Posesiónes 1ª parte
Apropiación del cuerpo, de la mente y del alma de una persona por una fuerza externa que se percibe como una deidad, un espíritu, un demonio, un enteo una personalidad aparte.
La posesión es generalmente indeseada y problemática. Se la admite como cierta desde la antigüedad y ha sido culpada de virtualmente todos los problemas concebibles relativos a la suerte, la salud, la riqueza, el amor y el equilibrio mental.
Algunas clases de posesión, como las atribuidas a dioses o al Espíritu Santo, son deseables y voluntarias.
Algunas clases de mediumnidad, como las de voz directa y de canalización, son formas de posesión temporal por parte de los espíritus o por entes no materiales. La curación de las posesiones no deseadas se logra mediante el exorcismo, que se realiza mediante un rito. Por otra parte, la posesión voluntaria concluye al final de la ceremonia religiosa, del rito de curación o de la sesión espiritista de que forme parte.
Excepto los casos de posesión por el Espíritu Santo, todos los demás son considerados por la Iglesia como obras de Satanás. Los teólogos medievales dedicaron gran atención al tema de la posesión demoníaca. Se decía que el diablo poseía a las personas penetrando en su mente y en su alma, o utilizando como intermediarios a una bruja o a un hechicero que introducía al demonio dentro de la víctima. La comida embrujada era el método favorito. La posesión hacía a la víctima comportarse vilmente y renunciar a Dios. La única forma de liberar a la persona del diablo era mediante la ejecución del rito de exorcismo. Todavía en la época contemporánea se siguen conociendo casos de posesión, así como de exorcismos formales realizados por sacerdotes.
La posesión más temida y maligna para la religión judaica es la atribuida a un dybbuk, un alma condenada que se introduce en el cuerpo de la persona y provoca un comportamiento abominable, además de una gran angustia mental y espiritual. Los dybbuks son exorcizados por los ba'at shems, o rabinos milagrosos.
En muchas sociedades la posesión es un hecho de la vida cotidiana, y puede implicar desde una simple molestia hasta un problema muy serio. Lo más frecuente es que la víctima sea una mujer de clase inferior convencida de que sus problemas personales ?enfermedades, dolores menstruales, esterilidad, la muerte de un hijo, un aborto, malos tratos por parte del marido o del padre, la infidelidad del marido? son causados por la intervención de los espíritus malignos. Para la solución de esos problemas, la mujer buscará los servicios de un exorcista, de la misma manera que otra persona buscaría los servicios de un psicoterapeuta. El exorcismo sirve al doble propósito de procurar alivio al problema y de ganar estatura social.
En Occidente, las posesiones no son siempre consideradas de carácter demoníaco sino que a veces se las considera como encuentros con espíritus confusos. Se cree que algunos espíritus posesores son almas de muertos que no se han percatado de su situación y que tratan de reintroducirse en un cuerpo. Estos espíritus pueden marcharse voluntariamente una vez que se les explica su situación y se les invita a marcharse. En otros casos, las posesiones pueden ser la obra de espíritus que intentan comunicar un mensaje o una advertencia. En ambos casos la víctima puede experimentar fuertes dolores de cabeza y desórdenes del sueño, ver luces extrañas, escuchar ruidos y voces extrañas, padecer fenómenos poltergeist y hasta locura temporal.