Psicocinesis mística
Los hechos místicos de tipo psicocinético constituyen una casuística que en determinados puntos coincide con la tradicional paranormal, es decir, "¡evitaciones" (san José de Cupertino), "bilocaciones" (Padre Pío), "raps" (san Juan María Vianney o Cura de Ars), "emanaciones de perfumes" (santa Gema Galgani) y muchos otros puntos que se adaptan a motivaciones religiosas, pero que constituyen siempre una manifestación psicocinética (hostias y estatuas que emanan sangre, etc.).
El sujeto es un místico, es decir, aquel que tiende a intensificar la experiencia directa de lo divino y de lo sobrenatural a través del contacto espiritual con el filtro de los sentimientos. El místico, que puede ser inclusive un santo, es ante todo un ser humano que quiere y debe conquistar su propia dimensión espiritual aun a costa de pagar con renuncias y sacrificios.
"Cuando" el sujeto tiene problemas específicos para conciliar su propia interioridad con la realidad exterior, es decir, sufre por una fractura neurótica, el camino hacia la santidad es más fatigoso y ciertamente más meritorio (sin mencionar la Gracia divina). Sin embargo, la posición de sufrimiento psicológico coloca las bases para la manifestación psicocinética (el aspecto patológico de los hechos paranormales se tratará en los parágrafos siguientes). Por ahora afirmo queel hecho psicocinético es relativo, es decir, compete al ser humano en cuanto está afectado por problemas existenciales y neuróticos o en cuanto vive en un clima cultural mágico (chamanes) y no en cuanto es un místico o un santo.
Por consiguiente, el hecho psicocinético no es una característica de la religión, sino del hombre que sufre por una patología psíquica. El "místico-neurótico" vive como todos los "místicos-no-neuróticos" en la continua oblación de sí mismo a Dios y experimenta un placer extremo en este estado que trata de salir del amor concupiscente hacia el amor benevolente. "Amor concupiscente" es aquel que está mezclado con huellas de egoísmo, expectativas, respuestas; "amor benevolente" es el que da sin pedir nada: es divino.
No sé si el ser humano es capaz de amor benevolente. Es propio del ser humano esperar un signo de aprobación de parte de Dios. Aunque no se lo pide conscientemente, aunque no formule una petición, quisiera hacer explícita y traducir en signos materiales y sensoriales la propia relación con Dios. Una señal práctica de esta exigencia del ser humano la ofrece la Iglesia al reconocer la santidad de algunas personas. Los santos son los "intérpretes", en la realidad terrena, de la Palabra; son los "escándalos" vivientes para el mundo secularizado; con la "espina" en el costado de la Iglesia burocrática. Pero son los que guían a la Iglesia peregrinante hacia la Iglesia celestial.
Muchos fieles rezan a los santos para implorar auxilios sin pensar que, en realidad, es Dios el verdadero destinatario de las plegarias. Volviendo a lo místico, todos los creyentes atraviesan más o menos intensamente fases de misticismo, aunque sean brevísimas. A veces, en estos estados sucede alguna cosa; la mayoría de las \eces a nivel de consuelo interior o de iluminación mientras, otras >eces en presencia de síntomas de desasosiego con la realidad exterior, puede acontecer inclusive un hecho psicocinético. Entre los sujetos examinados por el autor se halla el caso del señor C.A., al cual, en la oración (rosario), una medallita (que npresentaba a la Virgen), colgada al cuello mediante una cadenita, salta afuera literalmente atravesando la camisa y la franela sin que la cadena ni el anillo de la medallita se hayan roto.
El mismo sujeto C.A., que no es espiritista, aún más, es contrario al espiritismo, en la intensa oración a los difuntos (y en un momento de abandono) pide i sus seres queridos desaparecidos que le den una señal y entonces SÍ desencadenan "raps" fuertes (golpes en todas las direcciones j de diferente intensidad) y "efectos térmicos" (objetos que se vuelven muy calientes por algunos minutos). En este caso, el sujeto ha generado un estado tal en lo emocional que ha provocado una respuesta a sí mismo, diría una comunicación de su propia posición espiritual.
Los motivos profundos quizás haya que buscarlos en la convivencia, en el sujeto en cuestión, de una racionalidad profunda y de una fe segura en una situación existencial de sufrimiento continuo.
En el Evangelio leemos: "...Si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: 'Desplázate de aquí a allá' y se desplazará" (Mt 17, 20).
Esta es una enseñanza espiritual que si se toma literalmente significa que la fe no tiene límites en sus manifestaciones, con la condición de que sea una fe genuina. Sin la intervención directa de Dios y sin esperar una respuesta por parte de los difuntos, los fenómenos psicocinéticos son una prueba que atestigua la fe de esa persona, porque sin fe, que es el "estímulo existencial" del fenómeno, éste no se habría verificado. ¡
El hecho psicocinético no atestigua que la Virgen (representada en la medallita) haya intervenido! Y tampoco demuestra que los difuntos hayan dado una respuesta. El significado profundo de estos acontecimientos es que el sujeto se haya proporcionado a sí mismo una "comunicación": ¡Tengo fe! Es cierto que entre el desplazamiento de una medallita y el de una montaña existe una diferencia de fe, ¡si la calidad de la fe corresponde a la cantidad de materia desplazada! En los hechos místicos psicocinéticos veo, por consiguiente, la manifestación de la fuerza espiritual del ser humano, es decir, de la fe traducida en términos perceptibles al hombre y, por tanto como espejo y pálida imagen de lo divino.
El hombre que puede dar a sí mismo y a los demás estas fenomenologías, las puede dar porque es el fruto creativo de una ciencia mucho más capaz. La ciencia divina ha dado al ser humano la posibilidad de poner en movimiento, a través de la fe, una ley natural. Es oportuno que la teología conozca el cuadro delineado para una reflexión conveniente.
La fe, que no tiene necesidad de pruebas, proporciona las pruebas de una dimensión espiritual. La actividad psíquica inconsciente y leyes físicas desconocidas permiten la aproximación al campo espiritual. 64 Los hechos místicos, además de los hechos psicocinéticos, implican también comunicaciones "personales" a santos, místicos que, después de estas iluminaciones, saben el verdadero significado de la vida y lo transmiten a los demás con actitudes, obras, comportamientos, porque el recuerdo de la "visión" ilumina toda su vida.
Quiero decir que existen iluminaciones espirituales auténticas menos rimbombantes que el hecho psicocinético, pero que tienen una "profundidad" muy diferente para el hombre. Un "testimonio" de fe y de obras que perdura y es fructífero para toda la vida es fruto de una aproximación espiritual que roza con el misterio divino.
No puedo, no quiero ir más adelante en este tema. En cambio, observo que, por lo general, muchos fenómenos psicocinéticos, en especial los de tipo espiritista, tienen como soporte la fe. Pero es una fe que lleva a banalidades ideológicas típicas de una religión nacida de la creatividad humana, pero que demuestra que el espíritu humano tiene correspondencias concretas en el mundo y en las leyes de la naturaleza. El "médium" es una persona que no ha realizado opciones espirituales auténticas sino que se ha adherido a un espiritualismo de dimensión secularizada.
El verdadero "místico" ha realizado opciones auténticas en Dios, por Dios y con Dios. Aunque en el plano de la fenomenología muchos hechos coinciden entre un místico psicocinético y un médium espiritista (san José de Cupertino realizaba la levitación, pero también lo hacía el médium inglés Douglas Home), existe la misma diferencia de estatura espiritual que la existente entre el todo.