Las 16 Cartas de la Corte. 2ª parte
Un Rey de Espadas, por ejemplo, nos vinculará al mundo del espíritu (Rey) con el plano de la mente (espadas), y podríamos denominarlo en términos cabalísticos "Atsiluth en Beriyah". Este Arcano relacionará al fuego (Rey) con el aire (espadas), y de esta manera cada una de las 16 Cartas de la Corte vinculará entonces a 2 elementos, viéndose también en ellas las influencias que un plano ejerce en otro. Si hemos dicho que hay un Arbol Sefirótico completo dentro de cada uno de los mundos o planos, esto nos permitirá comprender que en el interior de cada uno de esos 4 mundos están también contenidos los mismos 4 planos o niveles.
Se ha dicho que estas últimas 16 cartas responden a un cuaternario referido a lo que la tradición hindú entiende por las castas, incluso relacionándolas con la influencia y el poder que esas castas tienen en el devenir histórico. Desde ese ángulo de visión los reyes corresponderían a los sacerdotes (o emperadores-sacerdotes), las reinas a la nobleza y aristocracia, los caballos a la burguesía comercial, política y administrativa, y los pajes a los campesinos, peones, operarios y personal de servicio. Si bien esas divisiones existen, y son fundamentalmente espirituales y simbólicas, nada tienen que ver con las concepciones actuales de clase, basadas en lo económico, cultural o racial. Desde hace muchos siglos los hijos de una misma pareja pueden pertenecer a castas espirituales diferentes.
Los Cuatro Caballeros
Los caballeros o caballos simbolizan al mundo de Yetsirah, el alma o psiquismo más denso, al que se relaciona el elemento agua. Son las aguas inferiores que debe atravesar el Iniciado en su proceso, durante el viaje del Conocimiento, en el cual debe superar pruebas y peligros, perdiéndose a veces en los laberintos de su propia mente individual, obstáculos que sólo podrá salvar si es conducido por el hilo de la Tradición y es inspirado por su Dama o Reina, la mente universal, alma o psiquismo superior, con la que finalmente, una vez experimentadas las purificaciones y transmutaciones, se identificará. Es importante recordar que aunque el mundo de las formaciones pueda ser visualizado como el enemigo, el hombre viejo que debe sacrificarse con el dolor y la muerte, para dar lugar a un nuevo ser, es sin embargo, en la primera parte del proceso, el único vehículo con el que contamos, pues es por su medio, y gracias al hecho de que logremos traspasarlo, que podremos superarlo, trascendiéndolo, llegando así a las regiones más sutiles de la mente. Estas cartas están relacionadas con la movilidad y el cambio, como bien lo atestiguan los caballeros andantes.
El Caballero de Bastos corresponde a lo que en términos cabalísticos llamamos Yetsirah en Atsiluth. Así como el agua logra apagar al fuego, las oscuras densidades de nuestros egos y pasiones nublan la presencia de lo Unico. La carta sin embargo simboliza al Adepto que se entrega al fuego del Espíritu.
En el Caballero de Espadas observamos la relación del plano de Yetsirah con el de Beriyah. Aquí el aventurero busca a su Dama a la que encontrará detrás de las apariencias ilusorias.
El Caballero de Copas es Yetsirah en Yetsirah, el agua en el agua. El Iniciado se ve aquí luchando contra sus densidades, y no encuentra por lo pronto la salida de la cárcel de su mente.
Y el Caballero de Oros representará las influencias del psiquismo en el mundo material y el cuerpo físico, Yetsirah en Asiyah.
Los Cuatro Pajes
El Paje simboliza al mundo físico de Asiyah, la realidad corporal y sensible. Estas cuatro figuras jerarquizadas de la Corte, representan cuatro estados del ser, todos ellos siempre presentes en el Universo y en el interior de uno mismo; pero mientras este aspecto material de los seres está en constantes cambios y mutaciones, los estados superiores, representados por el Rey y la Reina, se mantienen inmutables y eternos. Se pueden relacionar estas cartas con la ley del karma (acción-reacción), y con las relaciones que lo físico tiene con los otros niveles. Desde otro punto de vista, esta figura también se refiere a la humildad, que bien entendida es la que hace aflorar la nobleza interior.
El Paje de Bastos será entonces el que corresponde a Asiyah en Atsiluth, la tierra en el fuego o la Tierra en el Cielo y es otro de los símbolos que nos induce a meditar sobre la identidad y fusión indisoluble de la materia y el espíritu.
En el Paje de Espadas observamos a través de las leyes físicas, a la Mente Universal que las crea y las ordena. Es Asiyah en Beriyah, que nos relaciona al mundo material con las ideas arquetípicas, a la tierra con lo aéreo, permitiéndonos comprender, a través de lo físico, lo metafísico.
El Paje de Copas, Asiyah en Yetsirah, nos lleva a pensar en los efectos que las cuestiones materiales producen sobre nuestro psiquismo. Se refiere a la tierra y al agua, dos elementos que se complementan y que son los que juntos constituyen el mundo inferior en constante cambio y movimiento.
Y finalmente el Paje de Oros, Asiyah en Asiyah, es la carta que se refiere específicamente a las cuestiones materiales, al cuerpo físico, y a las fuerzas terrestres y subterráneas que son el reflejo invertido y el complemento necesario de las energías celestes.