Más allá de la muerte: La reencarnación
¿Sobrevivencia?
¿Vivimos después de morir? Después de que el cuerpo deja de funcionar, ¿queda algo de nuestro ser, de nuestra personalidad?¿Es lamente sólo una función cerebral que deja de funcionar cuando el órgano ya no funciona?¿Es el hombre algo más de lo que aparenta?
Estas preguntas, con todas las profundas implicaciones de sus respuestas, sean cuales fueran, se encuentran en las raíces de la filosofías y religión. Ha sido una tarea importante de la investigación psíquica mostrar esos problemas bajo la fría luz de la razón y la ciencia, para intentar ver lo que hay allí, sin prejuicios ni predisposiciones.
La evidencia que se inclina a respaldar la hipótesis ha sido buscada en muchas direcciones, Una de ellas, quizás la más importante, es la investigación de la existencia de cualquier habilidad humana que, a primera vista, pueda parecer estar más allá de las capacidades humanas; la paranormal. Hoy en día, la evidencia de la realidad de estas actividades inusitadas, llamada Percepción Extrasensorial (PES), es suficientemente fuerte como para decir que el potencial de sobrevivencia del hombre es mayor de lo que la ciencia había sospechado. Para un ser capaz de experimentar telepatía o precognición, existen muy pocas cosas que se puedan llamar sorprendentes.
Pero este fenómeno sólo sugiere que el cerebro (o la mente) tiene algunos poderes que trascienden las teorías actuales sobre la personalidad humana.
Investigación, separadamente, sugieren alguna clase de independencia entre personalidad y el cuerpo. Cuando estas áreas se juntan, el resultado es un sorprendente campo de experiencias humanas, experiencias de las que muchos investigadores piensan que forzosamente se dirigen a la conclusión de que alguna parte de la personalidad sobrevive a la muerte.
Conceptos y proceso de la muerte
Vamos a intentar realizar una descripción del proceso de la muerte, siguiendo las principales escuelas esotéricas y orientalistas, partiendo de la base que la reencarnación existe y que el hombre está compuesto por una serie de elementos, de un cuerpo físico, uno etéreo y uno astral, tal y como comentábamos en el tema 14 sobre el Viaje Astral. Muchos de los conceptos que trataremos en este punto tienen una similitud y una continuación con el Viaje Astral.
Hablar del proceso de la muerte es difícil, nos faltan experiencias y nos tenemos que remitir a estudiar la bibliografía existente. En la actualidad hay diferentes escuelas filosóficas que tratan este tema; posiblemente la escuela espirita sea la que haya estudiado mejor y tenga mayor material en este sentido. Por consiguiente, no es de extrañar que demos muchos de los conceptos espiritas como válidos y aceptemos la mayoría de sus preceptos.
Según lo que hemos comentado anteriormente, el alma la podemos considerar como una parte integrante de Dios y todas las almas están destinadas a realizarse con Dios y todas las almas están destinadas a realizarse con Dios, llevando consigo su experiencia acumulada, resultado de todas sus múltiples reencarnaciones.
Generalmente, el tránsito a la muerte se lleva a cabo de una forma inconsciente. El alma se retira por la cabeza, con el cuerpo astromental. El etérico se desprende y el cordón de plata se rompe.
Se puede definir a la muerte como el proceso por el que el hombre interno se deshace de sus cuerpos de experiencia, permaneciendo en cada plano, hasta que se agotan las energías correspondientes engendradas en su vida física.
A continuación vamos a descubrir someramente el proceso de la muerte siguiendo un estudio efectuado por Pedro A. Quiñones, eminente parapsicólogo e investigador.
a) Muerte física:
Se dice que en el corazón, y concretamente en el ventrículo izquierdo, existe una pequeña cámara no demostrada anatómicamente, donde se encuentra un pequeño átomo en el que se acumulan las experiencias del alma; el cordón de plata que une el cuerpo físico y el etérico acaba en este átomo.
La ruptura del vínculo del corazón produce la muerte física, pero el cordón puede permanecer unos días, en los cuales, mientras el etérico dura, se pueden experimentar sensaciones hasta tres días y medio después de la muerte. En este hecho insisten varias escuelas orientalistas.
