Las 12 gemas oculares y los 7 sistemas cristalinos
Al hombre siempre le han fascinado las gemas o piedras preciosas, los cristales de roca o de cuarzo, y le han cautivado e influenciado probablemente por su capacidad de recibir y reflejar la luz del sol.
El cristal de roca no brilla. Pero al fraccionar y refractar la luz del sol toma apariencias sorprendentes, atractivas y fascinantes. Produce efectos de transparencia que dan a la luz un aspecto irreal e inmaterial. No debe sorprendernos, pues, que nuestros antepasados hayan visto en tales fenómenos cierta magia, unas fuerzas celestes que se les manifestaban, que les entregaban mensajes y presagios.
Por ello, sin duda, desde tiempos inmemoriales los emplazamientos funerarios estaban recubiertos o rodeados de piedras, de las cuales no todas eran preciosas en el sentido en que las entendemos ahora, pero tenían la particularidad de no parecer piedras vulgares. Más adelante, a veces se creía que estas piedras tenían poderes y efectos protectores y se deducía que algunas de ellas poseían virtudes terapéuticas o curativas.
Las 12 gemas oraculares
Vamos a presentarte las virtudes y los poderes de los 12 cristales o piedras preciosas más conocidas. Aquí están, tal como las presenta la Biblia, tal como los redactores del Éxodo ya las conocían.
Yahvé, dirigiéndose a Moisés respecto al pectoral que Aarón deberá llevar para ejercer el sacerdocio, se lo describe con los términos siguientes: "harás un pectoral del juicio, artísticamente trabajado" (el pectoral era un trozo de tela casi siempre bordada con hilos preciosos, que el Gran Sacerdote de los hebreos llevaba en su pecho. El faraón egipcio también llevaba uno, así como ciertas divinidades egipcias, pero estaba suspendido de una cadena que rodeaba el cuello). "Lo guarnecerás de pedrería en cuatro filas. En la primera fila pondrás una sardónice, un topacio y una esmeralda; en la segunda: un rubí, un zafiro y un diamante; en la tercera: un ópalo, un ágata y una amatista; en la cuarta: un crisolito, un ónice y un jaspe.
Todas estas piedras irán engarzadas en oro, doce en número según el número de los hijos de Israel; como se graban los sellos, así se grabará en cada una el nombre de una de las doce tribus" (Éxodo 28-15 y 17 a 21).
Enumeradas así, las 12 gemas que se correspondían con las 12 tribus de Israel, se asocian a los 12 signos del zodíaco.
No olvidemos que los primeros redactores de la Biblia vivieron durante una época en que la religión astrológica dominaba en Babilonia.
Ahora bien, los asirio babilónicos fueron los iniciadores de la leconomancia (o adivinación a través de las piedras preciosas), que practicaban habitualmente.
Este arte adivinatorio fue retomado por los egipcios y los persas y, evidentemente, por los hebreos.
De manera que las gemas que servían de adorno para el pectoral de Aarón, el Gran Sacerdote de los hebreos, eran utilizadas para fines oraculares y adivinatorios.
Gemas los 7 sistemas cristalinos
En este caso vamos a realizar una pura extrapolación para demostrar cómo nuestros antepasados enfocaban el gran principio del zodíaco, al reunir, según un procedimiento de asociaciones, todos los componentes, formas y estructuras de la naturaleza, tan diversas y variadas, en un todo coherente.
De manera que cada una de las 12 gemas preciosas se ha puesto en correspondencia con cada uno de los 12 signos del zodíaco. Podemos considerar que los 7 sistemas cristalinos establecidos en cristalografía o ciencia de las leyes, que condicionan la formación, estructura, propiedades geométricas, físicas y químicas de la materia cristalizada, están en correspondencia con los 7 astros que rigen el zodíaco. He aquí las correspondencias entre los astros y las gemas, según el principio basado en las asociaciones establecidas entre ciertos datos científicos y criterios astrológicos.
Sol
Se atribuyen a este astro el ámbar, la crisolita, el diamante, el ónice, el rubí, el topacio y el sistema cristalino llamado cúbico, que presenta una forma cúbica, como su nombre indica. Sin embargo, la piedra más representativa de este sistema es, sin duda, la fluorita fluoruro de calcio, muy apreciada por los romanos. Numerosos jarrones y objetos de todo tipo eran esculpidos con esta piedra. Tenía la reputación de fortalecer los pensamientos, el poder de concentración y reflexión, y aportar tranquilidad y paz al espíritu de aquél o aquélla que lo llevase.
Luna
El aguamarina, el cristal, el diamante, la esmeralda, la perla, la perla lunar, y la selenita se atribuían tradicionalmente al satélite de la Tierra. El sistema cristalino hexagonal es el que se corresponde con la Luna, es decir el cuarto en la lista, siendo la esmeralda una de sus más bellas representantes. La esmeralda o silicato de aluminio y de berilo siempre tuvo un carácter sagrado en la Antigüedad. Sus virtudes oftálmicas, hepáticas, antihemorrágicas y antisépticas eran célebres, así como su facultad para estimular la memoria.
Mercurio
El ágata, la azurita, el berilo, el coral, el yeso, el jaspe, la marquesina, el ojo de gato y la sardónica son las piedras atribuidas a este astro. El berilo pertenece también al sistema cristalino hexagonal, que se asocia a Mercurio. Sin embargo, parece que Mercurio está en correspondencia sobre todo con el séptimo sistema cristalino, llamado monoclínico o clinorrómbico, es decir, provisto de un prisma oblicuo con base romboidal, cuya más bella representante es la azurita o hidrocarbonato de cobre. Tenía la fama de ejercer sanos efectos sobre los problemas de tiroides y las enfermedades de la piel.
Venus
Se le atribuyen el ágata, el agua marina, la albita, la amazonita, el berilo y también la esmeralda, el coral rosa, el lapislázuli, la perla y el zafiro claro. El sexto cristalino, triclínico, es decir, provisto de un paralelepípedo con base romboidal, puede parecérsele; por tal motivo, la amazonita o silicato doble de aluminio y potasio es una magnífica representante. No nos debe sorprender que sus virtudes sean esencialmente las de procurar esperanza y amor a aquél o aquélla que lo llevase
Marte
Se le atribuyen el imán, la amatista, la baritina, la coralina, el granate, el rubí, la sanguinaria y el topacio. Se trata del sistema cristalino ortorrómbico -es decir, provisto de un paralelepípedo rectángulo-, el tercero de la lista, que le corresponde. Su más bello representante es el topacio, que era célebre por traer buena suerte a la persona que lo llevase, pero también por sus virtudes terapéuticas, sobre todo en lo referente a los problemas oculares.
Júpiter
La amatista, una vez más el berilo y la esmeralda, el zafiro oscuro y la turquesa son las piedras que se le atribuyen. Es el quinto sistema cristalino, llamado sistema romboédrico, es decir, provisto de un paralelepípedo cuyas 6 caras son romboides iguales, cuyo representante ideal es la rodocrosita o carbonato de magnesio. De ésta se decía que tenía una acción curativa para los problemas hepáticos, las úlceras, el asma y la congestión.
Saturno
Se le atribuyen el coral negro, la cornalina, el azabache, el ónice, y la perla negra. Parece que le corresponde el segundo sistema cristalino, llamado tetragonal, es decir, provisto de un prisma recto con base cuadrada. En efecto, la piedra más representativa de este sistema es la wulfenita, que no es otra cosa que molibdato de plomo y que se asocia con este astro. Al haber sido descubierta hace poco, no se le conocen virtudes ni poderes específicos