Sectas destructivas
Una secta es un conjunto de personas que siguen una doctrina religiosa concreta que se aparta de las religiones tradicionales. Las sectas giran en torno a las enseñanzas de una persona viva, o que estuvo viva recientemente, la cual dice ser el "elegido" para una importante misión en la Tierra. Las sectas exigen sumisión incondicional a los ideales de su líder, que debe ser obedecido por encima de todas las demás autoridades.
Las sectas suelen exigir a sus seguidores abstenerse de toda relación fuera del culto, incluyendo amigos y familiares. La mayoría de los grupos sectarios sólo son una amenaza para la integridad de la fe del creyente en la medida en que predican unas doctrinas que se apartan de las religiones tradicionales monoteístas (cristianismo, judaísmo, islamismo), pero no inducen a ninguna actividad criminal.
Otra cuestión, bien distinta, son las organizaciones que los expertos identifican como sectas destructivas. Las sectas destructivas son organizaciones pseudo-religiosas, pseudo-filosóficas o pseudo-culturales, de estructura piramidal y totalitaria, que se dedican a la captación de adeptos para explotarlos mediante falsas promesas y técnicas de coerción psicológica, siempre en provecho del afán de poder y de lucro de sus líderes
En el mundo existen unos 30.000 Nuevos Movimientos Religiosos (NMG) como actualmente se prefiere llamar a las sectas para diferenciarlos del concepto negativo popular de "sectas", y evitar así la persecución de las minorías, de los cuales 200 han sido acusados de acciones criminales mortales, como homicidios y suicidios. Todas ellas comparten una serie de características.
Exige una gran o excesiva devoción o dedicación a alguna persona, idea o cosa.
Utiliza un programa de reforma del pensamiento para persuadir, controlar y socializar a sus miembros (integrarles en un único patrón de relaciones, creencias, prácticas y valores). Para la secta destructiva resulta imprescindible transformar la personalidad de sus adeptos, de modo que sus prioridades, intereses, relaciones personales y objetivos sean los que el grupo dictamine.
Para ello es necesario aplicar una serie de técnicas de manipulación psicológica que, de modo progresivo, irán moldeando una nueva personalidad ajustada a los requerimientos del grupo. Como consecuencia de estas técnicas se produce, pues, un cambio de personalidad que genera la aparición de un individuo al que los familiares y amigos no acostumbran a reconocer
Induce sistemáticamente a sus miembros a estados de dependencia psicológica.
Explota a sus seguidores para conseguir los objetivos del liderazgo del grupo.
Tiende a causar daño psicológico a los adeptos, sus familias y la comunidad. En 1993, en España se catalogaron entre 100 y 200 grupos que podían encajar en el concepto de sectas destructivas. Obviamente, la coartación de la libertad en estas sectas es una sutil forma de violencia que se ceba, fundamentalmente, en la población juvenil.
Los miembros de las sectas utilizan técnicas cada vez más astutas para atraer a futuros adeptos, que van desde los "ligues" en discotecas, aparentemente inocentes, a supuestas encuestas para encontrar empleo, o grupos de psicólogos y asesores de empresa que ofrecen sus servicios. Éstas son habitualmente las formas de captar adolescentes en busca de afecto o jóvenes sin trabajo. Asimismo, de modo más o menos explícito, el adepto siente hallarse por encima de los demás por tener acceso a una "verdad superior" que le hace sentirse "más feliz de lo que nunca había sido anteriormente".
El cambio observado acostumbra a ser brusco e inesperado, muy similar en la mayoría de los afectados, independientemente del grupo al que pertenezcan y de su personalidad anterior. La mayoría de personas que ingresan en una secta son generalmente de clase media relativamente acomodada, muchos de ellos con estudios universitarios completos o sin terminar, con un nivel cultural medio o elevado, pero que presentan todos ellos un alto grado de insatisfacción (en la vida personal, afectiva, social o profesional). Cualquier persona puede ser un posible miembro captable por una secta: el factor esencial de riesgo es que esté pasando algún tipo de crisis personal.
De hecho, en las sectas existentes en nuestro país, se encuentran adolescentes, estudiantes, universitarios sin salidas para el ejercicio de la profesión, gente en paro, trabajadores insatisfechos con su oficio, profesionales, amas de casa y personas de la tercera edad. El tipo de personalidad fácilmente sugestionable o todavía no fraguada, en el caso de los jóvenes.
Una de las primeras alteraciones psicológicas que pueden observarse es el trastorno disociativo atípico, tipificado como enfermedad psiquiátrica: dificultad en responder, amnesias, desorientación, alteraciones de la percepción, estados de trance, doble personalidad, etc.
Todas estas situaciones repercuten en la comunicación con los demás, aparecen cambios en la vida escolar o laboral (el trabajo se convierte en un medio para conseguir recursos para el grupo o en una plataforma para conseguir nuevos adeptos; se entregan todos los ingresos al grupo, así como los bienes personales, pudiéndose llegar a la prostitución), pérdida de amistades anteriores y distanciamiento progresivo de la familia.