Ritual para defenderse de maridos infames y malvados
En el mundo actual, el drama que más abunda es de la ruptura de los matrimonios y el hundimiento de los hogares. La mayoría de las víctimas dicen lo mismo: “me lo han embrujado” pero eso no suele ser cierto si no que siempre ha sido así pero había disimulado hasta tener a su mujer a su merced.
Para aquellas mujeres que quieran escapar de sus maridos, jugadores, puteros, borrachos o maltratadores hay que seguir el siguiente ritual:
Se ha de disponer del consabido altar y encender dos velas blancas o dos velas de hierbas Rompezaragüey (una a la derecha y una ala izquierda); se empieza por encender la de la derecha con una cerilla de madera. Entre las velas se coloca, un soporte para varillas de incienso y se deja dispuesta una varilla de Pachulí, o una de los Siete poderes de África o de Jazmín.
Si se pueden conseguir incienso en polvo vudú es mejor quemar Incienso separador o Rompedor de Amor, pero en tal caso se ha de tener en un fogón o pebetero para quemar pastillas de carbón litúrgico instantáneo. Como elemento auxiliar se coloca un platito blanco a la izquierda, en el cual se depositarán, en el momento oportuno las cenizas de un papel que ya se indicará cómo usar. Este papel será papel de barba de un tamaño más o menos de un billete grande de autobús y en él se habrá escrito claramente el nombre y apellidos del marido. A continuación, de pie o sentada, con las palmas levantadas y vueltas hacia delante, se salmodia la oración mágica siguiente:
¡OH, espíritus angélicos del mundo invisible!
¡OH, espíritus de cuantas habéis sufrido tribulaciones
En vuestros hogares terrestres!,
Os ruego que atendáis mis ruegos
E intercedáis por mis deseos.
OH espíritus bienaventurados
De cuantos sufristeis martirio y dolores
En vuestra existencia terrena!,
Os suplico que escuchéis mis palabras
Y tengáis a bien protegerme
De mi malvado marido, llamado (nombre completo)
Y lo alejéis de mi lado para siempre.
Vosotros espíritus de esposas y madres
Que sabéis lo que es el sufrimiento,
La angustia y el desconsuelo,
Ayudadme a superar las adversidades
Y a combatir la maldad de mi marido, llamado (nombre)
Y a recuperar a mi hijo (nombre completo de los hijos)
¡OH, espíritus angélicos y elementales
Que sois la justicia y el poder
Que a los justos y a los débiles amparáis!
Dignaos a escuchar mis palabras,
Atended mis súplicas
Y protegedme de las violencias de mi marido,
Y siempre bendeciré vuestra bondad.
¡OH, espíritus angélicos superiores,
Mártires, santos y bienaventurados
De todos los pueblos y creencias!,
Os imploro que premiéis a cuantos
Espíritus buenos y misericordiosos
Acudan en mi socorro,
Pues será prueba de que la virtud
Anida en su corazón.
Así sea.
Seguidamente se hace una breve pausa y se enciende la varilla de incienso, en este caso con la llama de la vela de la izquierda (si se quema incienso en polvo es el momento de depositarlo encima del carbón, el cual tiene que estar encendido desde el principio de la ceremonia), se levantan las manos de nuevo y se apagan las velas con un apagavelas y se guardan los utensilios para el día siguiente. Este ritual ha de hacerse por novenas. Se descansa unos días, se hace otra novena y así hasta que se solucione el problema. En realidad para que la novena sea más efectiva debe hacerse cuando la luna está menguando (una vez al mes). Puede llevarse a cabo de noche o a primeras horas de la mañana, pero en una habitación oscura, sólo iluminada por la luz de las velas. Es preferible hacerlo mirando al Oeste o Poniente, es decir de cara a donde se pone el sol.