El cuerpo etérico está formado por un éter donde se registran todas las experiencias tanto conscientes como inconscientes. Cuando la persona sufre un accidente de cierta importancia, el cuerpo etérico puede separarse parcialmente del cuerpo físico y se produce el fenómeno de contemplar la vida pasada de una forma rápida, la cual se hace consciente por el individuo. En el agonizante, la experiencia es reposada y se produce desde el momento presente, remontándose en el pasado.
Con este proceso, toda esta información queda impresa en el cuerpo astral. Si el que muere no tiene las debidas condiciones para efectuar esta transferencia, se pueden producir graves perturbaciones. Una vez efectuado el proceso, el cuerpo etérico, comienza a perder coherencia y el alma se retira de él.
Parece ser que, en este proceso, el cuerpo etérico, en este caso el cadáver etérico, es atraído por el cadáver físico y queda flotando alrededor de la tumba.
La cremación del cadáver es sumamente interesante, ya que disipa cualquier tipo de perturbación. En muchos pueblos primitivos con una gran tradición religiosa, la práctica de la cremación se efectuaba de una forma habitual.
b) Muerte etérica:
Retirada el alma, el cuerpo astral cobra conciencia. la anterior forma ovoide de este cuerpo es subsistida por una similar a la del cuerpo físico.
El cuerpo astral, aún cuando es abandonado por el alma al término de la experiencia astral, no muere inmediatamente. El cadáver astral goza de cierta energía residual que puede animarlo durante años y provocar manifestaciones distintas.
En este nivel, la recapitulación de la vida pasada es más detenida, se experimenta un gran dolor por las acciones incorrectas, considerablemente superior al que el individuo generó en otras personas. Se cree que este sufrimiento actuará en su nueva vida como voz de la conciencia.
Existen algunas peculiaridades de la vida en el plano astral que puede ser interesante considerar.
Según Steiner: El odio de los vivos es un obstáculo en el camino de los desencarnados para sus posibles objetivos y buenas intenciones. Por el contrario, el cariño, la simpatía, el amor, facilitan su camino, eliminan obstáculos para los desencarnados.
Cierto alimento de tipo psíquico, explica Steiner, es requerido por los desencarnados, consisten en los pensamientos e ideas que los vivos han cultivado durante el día, y que se animan durante la noche, por el sueño. Los desencarnados se acercan y se reconfortan participando de ellos. Se aproximan fundamentalmente a los familiares y a los amigos, que son los únicos que hacen posible este medio de fortalecimiento.
Este intercambio se dificulta o se hace totalmente imposible si las personas aún vivas no creen en la vida después de la muerte. Una persona así resulta invisible a la percepción del desencarnado.
En este nivel astral, el ser está en un estado como si constantemente estuviera observado, por lo que su libertad de acción puede sentirse parcialmente restringida ante ese juicio permanente e ineludible con el que se enfrenta en un nivel donde el disimulo no es posible.
c) Muerte astral:
En los planos superiores del astral se produce una recapitulación de los actos positivos que se han efectuado durante la vida, el individuo, al hacer esta recopilación, recibe una alta satisfacción y poco a poco va pasando a un plano superior, el plano mental.
Al nacer al plano mental, el ser experimenta una extraordinaria liberación, las experiencias negativas se transmutan en rectos hábitos de pensamiento. Es a ese nivel cuando el hombre trabaja conjuntamente con los espíritus de la naturaleza y en esa actividad se incluye la formación de los vehículos para la próxima encarnación.
La muerte, bajo esta perspectiva, es un proceso preparatorio, de introducción y aproximación a la iniciación. Un periódico desprendimiento, por parte del alma, de los cuerpos gastados y que culminará en un punto transcendental donde el ser es ya, de hecho, dueño de sus encarnaciones y artífice de sus cuerpos.
Si aceptamos este enfoque evolutivo de la muerte, donde no existen ni el tiempo, ni el espacio, y somos capaces de elaborar una apropiada estructuración mental, debidamente coherente, y ajustamos a ella todo nuestro comportamiento y nuestras actitudes durante la vida física, llegará el momento en el que podremos aguardar y contemplar la muerte con expectación y entusiasmo. Sabremos que su auténtica significación es la de un tránsito a nuevas esferas de existencia, incomparablemente más prometedoras que nuestra actual y limitada vida física.