Medumnidad y espiritismo 2ª parte
Los puntos que a continuación vamos a desarrollar están confeccionados siguiendo las teorías espiritas y estudiando su inmensa bibliografía. En la actualidad el espiritismo constituye una doctrina y si práctica cuenta con millones de adeptos en el mundo entero.
Comunicación y Práctica mediúmnica
Las comunicaciones mediúmnicas que no proceden de planos elevados de la espiritualidad, de guías o de familiares y amigos espirituales autorizados, han sido, son y serán siempre, comunicaciones negativas y hasta perjudiciales.
Aunque la inmensa mayoría de los hombres lo ignoren, los seres menos evolucionados del mundo espiritual, se mueven o moran en las capas más densas de la atmósfera terrestre, son fluídicamente pesados y no consiguen elevarse sin ayuda superior. Nada pueden con los seres humanos mas espiritualizados que ellos, pero ejercen su influencia con los que se hallan a su mismo nivel.
Los hombres nos ayudamos o nos perjudicamos mentalmente unos a otros. Los seres del mundo espiritual también pueden ayudarnos o perjudicarnos, pues la barrera física no impide las afinidades espirituales y mentales.
deseamos que se comprenda bien el porqué deben tomarse muchas precauciones con el ejercicio de la mediumnidad. Un ente espiritual inferior, cuando se comunica es, a veces, capaz de desempeñar todos los papeles mientras no es descubierto. Esta clase de ser, ni sabe él mismo quién es, ni recuerda tampoco quién ha sido. Sin embargo puede llegar a conocer con tiempo la mediumnidad. De aquí a desempeñar el fácil, y casi siempre bien acogido, papel de familiar fallecido, de santo predilecto, de guía espiritual, no media un solo paso.
Para estar en óptimas condiciones de poder comprender que hay intervenciones espirituales, se precisa disponer de facultades psíquicas apropiadas.
Si no se cuenta con ellas, suele ocurrir lo de siempre: el incrédulo continúa negando, el escéptico no se desprende de sus dudas y el creyente se reafirma en sus convicciones. Otro es el resultado cuando a una persona le sucede algo maravilloso y sorprendente, como sorprendentes y maravillosas pueden ser las pruebas que constantemente se nos ofrecen. No siempre es un premio para el que busca y sí para el que las encuentra, a pesar de no buscarlas.
Amado Nervo, insigne poeta, perdió al ser más querido y lloró desconsoladamente por él. Creyendo en la inmortalidad del alma, no cesó de buscar el modo de comunicarse con su querida muerta y sólo consiguió el silencio, por respuesta. Los amantes de la buena poesía y de la sensibilidad anímica, ganaron un precioso libro, elaborado con el sufrimiento y desesperación de un hombre que no cesaba de suplicar al "Más Allá" sin ningún resultado.
Otras personas, en cambio, sufre igual pérdida y, sin haberlo intentado, entran en relación espiritual con el ser amado. Privilegio valedero solamente para ellas, ya que, a pesar de haberse realizado, el mundo sigue careciendo de pruebas valederas para todos.
Los médiums como simples portavoces de los espíritus
Siguiendo las enseñanzas de Kardec, éste afirma:
"Si la doctrina espiritista fuese una concepción puramente humana no tendría otra garantía que las luces del que la hubiera concebido y nadie en la tierra podría tener la pretensión fundada de poseer, él sólo, la verdad.
Si los espíritus que se han revelado se hubieran manifestado a un hombre solo, nada la garantizaría porque sería menester creer bajo su palabra.
Dios ha querido que la nueva revelación llegase a los hombres por un camino más auténtico, más rápido, encargando a los espíritus el llevarla a uno y otro polo, manifestándose en todas partes, sin conceder a nadie el privilegio exclusivo de oír su palabra."
Los espíritus están lejos de poseer la verdad absoluta, a todos no les es dado el penetrar en ciertos misterios, su saber es proporcionado a su purificación. Los espíritus de un orden más únicos que se han despojado de las ideas y preocupaciones terrestres.
Los espíritus Superiores, en sus comunicaciones, proceden con extrema prudencia y no abordan las grandes cuestiones de la Doctrina sino gradualmente, a medida que sea apta nuestra inteligencia para comprender verdades de un orden más elevado.