Las 16 Cartas de la Corte. 1ª parte
Las dieciséis cartas de la corte nos permiten interrelacionar los distintos mundos o planos. Las 4 figuras, denominadas Rey, Reina, Caballero o Caballo y Paje, corresponden por su orden a cada uno de los 4 niveles del Arbol de la Vida: Atsiluth, Beriyah, Yetsirah y Asiyah, y por lo tanto también a los elementos y estados del ser que se les relacionan, según lo hemos explicado. Como estas figuras se encuentran a su vez en cada uno de los 4 "palos" o "colores" de la baraja Bastos, Espadas, Copas y Oros que según vimos están también vinculados con los mismos 4 planos, estos Arcanos nos permiten conocer de las relaciones que tienen los 4 niveles entre sí.
Las Cartas de la Corte son pues también el símbolo de la jerarquía cuaternaria presente en el universo, la naturaleza, la organización social y en el interior del hombre mismo. Recordemos que estos 4 niveles, estados o mundos, ya sean vistos en lo macro o en lo microcósmico, no están separados, sino que por el contrario constituyen una unidad indisoluble y permanecen siempre en una interrelación constante y perenne. Esto se expresa de modo claro en el simbolismo a que da lugar la relación de los 4 elementos entre sí, tan conocida en la Astrología y presente también en otros códigos simbólicos (como es el caso del I Ching).
Los Cuatro Reyes
El Rey o el Emperador es el símbolo en la Tierra de la más alta jerarquía, vinculada a la realidad espiritual, al mundo de Atsiluth, inmanifestado y omnipresente. Significa la nobleza interior que va aflorando durante el proceso iniciático en la medida en que el adepto se despoja de sus egos y condicionamientos vulgares y va obteniendo la fusión con el Espíritu. Es un estado en la conciencia que se logra cuando el Hijo, una vez que ha pasado por la purificación de la muerte iniciática, encomienda su espíritu en manos de su Padre, sacrificando así su voluntad individual y entregándose a la Voluntad Superior, que es la suya más íntima y la que rige su destino.
El Rey de Bastos, arcano relacionado con el fuego pues tanto la figura (Rey), como el palo o color (Bastos) simbolizan a este elemento, representa al Espíritu Unico e indeterminado: Atsiluth en Atsiluth, donde todo se encuentra unido por la esencia.
El Rey de Espadas, Atsiluth en Beriyah, nos muestra a la acción del fuego en el aire, del Espíritu en la mente universal, a la que perennemente engendra y fecunda con Sabiduría e Inteligencia.
En el Rey de Copas, Atsiluth en Yetsirah, vemos la acción purificadora y transformadora del fuego en el agua. Lo ígneo evapora lo líquido, generando los gases livianos. El Espíritu penetra el denso mundo del psiquismo inferior, transmutándolo. En nuestro proceso iniciático es ese fuego el que logra que nuestros densos estados psicológicos se vean convertidos en sustancia sutil y que el pensamiento vuele a las regiones superiores de la conciencia.
El Rey de Oros corresponde a la influencia de Atsiluth en Asiyah, del Espíritu en la materia, del fuego en la tierra, y los efectos que esta conjunción produce de transformación, purificación y generación.
Las Cuatro Reinas
La Reina representa, en una organización tradicional, a la Mente Universal, indiferenciada del Espíritu. Es la Madre virgen y pura que copula con El perennemente engendrando y recreando al Hijo, la creación entera, el Ser Universal, del que los seres individuales somos sólo pálidos reflejos. Simboliza al Mundo Arquetípico de Beriyah, el psiquismo superior o substancia sutil, representados por el elemento aire. Y en el proceso iniciático puede ser visualizada como la amante ideal del caballero, el alma noble, purificada y transmutada, por cuya conquista éste realiza sus heroicas y aventuradas hazañas, desafiando todos los peligros.
En la Reina de Bastos podemos observar la acción del aire en el fuego, al que alimenta. Es Beriyah en Atsiluth, la unión perfecta e indisoluble del alma y el Espíritu; la entrega de lo cósmico a lo supracósmico. En el ser humano ella representa la apertura y la receptividad de la mente individual a los influjos superiores, y la universalidad de nuestro pensamiento.
La Reina de Espadas es Beriyah en Beriyah, símbolo prototípico de este Mundo de la Creación que representa un estado del ser y un grado de la Iniciación en el que sólo tienen cabida las ideas universales, no existiendo allí ningún rastro de individualidad.
La Reina de Copas, a la que llamamos Beriyah en Yetsirah, nos muestra la acción del aire en el agua, que indica la influencia de estas ideas universales en las mentes individuales, a las que ordena y regenera.
Y la Reina de Oros, Beriyah en Asiyah será entonces la que manifiesta el efecto que ejerce esa mente o inteligencia cósmica en el seno del mundo material y en las leyes de la naturaleza, en los que se observa la perfección de los planos y diseños realizados por esa inteligencia oculta detrás de las apariencias de la forma, la que se expresa en la creación entera y en toda manifestación.