Enigmas del Ectoplasma 1ª parte
¿A qué mundo de pesadilla nos remiten las emanaciones ectoplasmáticas? ¿Bastan todas las experiencias acumuladas por los parapsicólogos para explicarlas satisfactoriamente?
Quienes han presenciado el fluir de las formas ectoplasmáticas, en las sesiones mediúmnicas, coinciden en señalar su naturaleza cambiante y ambigua, similar a las imágenes de una pesadilla.
Las materializaciones producidas por la famosa médium Eusapia Palladino fueron frecuentes y variadas. Las manifestaciones ectoplasmáticas visuales fueron raras. Más bien solían ser manos de las que se percibía su contacto. Charles Richet, que realizó más de doscientas sesiones con ella, cuenta que, en numerosas ocasiones, fue tocado por una mano en los costados, en las manos, en la cara, en la frente, en la nuca y en la espalda.
Esta mujer, de nacionalidad italiana, nacida en un ambiente pobre, era de modales toscos y groseros, comentario que hace sobre ella la hija de Lombroso, añadiendo que, a pesar de haberse relacionado largo tiempo con gente educada fue investigada por eminentes sabios, no había conseguido aprender buenos modales. De costumbres bruscas, sus fraudes, cuando los hubo, fueron sumamente burdos e infantiles.
En estas materializaciones de Eusapia sólo aparecen determinados miembros corpóreos del fantasma. La supuesta telergía emitida por el médium no llega a tener la fuerza suficiente para provocar la aparición completa. Richet, que no era creyente en la supervivencia de la vida después de la muerte, explicaba la fantasmogénesis diciendo que se trata de una materia llamada ectoplasma, que el médium emite a través de cavidades de cuerpo, boca, oídos, nariz, etc.
La telergía se condensa y poco a poco toma una apariencia corpórea, logrando los médiums muy potentes la materialización completa. Pero esta sustancia proviene del médium; por tanto, una vez completada la escena espectral, vuelve al cuerpo que la ha emitido. Que la aparición tome una forma conocida para el grupo de asistentes a la sesión que sea puede deberse a la clarividencia o a la telepatía. Es decir, el médium sería capaz de poder observar los hechos pasados en la vida del sujeto; o bien, si se trata de la telepatía, conocer las cuitas del experimentador, sus preocupaciones y las anécdotas que pasen por su imaginación.
Siguiendo con Eusapia, en la sesión celebrada en Génova con el círculo de Minerva, a la que asistían Morselli, Porro, Ramorino, L. Vasallo y el doctor Venzano, surgió la forma de una niña que Porro conoció como su nieta. La sesión, acaecida el 21 de diciembre de 1901, sucedió así, según cuenta Morselli:
«Manifestáronse dos formas invisibles en la oscuridad, pero que pudieron verse después enseguida a una débil luz. Porro percibió la forma de su nieta fallecida. Detrás de una cortina, pudo abrazarla y la oyó hablar con voz infantil. Después, llegó la de un hijo de Vasallo, muerto a los dieciséis años. Esta vez, se hizo visible. Mostróse un óvalo casi fosforescente a la derecha de Eusapia; se movió de izquierda a derecha con lentitud, y desapareció. Se vio, a la luz roja, salir un brazo y una mano del gabinete y dirigirse hacia Vasallo. Aparecieron después una tercera y una cuarta forma.»
La corriente espiritista no dudaría, al explicar esta fenomenología, en afirmar que es el espíritu del difunto el que, tomando la energía del médium por eso éste caería en la inconsciencia, toma la forma que en vida poseyese, y habla con sus más allegados.
Un Espectáculo Extraordinario
Sería a partir de las experiencias de Schrenzk-Notzing y del ya conocido Richet, de donde se desprendería que la materialización surgiría del propio médium, por un proceso sucesivo de metamorfosis. Pudieron observar estos cambios con la médium Eva Carriere, que así se hacía llamar entonces la ya conocida por todos Marthe Beraud. Sus espectros seguían una evolución cambiante; en principio era un protoplasma gelatinoso, tal y como nos lo describe Richet, primeramente amorfo, que salía del cuerpo de la médium y tomaba forma más tarde. Al comienzo, hay siempre velos blancos, manchas lechosas y, en el interior de su pasta gelatinosa, algo con apariencia de muselina húmeda y colágena. Se forman poco a poco los dedos, dibujos y figuras en general. En esta sesión, que transcurrió en 1906, observamos esta evolución protoplasmática:
«Al cabo de una media hora abro las cortinas y veo en el suelo un vago resplandor, bastante débil, para que pueda dudar de su realidad. Poco a poco va intensificándose, tomando el aspecto de un pequeño pañuelo luminoso. Todo el cuerpo de Eva está inmóvil. La mancha luminosa se extiende. Sus contornos son indecisos, vaporosos, más inciertos y suaves que los de una tela. Se acerca al sillón, crece, toma la forma de una especie de serpiente y parece subir por el brazo izquierdo del sillón de A... Sus contornos se hacen más distintos».
«De repente, un espectáculo extraordinario. De la mesa se separa una punta que sube, se encorva, y se dirige al pecho de Eva, cuyas manos tenemos sujetas. La punta continúa avanzando de una manera amenazadora, como un animal que se dirige con su pico. Y a medida que avanza, aparece sobre el vástago rígido una especie de tela que se desarrolla como una membrana de murciélago tan delgada y transparente que se ven los vestidos de Marthe a su través. Se distingue perfectamente el tallo de este velo membranoso envolvente. Marthe está inmóvil y habla a intervalos».
