Amuletos egipcios
Un amuleto es un objeto que aparta el Mal de Ojo o que protege de él.
Las tumbas egipcias y más concretamente las cavidades y las vendas que rodeaban el cuerpo de las momias, han proporcionado multitud de pequeños objetos hechos con piedras semipreciosas, tales como jaspe, hematites o lapislázuli además de pasta de vidrio o madera. Estos objetos estaban dispuestos de una forma determinada y en los lugares marcados por el ritual de la momificación y aportaban al cuerpo su protección, cumpliendo funciones determinadas en el Más Allá.
En algunas ocasiones, los amuletos reproducían signos de carácter jeroglífico que poseían el mágico poder de lo que representaban y que transmitían al portador de los mismos. De esta manera, la caña de papiro transmitía juventud y vigor a quien lo llevaba. Cuando un mago creaba un amuleto, introducía en él, según los rituales de encantamiento, fuerzas esenciales para preservar la vida y garantizar la inmunidad de un cuerpo o de una momia.
Generalmente para proteger por completo a una momia, había que utilizar ciento cuatro amuletos diferentes, atados a los dedos de los pies y con un ritual hacer llegar y circular la "fuerza mágica" a través de todo el cuerpo antes de llegar a la cabeza. De esta manera se protegía del mal bajo todas sus formas.
En el Antiguo Egipto las madre de familia tenían un conocimiento profundo de la ciencia de los amuletos, que utilizaban para poner a sus hijos al abrigo de peligros, tanto reales y externos, como las picaduras de escorpiones o serpientes como de los demonios malignos. Estos amuletos no solo protegían sino que también atraían la buena suerte y propiciaban el amor, la salud, el trabajo y el éxito, con las mismas propiedades y funciones que los amuletos actuales
El Ojo de Horus, o Udyat "el que está completo", fue un símbolo de características mágicas, protectoras, purificadoras, sanadoras, símbolo solar que encarnaba el orden, el estado perfecto. El Udyat es un símbolo de estabilidad cósmico-estatal. Se utilizó por primera vez como amuleto mágico cuando Horus lo empleó para devolver la vida a Osiris.
Gozó de gran popularidad en el Antiguo Egipto, siendo considerado un amuleto de los más poderosos: potenciaba la vista, protegía y remediaba las enfermedades oculares, contrarrestaba los efectos del mal de ojo y, además, protegía a los difuntos. Como talismán simboliza la salud, la prosperidad, la indestructibilidad del cuerpo y la capacidad de renacer.
La cruz ansada, junto con el ojo de udjat y el escarabajo, compone la trilogía de amuletos más característicos del antiguo Egipto. Su imagen es similar a la cruz cristiana; únicamente varía la parte superior, que presenta una forma ovalada a modo de argolla o asa.
Los egipcios consideraban a esta cruz como el símbolo de la vida, y era uno de los principales atributos de la diosa Isis, que fue quien consiguió devolver la vida a su esposo y hermano Osiris. Aunque, en realidad, la mayoría de los dioses, en su calidad de inmortales, la llevaban.
La cruz ansada representa la vida Es la vida con mayúscula, la que no acaba con la muerte, la que resurge y continúa. Por eso, se aplicaba a la frente de los faraones, para que su visión de la eternidad prevaleciera durante todo su mandato por encima de cualquier contratiempo. Como amuleto, favorece la longevidad y la sabiduría de quien ha vivido muchas vidas.