La antena de la percepción extrasensorial
Situado aproximadamente en el centro del cerebro y entre los ojos, se cree que en un tiempo fue el centro de la clarividencia y de la intuición humanas, y que en el decurso de los tiempos se atrofió, por lo que es necesario recuperarlo
Para algunos expertos, la glándula pineal lleva la batuta en el gran concierto endocrino humano. En su faz esotérica, otros la consideran el vestigio de un "tercer ojo" o sexto sentido reducido por la evolución. Situada en el centro geométrico del encéfalo, su principal función conocida es fabricar melatonina, una hormona que regula en nuestro organismo el ritmo sueño-vigilia.
Según los rosacruces, una antigua orden mística y científica cuyos orígenes se remontan al antiguo Egipto, las pineales que se recogen en las autopsias, pesan en el hombre un máximo en marzo y un mínimo si se examinan en julio, mientras que en la mujer, el máximo peso se obtiene en enero y el mínimo, en mayo.
Además, esta glándula es más grande en la infancia que en la madurez, porque comienza a disminuir de tamaño a partir de los 7 años, en un fenómeno que era considerado como una involución o atrofia de una glándula que carecía de utilidad, pero que ahora se piensa que puede ser un proceso madurativo.
Estos no son los únicos misterios relacionados con la epífisis, una glándula que los monjes tibetanos siguen asociando a "un tercer ojo", situado aproximadamente en el centro del cerebro y entre los ojos, que en un tiempo había sido el centro de la clarividencia y de la intuición humanas, y que en el decurso de los tiempos se habría ido atrofiando, por lo que es necesario recuperarlo.
Antiguamente se llamaba "konarium", que significa piñón en griego, porque la glándula pineal, alojada en el centro geométrico del encéfalo, tiene el tamaño y la forma de un piñón.
Pesa una media de 173 miligramos y su célula funcional es el pinealocito, que está capacitado para producir las encimas necesarias para la síntesis de su principal hormona la melatonina, relacionada con los biorritmos de luz‑oscuridad y sueño‑vigilia, y de la seratonina, sustancia relacionada con los estados de ánimo.
Para qué sirve un órgano "inservible"
Distintas investigaciones han establecido que algunas de las funciones de la pineal son controlar el inicio de la pubertad, armonizar el sistema nervioso vegetativo con el medio ambiente, inducir al sueño, regular los ritmos biológicos humanos, modular el funcionamiento de los centros neuroendocrinos cerebrales y regular el crecimiento de los huesos en la infancia.
"Durante un tiempo se pensó que era un órgano que no servía para nada, pero ahora se sabe que desempeña muchas funciones. La principal, ajustar al entorno que nos rodea nuestra temperatura corporal, la frecuencia cardiaca y la secreción de hormonas, entre éstas, la melatonina, que se encarga de informar al organismo de la situación exterior", explica el profesor Julio Tresguerres, catedrático de Fisiología y Endocrinología Experimental de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense.
Pero para otros expertos, la actividad de esta glándula excede la esfera fisiológica, psicológica y emocional y entra de lleno en extrasensorial, es decir más allá de los cinco sentidos clásicos.
De hecho, los rosacruces enseñan a sus seguidores una serie de ejercicios, destinados a restaurar la armonía de este "tercer ojo" con el Cosmos. En la mayoría de ellos, se aconseja la penumbra, el silencio o la música suave, para influir en la melatonina, lo cual ayuda a no caer en el sueño y a llegar a ser conscientes del propio subconsciente, para utilizarlo mediante procesos de visualización y emisión de sentimientos positivos.
Para algunos científicos, este pequeño órgano "escondido" dentro del cerebro y venerado como un centro psíquico por las culturas egipcia, hindú y tibetana, no sólo recibe información del interior del organismo, y capta las impresiones de los sentidos, sino que además es un receptor de campos electromagnéticos y se asocia a distintas manifestaciones de la mente consideras paranormales.
Para algunos expertos, la explicación a los fenómenos que se perciben o acontecen al margen de los cinco sentidos, como la telepatía o transmisión del pensamiento a distancia, y que están pendientes de comprobación científica pero sobre los cuales hay evidencia estadística, puede relacionarse con esta glándula, que es una de las piezas más desconocidas del cuerpo.
Dentro y fuera del cuerpo
Se supone que esta glándula recibe información del interior del organismo y la retransmite al resto del cuerpo, como una central de telecomunicaciones neurológica, que capta las impresiones llegadas a través de los sentidos y da órdenes a distintas partes del cerebro a través de sustancias hormonales.
Otros estudiosos van más allá y aseguran que la pineal recibe información extrasensorial de distintas fuentes exteriores a la persona, la cual elabora y suministra al organismo, de inmediato o cuando se dan las condiciones necesarias para recordarla.
Algunos estudios han demostrado que la actividad de la glándula se intensifica con la oscuridad y se inhibe con la luz y que se relaciona con la producción de la melatonina y la serotonina, dos hormonas que intervienen en los procesos orgánicos y cuya falta o exceso causa trastornos nerviosos y del desarrollo.
Para algunos, las experiencias extrasensoriales atribuidas a la pineal se deben a que la melatonina y la serotonina relacionadas con esta glándula, tienen una estructura química similar a la de algunas drogas alucinógenas y pueden causar alteraciones de la percepción y la conciencia, y actúan como sedantes o hipnóticos.
Otros opinan que la pineal actúa como un receptáculo energético situado sobre el cráneo, cuya sensibilidad y alcance dependen de la capacidad sensorial que cada persona haya desarrollado y el cual recibe un intenso flujo informativo, que envía en forma de impulsos electromagnéticos a los hemisferios cerebrales.
Científicos mexicanos y soviéticos han comprobado, mediante registro del electroencefalógrafo y otros medios, que el fenómeno de la visión extraocular, entendida como la capacidad de ver en la ausencia de luz sin ayuda de la retina, incluso con los ojos vendados, coincide con una enorme actividad de la pineal.
El "tercer ojo" adquirió fama con el escritor Lobsang Rampa, Cyril Hoskin, quien escribió varios libros sobre sus experiencias psíquicas y aseguraba haber sido sometido a una intervención quirúrgica que había activado sus poderes de clarividencia.
El interruptor de los biorritmos
"La glándula pineal es el centro del reloj biológico que pone en hora el ritmo circadiano de sueño‑vigilia, día‑noche. Secreta la melatonina en la oscuridad, por la noche y deja de hacerlo cuando hay luz; es nuestro sincronizador externo", señala el profesor José Luis Bardasano, director del Departamento de Especialidades Médicas de la Universidad de Alcalá de Henares.
Este biólogo ha experimentado con ratones para probar que la epífisis es un receptor muy sensible de campos magnéticos, lo que explicaría la percepción extrasensorial que se le atribuye.
Según Bardasano "la pineal humana es el resultado de la evolución biológica de las especies y muchos reptiles prehistóricos poseían entre sus ojos un órgano capaz de discriminar las radiaciones ultravioletas de las infrarrojas".
Ello coincide con los vestigios de un supuesto "tercer ojo" hallados por los paleontólogos en los orificios pineales de los cráneos fosilizados de algunos protosaurios y lepidosaurios, que vivieron hace entre 250 y 300 millones de años.