Barajas históricas: Tarot de Carlos VI
El origen del tarot es oscuro. Tal vez, se remonte, como otras cartas de juego, a los tiempos de los antiguos egipcios, desde el momento que los estudiosos han reconocido los arcanos mayores en los jeroglíficos. Por el contrario, otros estudiosos han hablado acerca de notables semejanzas de las cartas de juego con los primeros juegos e ídolos orientales.
Otros mencionan su relación con la tradición hebrea y la Qabalah. Por otra parte, no se puede excluir la Edad Media como la cuna del tarot. No sabemos ni siquiera si los arcanos mayores, con sus dibujos simbólicos y los arcanos menores, con sus cuatro palos, fueron creados por separado y reunidos más tarde en una sola baraja, por cualquier mente genial, o si, por el contrario, nacieron directamente como mazo o baraja de setenta y ocho cartas.
Tampoco hay un acuerdo unánime entre los estudiosos sobre la evolución de la baraja de tarot. Unos la explican a partir de unos iniciales arcanos mayores que se utilizaban con fines educativos. De ahí habrían pasado a tener un sentido mágico y adivinatorio, vinculado a antiguas filosofías y religiones. En unos tiempos marcados por el dogmatismo religioso y la persecución de cualquier actividad relacionada con el ocultismo, las demás cartas de la baraja de tarot habrían sido añadidas para ocultar esos sospechosos arcanos.
Uno de los primeros tarots de los que se tienen noticia es el
Tarot de Carlos VI
Se trata de uno de los tarots mas antiguos del mundo, creado a finales del siglo XV. La leyenda cuenta que Jacquemin Gringonneur fue su artifice y que las hizo por encargo de Odette, una amante del soberano, para tener entretenido al rey en sus horas de ocio. La aparición de estas cartas resulta interesante ya que estaríamos hablando de una de las primeras barajas de Tarot de la que se tienen constancia, ya que sería anterior incluso al Tarot de Visconti-Sforza. El rey Carlos VI recibía el sobrenombre del rey loco por sus delirios violentos que, tal vez a la luz de la psiquiatría moderna, podrían clasificarse como esquizofrénicos. Precisamente el primero de esos brotes de locura se produjo en el año 1.392 así que probablemente esas cartas fueron un esfuerzo para sacar al rey de los estados melancólicos que se sumía tras uno de sus brotes violentos.
Pero a día de hoy se sabe que, casi con total seguridad, estas 17 cartas no guardan relación con ninguna de las barajas del rey Carlos VI. Se cree que su origen pudiera ubicarse en el norte de Italia: tal vez Ferrara o Venecia, incluso hay quien dice que podría ser Bolonia, todos ellos lugares con tradición manufacturera de barajas de Tarot. Han sido fechadas a finales del siglo XV, dato que si es cierto, desbancaría esta baraja como la más antigua conocida.
Algunas de estas cartas se exponen en la actualidad en la Biblioteca Nacional de París. Dichas láminas carecen de leyendas y la numeración que figura en algunas de ellas es posterior, pero no existe la menor duda de que formaban parte de un Tarot. Todas ellas están pintadas a mano sobre pergamino por un excelente artista, y si bien presentan algunas diferencias con el modelo que consideramos clásico, éstas parecen ser debidas al deseo del artista de mejorar su calidad pictórica, por cierto muy elevada.
Estas cartas son: El Emperador, El Papa, El Amor, El Carro, La Justicia, El Ermitaño, La Fuerza, El Ahorcado, La Muerte, La Templanza, La Torre, La Luna, El Sol, El Juicio, El Mundo, El Loco y el Valet o Sota de Espadas.
Los motivos de los arcanos tienen el aspecto inconfundible de la imaginería de la baja edad media, los motivos alquímicos y esotéricos desaparecen y son sustituidos por imágenes de aire cortesano. El Tarot de Carlos VI trasporta inmediatamente a los rostros y miradas del medievo, es una baraja muy bella. En cuanto a la parte iconográfica se dice que las figuras constituyen alegorías de lo divino y profano, aspecto que atañe al final de la era medieval. El tamaño de las láminas es de 19 centímetros de alto por 10 de ancho. La baraja puede estar pintada por Roger de Gaiqnieres, quien se denominaba a sí mismo como fabricante de naipes, y se cree que procede del norte de Italia, seguramente de Venecia. Decimos que puede estar pintada e iluminada por Gaqnieres, porque como en tantas ocasiones hay quienes lo desmienten, en cualquier caso su nivel artístico es muy elevado. Como es usual todas las cartas están pintadas a mano sobre pergamino por un excelente artista, aunque presentan algunas diferencias con el modelo que consideramos clásico. Estas diferencias pueden ser por el propio deseo del artista de mejorar su calidad pictórica.
Se dice que durante esta época se jugaba con mazos de 78 a 97 naipes, pero que a partir del siglo XVIII se estableció, de manera oficial, el uso de 78 cartas. Estas cartas se distribuían en cuatro series de 14 cartas "inferiores", que determinaban desde el as al rey, y corresponderían a los Arcanos Menores y 22 cartas “maestras”, que serían los Arcanos Mayores.