El laser mental
En numerosas oportunidades hemos señalado la importancia de la Cualidad del pensamiento en lugar de la Cantidad. Esto es doblemente significativo en el campo de la Autodefensa Psíquica, en la medida que provocar en la realidad física los resultados que primero imaginamos e influir sanamente sobre quienes nos rodean (precisamente, en orden a conseguir o facilitar esos objetivos) es, por definición, la razón de ser de esta disciplina. Si yo identifico claramente a quien es responsable de una agresión, ¿qué mejor, sin mayor perjuicio para él -que el kármico, del cual, después de todo, él mismo es responsable- que bloquear su agresión?.
Para la mejor consecusión de estos fines, hemos diseñado la técnica de "Densificación del Pensamiento", a la que podemos popularizar como el "láser mental". Ello, en parangón a la propia naturaleza del rayo láser: como es sabido, no hay diferencia entre la naturaleza de la luz común (la de una bombilla eléctrica, por ejemplo) y la del láser; la diferencia estriba en su manifestación. Mientras la luz común se dispersa -diríamos entrópicamente- en todas direcciones, la del láser es toda esa luz pero unidireccionalmente montada sobre una única línea. Así debemos proceder con el pensamiento: no se trata de más energía psíquica de la que disponemos ni acumular más pensamientos -lo que puede ser hasta contraproducente, en la medida en que el objetivo buscado conlleve una gran carga de angustia o ansiedad- sino de reenfocar esa misma energía en la misma cantidad de tiempo habitualmente empleado.
Y así como un rayo láser atraviesa las paredes mientras que la luz común apenas las ilumina, así, mientras el pensamiento común apenas roza los obstáculos, el pensamiento dirigido como un láser los atraviesa, densificándose hasta alcanzar la continuidad de la contemporaneidad. Estos ejercicios apuntan a tal logro.
Ejercicio Nº 1: Órdenes mentales
Se trata de fortalecer nuestras ideas para que resulten órdenes en la mente de los demás. Para ello, debemos superar diversas actitudes equivocadas. Por ejemplo: en razón de normas de urbanidad y cortesía, no ordenamos habitualmente cosas a la gente, no le decimos: "¡ Vení acá!" (salvo que estemos de muy mal humor, o en el ejército... pero aquí estoy hablando de relaciones fluidas y educadas con personas de las que queremos obtener algo y para lo cual debemos proceder con tacto). En esos casos, solemos decir: "¿Serías tan amable de acercarte un momento, por favor?". Esto está bien, pero el problema es que al dirigirse el pensamiento a la construcción de la frase (para lo cual gasta tiempo y energía; sin ir más lejos, para optar entre todas las posibles formas de construir la frase, ya que también pudo ser: "Disculpame, ¿tendrías la bondad de acercarte?" o cualquier otra) al pronunciar las palabras elegidas la mente vibrará en la misma frecuencia de aquéllas. Por consiguiente, si en ellas hay temor, duda, ansiedad, sumisión, dependencia, el pensamiento estará impregnado también de tales características.
Ciertamente, en parte podremos solucionar esto dándole cierto "tinte" a la voz (una sutil inflexión imperativa detrás de la norma de cortesía) pero ello tiene un límite.
Entonces, procederemos de la siguiente forma:
- El primer objetivo es tener en mente el deseo en forma de orden tajante.
- Luego, pedir amablemente, pero mientras pronunciamos el pedido "por favor", SIMULTÁNEAMENTE repetimos con la mente lo ordenado.
Entonces:
- Escriba en un papel la orden que desea dar a otro miembro del grupo (me estoy refiriendo aqu í a la conveniencia de reunirse varias personas para practicar estas técnicas).
- Siéntese en parejas, frente a frente, mire a los ojos y pronuncie el pedido por favor, pensando "en favor" (no en la orden).
- Su compañero anotará entonces las impresiones emocionales (de respuesta, adhesión, repulsa, confusión, etc.) que cree experimentar al escucharle.
- Repita entonces el pedido por favor, pero mentalizando la orden.
- Su compañero anotará las nuevas sensaciones, comparándolas con las primeras y debatiéndolas con usted.
- Luego, repiten el experimento cambiando los roles.
Ahora:
- Escriba un nuevo deseo en un papel.
- Siéntese frente a su compañero, pero ahora pida por favor y ordene mentalmente primero. Que su compañero anote las nuevas impresiones.
- Repita el pedido por favor, pensando en "favor".
- Nuevamente, el compañero anota las impresiones y las discute con usted.
Entonces:
- Escriba un tercer pedido "por favor" pero advierta a su compañerio que no le dirá si primero "piensa en favor" o "piensa en orden". Elija usted una de las dos alternativas y ejecútela. Que su compañero anote las impresiones.
- Ejecute la segunda opción (si primero pensó "en favor", ahora ordene, y viceversa) y que su compañero anote las impresiones. Debata luego con él, la diferencia entre un estado y el otro a ver si fue capaz de deducir cuándo estaba usted ordenando y cuándo rogando.
Ejercicio Nº 2
Escriba diez órdenes en un papel. Entréguesela a su compañero.
- Sentado frente a él, mirándole a los ojos, repita mentalmente la orden cualquiera tres veces. Luego, sin decírselo a su compañero, que éste indique en su lista lo que cree haber percibido. Repita lo mismo con las otras nueve, mientras su compañero las va tildando según su apreciación. Recuerde ir usted anotando en secreto el orden correcto de las órdenes dictadas mentalmente. Compare los resultados (son significativos y superan al azar tres correspondencias, y mucho mejor en la medida que aumente ese número).
- Elija ahora otros dos compañeros, y repita toda la serie de ambos ejercicios con cada uno de ellos, paso por paso. Luego, evalúe con cuál de los tres obtuvo mejores resultados y analice conjuntamente qué elementos de ambas personalidades tienen en común (aficiones, edades, signos astrológicos, sexo, estudios, cantidad de hijos o estado civil, y todo dato de su naturaleza que considere de interés. Esto es muy importante: le permitirá a usted formarse un perfil de la clase de personas más susceptibles a sus órdenes mentales).
Ejercicio Nº3
Aprenda a emitir órdenes grupales. Sentados en ronda, plantee cada uno un deseo específico, describiendo a la persona destinataria, su nombre y edad. El peticionante tiene que verbalizar la frase de pedido, y asimismo decirle al grupo cuál sería la orden mental.
Entonces todos y cada uno, tratando de representarse imaginariamente a esa persona, repetirán al unísono esa orden, repitiéndola el doble de veces del número de integrantes presentes. Esto es fundamental, ya que la orden mental se transforma en una octava armónica de la vibración del grupo (obviamente, cuando más sean más alta será la vibración alcanzada). Repetir con todos los presentes, caso por caso.
En la práctica, lo único que tendrá que hacer luego el peticionante es pronunciar la frase de pedido, y recordar al grupo mentalizándolo.
¿Cuándo, en qué circunstancias, es útil emplear estos ejercicios?. Por ejemplo, cuando quiere alejar a una persona incómoda, soez, acosadora, pero por distintas razones (por ser su superior en el trabajo, familiar, etc.) no desea un enfrentamiento directo.