Nuestro Cristal Personal
Cuando estés en algún lugar donde vayas a comprar cristales, permanece atento: quizá alguno te mande un destello especial, comunicándote psíquicamente que debes utilizarlo tú. Esa piedra puede convertirse en un compañero de viaje; tal vez la lle4ves puesta o la tengas siempre a mano. Incluso puede llegar a ser un ayudante en tus prácticas terapéuticas o un hermano para la meditación.
Tan sólo un cristal muy especial y exclusivo puede emplearse de este modo; normalmente sólo tú puedes tocarlo para que no se mezclen otras energías. Estos cristales personalizados suelen llamar nuestra atención haciéndonos ver que son, sin lugar a dudas, poderosos instrumentos personales.
Si te llama algún cristal, puedes estar seguro de que percibirás su toque de atención. Sin embargo, no debes reivindicar la propiedad. A veces, tras haberte servido, el cristal debe seguir su camino, dirigiendo sus pasos hacia otros lugares y otras personas para compartir con ellas su luz y energía. Cuando esto ocurra, déjalo marchar.
Elección del Cristal Personal
Como acabas de leer en las líneas anteriores, "Es el cristal quien nos elige" y no al revés. El cristal tiene conciencia propia así que sabe muy bien quien necesita de su ayuda y quien le puede ayudar a evolucionar, ya que lo que hacemos es un intercambio y nos ayudamos mutuamente. Aunque, claro está, hay cristales que ya han terminado con su evolución y están simplemente para ayudarnos en la nuestra. Lo cual es de agradecer.
Pero si la señal no la recibes de manera muy clara es por que tu mente no le deja paso a tu intuición. Así que, puedes hacer una cosa que nunca falla:
Coloca delante de ti los cristales que más te llamen la atención y entonces cierra los ojos. Pasa tu mano sobre ellos, sin tocarlos, pidiéndoles mentalmente que te de una señal el cristal que necesitas. Normalmente sentirás una "presión" o "cosquilleo" más fuerte sobre el cristal que te esté llamando, este es el que debes de coger.
Nombre del Cristal Personal
Cada cristal tiene su propio nombre al igual que conciencia. Para averiguar el nombre de nuestro cristal personal, lo primero que tenemos que hacer es sintonizar con él. Llevarlo con nosotros, meditar juntos, etc. Y después de un cierto tiempo, cuando ya se halla hecho tu amigo, le puedes preguntar su nombre a través de una meditación.
Cuando un cristal te dice su nombre existe, a partir de ese momento, un vínculo muy importante en el ámbito de trabajo y espiritual. Existe una conexión directa con él, casi telepática. Un cristal así es una joya, nos puede enseñar millones de cosas y ayudarnos más directamente haciéndonos comprender el por qué de las cosas, de las situaciones, etc.