Sectas destructivas 2ª parte
Las sectas destructivas construyen premeditadamente atmósferas “espirituales” que parecen espontáneas, pero que en realidad son artificiales y están planeadas y estudiadas para producir un efecto. La gente interpreta este efecto como una “experiencia espiritual”, al ignorar que fue una situación prefabricada, por ejemplo, redefiniendo el lenguaje: controlar las palabras sirve para controlar las ideas de las personas.
Se adoctrina con conceptos simplistas. Por ejemplo, clichés que tienden a desalentar más que alentar el uso de la razón (“nadie puede utilizar su razón para alcanzar la iluminación”; “Sólo los elegidos pueden entender lo que sucede al interior de nuestra agrupación”). La doctrina es más importante que la persona. No importa lo que un ser humano esté experimentando en la realidad, la creencia en el dogma es lo más importante. La creencia del grupo rebasa la conciencia individual y la integridad, en cuanto a comprobar resultados.
Un ejemplo se da cuando algún grupo proclama que Dios ha realizado milagros de sanidad, pero se niega a hacer las verificaciones científicas pertinentes. Puede ser, incluso, que una persona esté gravemente enferma y se asegure que no importa lo que se vea, ya está sana. Es más importante sostener el dogma que el bienestar de las personas y atender a lo que indica la realidad.
Existe en torno a ellas un halo de misterio. El secretismo que rodea a la práctica y creencias reales del grupo, utilizando tapaderas iniciales en las primeras fases de captación. Por ejemplo Shoko Asahara, gurú de la Verdad Suprema en Japón ofrecía cursos de yoga para reclutar miembros, y jamás les decía que su verdadero fin era formar guerrilleros "religiosos" para llevar a cabo actos terroristas. Para lograr esto sujetaba a la gente a una serie de técnicas psicofisiológicas de control sin que estos tuvieran conocimiento.
Los líderes de las sectas obligan a sus adeptos a utilizar nuevas palabras ya que les da la sensación de exclusividad y unidad, pero al ser un lenguaje muy restrictivo reduce la capacidad para pensar y analizar, por otro lado, uno de los objetivos de los responsables de estos grupos: anular la capacidad analítica de sus fieles para que así no puedan cuestionarles y ser de este modo más fácilmente manipulables.
En algunos grupos repiten continuamente frases o consignas. Por otra parte, algunas sectas utilizan una vestimenta diferente lo que ayuda a que se sientan con "otra onda" al común de los jóvenes. Por lo que actitudes así deben encender las alarmas paternas o por lo menos instarles a realizar un seguimiento de las actividades de sus hijos adolescentes sin llegar al agobio puesto que una de las consignas de los dirigentes de las sectas es rebelarse contra la autoridad de padres y tutores por lo que atosigar a sus hijos no es la solución ya que les estarían poniendo en brazos de esas sectas destructivas al buscar en ellas un desahogo.
Grado de Peligrosidad de los Grupos
GRADO A: Incluye a las organizaciones que "no dañan económica ni físicamente a sus miembros" por ejercer sobre ellos una influencia casi inocua. Es el caso de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, el sector reformado de los Adventistas y las Iglesias del Dios Universal.
GRADO B: Se clasifican aquí las sectas que "ocasionan daños económicos a sus miembros, les suscriben dietas o tratamientos médicos específicos, tienen métodos de captación solapados y han sido denunciados en alguna ocasión". Estos grupos son: Adventistas del Séptimo Día, Agora, Alfa-Omega, Ceis, La Comunidad, Comunidad del Arco Iris, Bhagwan Rajneesh, Gushananda Yoga Ashram, Iglesia Católica y Apostólica y Palmaria, Misión de la Luz Divina, Vida Universal, y Testigos de Jehová.
GRADO C: Aquéllas que añaden a las características citadas la de la violencia física como son las sectas de Amanda-Marga, El Camino, Centro de la Luz Divina, Iglesia de la Cienciología, Edelweiss, Hare Krishna, Iglesia para la Unificación del Cristianismo, Niños de Dios, Nueva Acrópolis, y Rachimura.
Grado D: aquí estarían incluidos todas aquellas sectas o grupos destructivos que además de tener características de los grados B y C, pueden llegar a abarcar el extremo máximo de violencia, degradación y daño. Sin embargo, aquí se podrían hacer dos subgrupos: Por una parte estarían las sectas Diabólicas o Satánicas, por su posible relación con ritos diabólicos, satánicos y sacrificios humanos y por otra parte estarían las que sin ser sectas Satánicas pueden llegar a utilizar la violencia y el asesinato al máximo.
En la era digital en la que vivimos y en la que se estimulan las relaciones virtuales a través de Internet, también, cómo no, las sectas se han adaptado utilizando las redes sociales para captar adeptos, por lo que un nuevo tipo se une a la clasificación de las sectas. A los grupos de origen judeo-cristiano, los inspirados en las grandes religiones orientales, los islamistas, los que no profesan ninguna religión sino que tienen su propio código moral y espiritual y los underground surgidos en los 80, se unen ahora las cibersectas, a las que dedicaremos otro capítulo próximamente.
De momento, valga con avisar a los padres de que conviene vigilar los sitios del ciberespacio que visitan sus hijos, pero de nuevo dejando claro que sin utilizar armas excesivamente autoritarias puesto que sería contraproducente al sentirse sus hijos agredidos por lo que no dudarán en utilizar cualquier otro ordenador, de un amigo o un cibercafé, para conectarse a esos lugares perjudiciales.
La solución sería realizar actividades conjuntas con los hijos acordes con sus gustos para impedir que pasen demasiadas horas con el ordenador, conectados a Internet, puesto que esto último provocará que los hijos apenas hagan vida social o familiar, obsesionados por su identidad virtual que puede llegar a anular por completo la personalidad física. Las redes sociales son de una gran utilidad práctica pero si los jóvenes se obsesionan con ellas, pueden llegar a desvirtuar su realidad para vivir una identidad ficticia que inventan amparándose en el anonimato que Internet permite. Las sectas son conscientes de este poder y ya se han adaptado a su mecánica para captar nuevos adeptos.