costumbre, en los textos funerarios, nombrar al difunto con el apelativo de "Osiris"
El mundo es creado por Amón (El Loco), a partir de las tinieblas de la noche, este arcano en ambas tradiciones simboliza, tanto lo irracional inherente a todo ser, como la sabiduría suprema de aquel que al término de una larga búsqueda por último ha aprendido en la luz de su conciencia que “parecer estar loco es el secreto de los dioses”. Su palabra se halla encarnada en el dios del tiempo, Thot (El Mago) que es el que transmuta los elementos, el que domina los aspectos diversos y contradictorios de la existencia humana.
Es el que sabe lo que quiere y pone en marcha todo el proceso alquímico interior hacia el logro de un objetivo determinado. La Suma Sacerdotisa es Isis, hermana y esposa de Osiris este arcano simboliza el principio pasivo de la mente, el aspecto subconsciente de la sabiduría, oculta en lo más profundo de nuestra mente, y que solo el iniciado, que sabe meditar en la soledad y el recogimiento, puede percibir.
Luego surge Hator (La Emperatriz), otro aspecto de Isis que expresa el poder supremo, equilibrado por la inteligencia eternamente activa (El Mago) y la sabiduría absoluta (La Sacerdotisa). En el mundo intelectual, la emperatriz representa la fecundidad universal del ser. En el mundo físico, es la naturaleza en acción, la germinación de los actos, que deben nacer de la voluntad.
El primer soberano de este mundo recién creado es Amón-Ra (El Emperador) que representa la supremacía de la inteligencia, en el orden temporal y material. En el plano psicológico, el Emperador, invita a tomar posesión de sí mismo, a ordenar todo, en el sentido de la voluntad de poder y su sucesor es Osiris (El Sumo Sacerdote) es el que comunica su saber.
Es el mediador entre Dios y el hombre. Es el poder moral y la responsabilidad conferida al hombre. Representa al pontífice, es decir, al puente, el nexo, la conexión entre dos planos: el material y el espiritual. Los padres y abuelos de los dioses aparecen en Los Enamorados que representan la idea de unión y antagonismo, con todas sus consecuencias. Según la tradición Órfica y Pitagórica, en la ruta seguida por el alma, después de la muerte, se llega a una bifurcación, donde debe elegirse entre el camino de la izquierda, que lleva al campo de los Bienaventurados.
Un solo camino conduce a la felicidad, está en nosotros el saber elegir. El Carro muestra a Horus, hijo de Osiris e Isis, que simboliza el esfuerzo y la lucha del hombre para dominar las fuerzas y las limitaciones materiales, dirigido por su voluntad, inteligencia y espiritualidad, que logrará siempre y cuando, domine las tendencias antagónicas de su personalidad. Cuando el poder de Ra mengua, la diosa Sekhmet (La Fuerza) que simboliza la energía de voluntad, dirigida a la realización de valores morales. Es el triunfo del espíritu sobre la materia.
La fuerza bruta, instintiva, indómita del león, domado por una virgen. Representa la fuerza moral, el poder interior que domina la adversidad, las pasiones y los instintos primitivos, salvajes y oscuros, que aún perduran en lo más profundo de nuestra mente inconsciente y del cual nos cuesta escapar. Debemos sublimar los instintos, no destruirlos.