Los sueños en el Antiguo Egipcio
Tanto en las primeras civilizaciones mesopotámicas como en el antiguo Egipto, los sueños ocuparon un lugar preferencial en las concepciones espirituales y religiosas. En el antiguo Egipto se creía que los sueños encerraban mensajes que podían ayudar o anunciar algo que estaba por venir. Se levantaron templos dedicados al sueño. En estos templos, con una preparación previa, se entraba para soñar o para encontrar estados psíquicos similares al ensueño. En un estado de tranquilidad y místico, se buscaba el sueño, y dentro de él, la clave de algo trascendental o intrascendente.
Los sacerdotes eran los encargados del proceso al estado de ensoñación y de la posterior interpretación. Maestros de las cosas ocultas; así eran llamados estos sacerdotes conocedores de las ciencias herméticas.
Con el tiempo los sueños pasaron a ser el umbral de la sabiduría y una gran ayuda para la salud, ya que se buscaba en ellos el diagnóstico y el tratamiento para las más diversas enfermedades.
En el antiguo Egipto el dios del custodio de los sueños era el llamado Dios Bes. Todos aquellos que sufrían pesadillas nocturnas solían encomendarse a este Dios para que los protegiera de ellas. Como atestiguan los famosos sueños del Faraón recogidos en la biblia, los sueños eran un elemento importante para el conjunto de creencias. En las enseñanzas para Merikare, obra fechada en el año 2100 AC, el autor sostiene que los sueños son enviados por los dioses para conocer el futuro. Pero a través de los sueños se recibía una valiosa información acerca de tratamientos de enfermedades, advertencias sobre posibles peligros, y consejos o respuestas a las preguntas del soñador.
Según nos relata el Antiguo Testamento (Libro del Génesis), José salió de la cárcel por que el faraón le hizo llamar para que le diese su opinión acerca de dos sueños, que los magos de la corte no lograban descifrar. En el primero, el faraón vio siete vacas hermosas y gordas que pastaban entre los juncos de la orilla del Nilo. Acto seguido se acercaron siete vacas flacas que devoraron a las siete hermosas y gordas. En el segundo sueño faraónico, siete espigas granadas y lozanas, fueron devoradas por siete espigas raquíticas. osé le contó al faraón que habría en Egipto siete años de prosperidad, seguidos de otros siete de hambruna, y le aconsejó que tomara las previsiones necesarias, para que Egipto no muriese de inanición.
En una estela a los pies de la Esfinge, se nos explica el sueño del joven príncipe que después de un día de cacería, cansado se queda dormido al lado de la estatua medio enterrada en la llanura de Guizeh. Sueña en que la figura de piedra le habla y le promete que llegará a faraón, si la desentierra.
Se sabe que la arena fue despejada y aquel joven se convirtió en Tutmosis IV. La estela nos da la medida de la importancia que tenía para los egipcios la interpretación de los sueños, y corrobora el relato bíblico del Libro del Génesis con José.
El faraón a partir de aquel momento le concedió toda su credibilidad y le confió la política económica de Egipto para los catorce años venideros. El pueblo egipcio, reservó parte de sus cosechas y no pasaron hambre.
El enigmático Libro de los sueños
El libro está escrito en el anverso de un papiro, por cierto, bastante desfragmentado, cuya datación presenta algunas dificultades. En el reverso del mismo se cuenta la descripción de una batalla y una copia de una carta al visir de Egipto. Este documento pertenece a la XIX Dinastía, es decir sobre el 1275 a.C. Los estudiosos han llegado a la conclusión que este texto es la copia de uno anterior perteneciente a la Dinastía XII, remontándose por lo tanto a una fecha cercana al 2000 a.C.
En el citado papiro, tanto el final como el principio se han perdido y lo que resta es en esencia, una lista de sueños con las interpretaciones que se les atribuían. Todas las elucidaciones se enfocan como proféticas. ¿Para quién fue escrito este papiro egipcio? Teniendo en cuenta que la gente del pueblo no sabía leer, solo resta la posibilidad que los sacerdotes escribas de la corte, lo redactaran para algún faraón o sumo sacerdote, capacitado para poder luego interpretar los sueños planteados.
El texto está escrito en tinta negra, pero la palabra "malo" de los augurios se escribe en tinta roja, recordando el uso ominoso de este color de tinta en el Antiguo Egipto. Las columnas van encabezadas por el texto "Si un hombre se ve a sí mismo en un sueño", y lo sigue el listado de sueños, seguidos éstos por sus interpretaciones y organizados, primero por buenos augurios y después por malos.
Existe una gran variedad de sueños a lo largo del texto. Por ejemplo, está el sueño de alguien que bebe cerveza y es bueno, pues significa felicidad, o el contrario, que bebe cerveza caliente, cuyo significado es sufrimiento. Sumergirse en las aguas de un río en un sueño te absolvería de los males y comer un huevo te hará pobre. Si estás serrando madera en tu sueño, ya no tendrás que vértelas con tus enemigos, pues significa que éstos habrán fallecido. Y si se te caen los dientes, los que posiblemente no te verán serán ellos a ti, pues habrá una muerte en tu entorno. ¿Y el famoso significado que le damos actualmente cuando soñamos que fallece un conocido? Pues según el papiro era el mismo en el Antiguo Egipto, ya que se alargaría la vida de dicha persona (seas tú o sea otro).
Para contrarrestar los sueños negativos, se daban unas fórmulas para protegerse de ellos en caso de que aparecieran al paso. Para los buenos sueños, con disfrutarlos era suficiente.