La adivinación con el Tarot de la Nueva Visión
Como podéis ver, los significados de los arcanos mayores y menores expresan conceptos simples que pueden memorizarse con facilidad. Con la práctica puede resultar útil que os anotéis, aunque sea mentalmente, los posibles significados “secundarios” que las imágenes os sugieran. Conviene que interpretéis las cartas de este Tarot de forma instintiva y emotiva. Dejad que sea vuestra espontaneidad al elegir las cartas la que hable a vuestro corazón.
Quien en cambio desee profundizar la interpretación, podrá notar que muchas cartas presentan diversos elementos. En el 6 de oros, por ejemplo, un noble reparte monedas entre los pobres. La carta en cuestión representa la bondad de espíritu hacia el prójimo, pero el desgarrón del vestido del personaje es un descuido que presagia posibles pérdidas por una excesiva generosidad.
Carta al derecho o al revés.
Para vivir la vida con satisfacción hay que tratar de ver y pensar de forma positiva. Por eso la interpretación de estas cartas carece de significados dobles, tanto si aparecen rectas como hacia abajo. Una baraja de tarot se compone de 78 cartas: en general dos tercios de ella tienen un valor “positivo” y un tercio, valor “negativo”.
Sin embargo, si tenemos en cuenta que casi todas las cartas que salen al revés tienen un significado adverso, nos encontraremos normalmente ante una respuesta negativa.
En el Tarot de la Nueva Visión, si una carta positiva sale al revés, su significado positivo se atenúa; y por el contrario, si una carta negativa sale al revés, su significado negativo se acentúa.
Al final de la interpretación, la visión del futuro será seguramente más solar. Ahora centrémonos en la tirada cartomántica y en su respuesta.
Primer método: las cartas de la reflexión.
Barajad varias veces las cartas y, cuando creáis que estáis listos, sacad una sola. Miradla atentamente, reflexionad sobre su significado y volved a meterla en la baraja. Escribid en un diario o agenda la carta que habéis elegido. En este mismo diario anotad cómo os ha ido el día: es decir, las personas que habéis visto, los entusiasmos que habéis sentido, las contrariedades, y también si no os ha pasado absolutamente nada.
Comparad estos acontecimientos con la carta que habéis cogido por la mañana. En poco tiempo “os haréis” con la baraja, la sentiréis como un amigo de confianza y lograréis entender esos pequeños matices de sus significados. Si sois una persona que se sugestiona fácilmente, coged la carta pero no la miréis: guardadla en un sobre o en un lugar “seguro”. Durante el día pensad en la carta de forma positiva. Luego por la noche podréis mirarla y compararla con el día que habéis vivido.
Si además de ser bastante sugestionables, no os apasiona eso de escribir porque sois un tanto perezosos, dibujad simplemente en la agenda un círculo si el día ha sido terrible, dos círculos si ha ido mal, una raya si ha sido monótono y sin emociones, un asterisco si ha estado bien, y dos asteriscos si ha ido de maravilla
Cada fin de semana, o cuando vosotros queráis, comparad los símbolos que habéis dibujado con la carta que os ha salido. Seguro que os sorprenderéis.
Segundo método: las cartas exteriores y las cartas interiores.
Barajad 7 veces las cartas, pedid al consultante que os diga la pregunta a la que hay que responder, y decidle que “corte” una sola vez. Coged las primeras 7 cartas y colocadlas de “cara” en la mesa formando un gran W (una imagen como la de la figura de página 2).
Las cartas 1-2-3 nos dirán (en referencia al presente, pasado y futuro) cómo se ha hecho frente a nivel exterior a una situación determinada, a un trabajo, una historia de amor, o cualquier otro aspecto que os interese especialmente.
Las cartas 4-5-6 llegarán a lo más profundo a nivel interior para haceros reflexionar sobre si, por ejemplo, el dolor por un suceso ocurrido os ha podido dejar heridas difíciles de cicatrizar y que, por tanto, hay que superar.
Al tener una visión de conjunto de los dos ámbitos (interior y exterior), la séptima carta os podrá indicar la forma de encontrar un equilibrio justo entre lo que somos y lo que manifestamos.