Los sueños de los niños y los adolescentes
En los sueños se reflejan las circunstancias propias de cada etapa de la vida. Y los sueños pueden ayudarnos a comprender y a manejar esas circunstancias.
El tema de los sueños infantiles ha sido objeto de numerosas controversias. Aunque se han llevado a cabo varios estudios a gran escala los métodos utilizados en los mismos, al igual que las diferencias en las poblaciones de niños utilizada (Por ejemplo, en algunos se utilizó niños normales y en otros se utilizaron niños con disturbios emocionales), hacen difícil llegar a conclusiones y generalizaciones válidas en base a éstos. Un problema a la hora de estudiar los sueños de los niños que todavía no han adquirido un buen dominio del lenguaje es la dificultad que tienen para comunicar sus experiencias. Otro problema es que muchos niños menores de cinco años tienen dificultad en distinguir entre sus sueños y sus fantasías. Por otro lado ya a los tres años de edad la gran mayoría de los niños son capaces de distinguir entre los sueños y la realidad.
Sabemos que la etapa de sueño MOR está presente desde antes del nacimiento. Sin embargo, no sabemos si esto significa que los recién nacidos o incluso los fetos, sueñan. Antes de los dos años de edad los niños en ocasiones, lloran, emiten sonidos o se mueven mientras duermen lo que para algunos investigadores indicaría que están soñando.
En cuanto a los sueños a partir del segundo año de vida también existe controversia. Acaso las únicas cosas en las que la mayoría de los investigadores están de acuerdo es en que los niños son más flexibles que la mayoría de los adultos en cuanto a las acciones que pueden llevar a cabo en los sueños y en que en los sueños de los niños los animales tienen un lugar de mayor prominencia que en los sueños de los adultos. Al principio los sueños de los niños y niñas tienden a ser sumamente sencillos y sin trama, por lo general meramente informan que vieron alguna persona o animal. Los estudios parecen también indicar que en los sueños de niños y niñas de tres y cuatro años de edad las actividades son llevadas a cabo por otros caracteres que no son el propio niño o la propia niña. Es decir, el niño es más un espectador que un actor del sueño. A los cinco o seis años aumenta la actividad física e interpersonal dentro de los sueños. Sin embargo, el niño o la niña en su carácter de personaje de su propio sueño continúa actuando de una forma relativamente pasiva aunque no tanto como uno o dos años atrás. Es en esta edad que comienzan a surgir las diferencias entre los sueños de las niñas y los de los niños. En los sueños de los niños comienzan a aparecer personajes desconocidos (especialmente del género masculino) y animales salvajes con mayor frecuencia. En los sueños de las niñas, por el contrario, aparecen con una mayor frecuencia las interacciones amistosas y los finales felices. En otras palabras, los sueños de las niñas son placenteros y agradables mientras que en los sueños de los niños se acentúan los conflictos. Los niños y las niñas de esta edad informan alrededor del doble de sueños que los niños o niñas de menor edad.
A la edad de ocho o nueve años tanto los niños como las niñas se convierten en participantes más activos en sus sueños. Los sueños de los niños comienzan a parecerse a los de las niñas. La presencia de animales y de personajes desconocidos comienza a disminuir y la de otros niños y miembros de la familia a incrementarse.
Entre los nueve y los doce años comienza a disminuir la presencia de miembros de la familia tanto en los sueños de los niños como en los de las niñas, mientras que la interacción con otros niños de su mísmo género y de edad similar se incrementa. En nuestra cultura los sueños de los niños preadolescentes presentan escenas agresivas o violentas con mucha mayor frecuencia que los de las niñas. También aparecen con mayor frecuencia escenas relacionadas con actividades atléticas o deportivas. En los de las niñas, por el contrario, se presentan con mayor frecuencia escenas relacionadas con el aprendizaje de tareas domésticas y con relaciones sociales. Esto probablemente se deba a que es en esta edad cuando tanto los niños como las niñas comienzan a trabajar con intensidad en la tarea de identificarse con los papeles tradicionales que la sociedad le asigna a su género. De ser así es de esperar que los cambios sociales que conllevan alteraciones en estos papeles tradicionales produzcan a su vez cambios en el contenido de los sueños.
Un tema que ha sido objeto de estudio y especulaciones es el de la capacidad de los niños para distinguir los sueños de la realidad. El famoso psicólogo suizo y estudioso del desarrollo intelectual infantil Jean Piaget postuló que los niños pasan por tres etapas en el entendimiento de sus sueños. En la primera etapa, cuando tienen 5 o 6 años de edad, el niño experimenta el sueño como que proviene de fuera y se desarrolla fuera de su cuerpo o su mente. Es decir para el niño en esta etapa los sueños no forman parte de sus pensamientos, sentimientos o ideas. En la segunda etapa, entre los 7 y 8 años de edad los niños, según Piaget, creen que los sueños surgen de ellos mismos pero se desarrollan fuera de ellos. El niño o la niña de esa edad siente que los sueños tienen algo que ver con sus pensamientos pero experimenta los sueños como desarrollándose en el dormitorio o enfrente de su cabeza. En la tercera etapa que se da entre los 8 y los 9 años de edad los niños experimentan los sueños como de origen interno y como desarrollándose internamente, como parte de sus propios pensamientos, sentimientos e ideas.
Las características distintivas de los sueños de los adolescentes
Los sueños se van haciendo más complejos y mejor organizados a medida que se acerca la adolescencia. Los sueños de los adolescentes de entre trece y quince años de edad reflejan los cambios psicológicos en las áreas afectivas, cognitivas y sexuales al igual que los ajustes sociales por los que están pasando. En los sueños de los varones las relaciones interpersonales aparecen como difíciles y tormentosas. También aparecen personajes enojados. Sin embargo, no es común que aparezcan actos de agresión física y hay por otra parte una buena cantidad de sueños placenteros. En los sueños femeninos esto no es tan pronunciado lo que hace pensar que para las mujeres la adolescencia es un período menos complicado y problemático que para los varones. Durante la adolescencia disminuye, tanto en varones como en mujeres el número de familiares que aparecen en los sueños mientras que aumenta el número de jóvenes de su propia edad.
Todo esto, claro está, varía un tanto de acuerdo a otros factores sociales. Por ejemplo, según David Foulkes un prominente estudioso de los sueños, en los sueños de los varones de clase económica baja se produce un mayor número de interacciones hostiles que en los de varones de clases más pudientes.