Obesidad y sueño, una extraña relación
Una investigación realizada por expertos de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda) muestra la posible relación entre obesidad y sueño, la falta de sueño durante la infancia provocaría obesidad en estado adulto. Se trata de una curiosa relación que los investigadores no terminan de comprender, las conclusiones iniciales indican que de algún modo, no descansar correctamente podría alterar las hormonas responsables de regular el apetito.
Para llegar a esta conclusión los investigadores tomaron los datos pertenecientes a 1.037 niños de ambos sexos que nacieron entre los años 1972 y 1973. Posteriormente se recabaron datos para determinar el tiempo empleado en dormir en distintas edades 5, 7, 9 y 11 años.
También se tuvieron en cuenta diversos factores como las condiciones económicas de la familia, el tiempo empleado en ver la televisión, la herencia genética, etc., con el propósito de descartar otros signos asociados al sobrepeso y la obesidad. Los resultados revelaban que los niños que habían dormido menos horas eran más obesos a los 32 años de edad.
La reducción de sueño en la infancia durante los últimos años podría haber contribuido a aumentar los índices de sobrepeso y obesidad actuales. Por ello, y a falta de nuevos estudios que amplíen la relación obesidad y sueño, los investigadores recomiendan que el sueño infantil sea respetado y que los niños descansen bien a fin de evitar el mencionado riesgo. Nosotros añadiríamos además que un buen descanso es sinónimo de rendimiento físico e intelectual.
Si quieres conocer más detalles sobre el estudio, todos los datos han sido publicados en la prestigiosa revista científica Pediatrics.
Obesidad, sueños y adultos
Al parecer, la cantidad de sueño condiciona el nivel en el organismo de dos hormonas, la leptina y la grelina, de modo que, en individuos que han dormido poco, disminuye la primera y aumenta la segunda. La leptina tiende a suprimir el apetito, con lo que su disminución supone una mayor tendencia a comer. Por el contrario, la grelina provoca sensación de hambre, pero en este caso la falta de sueño produce un aumento de esta hormona, por lo que su efecto se suma al anterior. La conjunción de ambos es un aumento del apetito.
Lo anterior se deduce de un estudio realizado en doce varones jóvenes, a los que se limitó el sueño a cuatro horas durante dos noches. Como promedio, su nivel de leptina bajó un 18 %, mientras que el de grelina subió un 28 %. El resultado fue un aumento del apetito algo superior al 23 %, con tendencia a ingerir dulces, salados (patatas fritas, frutos secos,…) y comidas con alto contenido en carbohidratos, como la pasta y el pan. Adicionalmente, diversos estudios epidemiológicos indican que las personas que duermen poco son más propensas al sobrepeso. Para terminar, se ha demostrado también que las ratas privadas de sueño comen más que las que duermen lo que quieren.
Según los expertos, y a pesar de lo concluyente que parecen los estudios mencionados, estos resultados deben considerarse sólo provisionales. A la prudencia general que debe acompañar cualquier investigación se añade, en este caso, el hecho de que se hizo en pocos individuos (doce), y todos ellos varones jóvenes.