Sueños y oráculos en el Antiguo Egipcio
El poder de los oráculos egipcios
En la versión copta de la Biblia, se habla de que el faraón llamaba a sus intérpretes de los sueños, y pronunciaba la palabra sesh per ankh, que viene a significar más o menos, escriba de la casa de la vida. No sería de extrañar que mucha gente en aquellos tiempos, tanto poderosos como del pueblo llano, pasaran las noches en los templos en busca de un pronunciamiento divino de sus sueños. En el templo de Seti en Abydos, en los muros de su escalera posterior, están escritos nombres de numerosos visitantes que pernoctaron en el lugar.
Es de suponer que sacerdotes egipcios especializados, operaran como oráculos de los sueños de las visitas, recibiendo a cambio algún honorario. En Egipto, se consideraba al oráculo una parte importante para la toma de decisiones, tanto para gentes humildes como para los ricos. Los sacerdotes podían tener control sobre un rey débil informándole de la voluntad de los dioses a través de oráculos. Durante el Imperio Nuevo, los sacerdotes de Amón-Ra usaban los oráculos cada vez más para dictar la manera que, ellos decían, los dioses deseaban que el faraón reinara. Así en realidad, durante la dinastía XXI los sacerdotes de Amón tomaron el control de Egipto y reinaron en nombre de las deidades.
Sin embargo, incluso cuando había un rey fuerte, los oráculos influenciaban en el Estado y en las decisiones personales, escogiendo el heredero al trono, haciendo juicios legales y anunciando el mejor momento y lugar para sembrar la cosecha o fundar un templo.
En los inicios de la cultura egipcia el sacerdote llevaba una máscara o un tocado representando a la divinidad, asumiendo simbólicamente la persona del dios y hablando con plena autoridad. La apariencia de esa figura vestida con máscara causaba terror y fascinación en los corazones de los egipcios, pues creían que en verdad la deidad se manifestaba delante de ellos.
Luego los sacerdotes utilizaron unos agujeros en las paredes del templo para responder a las preguntas de los peticionarios o solicitantes en el exterior de los recintos sagrados, y a veces los agujeros estaban detrás de una enorme estatua, o dentro, para que pareciera que era la estatua la que respondía. No debemos pensar que era una trampa, pues se creía que el ka de las divinidades vivía en las estatuas y que los sacerdotes eran simplemente portavoces. Todavía más, el misterio de la experiencia servía para distanciarlos del mundo cotidiano, y así se permitía al solicitante establecer un lazo espiritual con la deidad del oráculo, para que él o ella recibiera el conocimiento durante las horas y días siguientes en sueños y visiones de despertar
La facultad de cambiar el destino
Quedaba aun otro servicio sagrado que podía prestar el sacerdote intérprete. Si el sueño resultaba nefasto para el consultante, le facilitaba un conjuro egipcio mágico que evitaría el cumplimiento de la predicción. Un ejemplo conocido, es el del durmiente que al despertar si no quería que le sucedieran los males que le había anunciado el sueño, tenía que rogar a la diosa Isis, la guardiana de las palabras mágicas, para que acudiera y alejara dichas complicaciones. Recitada la petición, se le daba pan mojado en cerveza y mirra, con lo que debía embadurnarse la cara.
El empleo de todos estos recursos, nos dan idea del grado de importancia que se atribuía a los sueños, a orillas del Nilo, en el devenir diario de la existencia de los antiguos egipcios.