«Puedo aproximarme y mirar tan cerca que llego a 3 y hasta 2 centímetros de distancia. Veo como una tela hinchada, dotada de movimientos. Durante cinco o seis minutos la examino cuidadosamente. Veo prolongaciones como los cuernecitos de un caracol, enderezándose a derecha e izquierda. Estos cuernos son como de una gelatina transparente, pudiendo introducirse y salir de la masa principal más claramente formada».
«Marthe se levanta. Le cojo las manos, levantando o bajando las mismas; me parece que ejerzo atracción sobre la punta de la masa. De pronto, ésta desaparece. No queda de la misma más que un velo suspendido de mi mano que sujeta las dos de la médium».
«Pero yo no siento nada. Hice un pequeño movimiento con el meñique y la masa descendió algunos centímetros para subir en el acto.»
Manos De Pesadilla
Por lo general el ectoplasma aparece como una masa vaporosa, de color blanquecino, que poco a poco se organiza hasta conformar miembros corporales o un cuerpo entero. En ocasiones la forma materializada posee, inexplicablemente, autoiluminación. En esta fotografía podemos apreciar una muestra de ectoplasma de un médium español, sujeta por alfileres.
Podemos constatar en esta experiencia que el ectoplasma sigue un curso paulatino, semejante a una ameba; fija sus tentáculos en el suelo, y desde allí realiza movimientos determinados. Unas veces permanece sujeto al médium y otras se separa. Finalmente, involuciona de nuevo al cuerpo del dotado. En otras ocasiones, el ectoplasma adquiere formas corpóreas, moldeándose poco a poco, hasta hacer surgir un brazo con sus músculos correspondientes, como vemos en esta experinecia:
«Luz bastante buena. La cortina cerrada durante una hora aproximadamente. Después la abro, sobre el suelo una mancha blanca que se ensanchaba rápidamente, y la formación de dos cuernecitos por el avance de la masa X, que los emite en todos sentidos, muy movibles. Entonces la masa X, primeramente muy ancha, se disloca poco a poco en partículas, tomando el aspecto de una mano grisácea de contornos vagos. Esta mano está animada de movimientos, con el aspecto de una mano de momia que saliera de una tela. Se levanta y se baja como una mano auténtica. Las del médium, sujetas por mí, están absolutamente inmóviles. Los extremos de los dedos del ectoplasma, adelgazados, prolongados en forma fusiforme, parecen terminar en nebulosidades».
«Los puedo mirar muy de cerca. Toco uno de dichos huesos y me da la sensación de un líquido frío. La mano se balancea sobre mi rodilla y siento como un rozamiento de un cuerpo poco resistente. Entonces la mano se levanta sola, balanceándose sobre un vástago que la sostiene contra el suelo. Después cae haciendo un ligero ruido, queda en el suelo y me parecerá los dos huesos del antebrazo, como si estuvieran envueltos por una nebulosidad de muselina. Vuelve a levantarse, se inclina y avanza hacia mí. La muñeca se baja, cuelgan los dedos, se balancean y manifiestan como un movimiento de torsión del singular antebrazo. Sigo figurándome ver los huesos del carpo envueltos siempre en la nebulosidad de muselina. La mano se pone sobre mi rodilla. Percibo su ligerísimo peso. Hace a mis órdenes pequeños movimientos de desplazamiento sobre mis rodillas, las cuales siento claramente. Entonces Marthe me dice: "Mirad los músculos cómo empiezan a formarse." Veo creo ver en el espacio que separa ambos huesos algo negro. La mano se levanta, se mueve muy cerca de mí, casi desarraigada del suelo, con el cual no está sujeta más que por un ligero trazo blanco. Vuelve a caer la mano al suelo con un pequeño ruido, se levanta de nuevo y desaparece de pronto, así que el médium se pone en pie.»
Estos constituyen en síntesis los resultados de las experiencias realizadas por Richet en 1906 y publicadas posteriormente, tras los logros obtenidos por Schrenz-Notzing con la misma médium, con la que consiguió unas curiosas materializaciones que se las designó con el nombre de planos, ya que aparecen dibujos o caras recortadas, cuya génesis es muy similar a las descritas por Richet. Las emanaciones ectoplasmáticas, en estas ocasiones, surgían de la boca, otras del pecho o de las axilas. Madame Bisson, compañera inseparable de Eva, apunta que ella pudo ver surgir fluido ectoplasmático del ombligo de la médium cuando se encontraba completamente desnuda. Era una sustancia blanquecina, cuyo examen al microscopio, realizado por Schrenzk-Notzing, revelaba la presencia de restos epiteliales, formas bacterianas y mucha grasa. En algunos casos ha sido un tejido de apariencia vegetal, y en otros como un hilo de algodón rodeado de una sustancia granulosa no determinada.
Un Dotado Irrepetible
A esta misma época pertenece el polaco Franek Kluski, que fue considerado el gigante de los médiums en el tema de las materializaciones. Jamás se le encontró queriendo simular algún ectoplasma. Fue estudiado muy intensamente, dadas sus extraordinarias capacidades, por grandes investigadores de la época, realizando con él pruebas que dieron la vuelta al mundo.
Era un individuo muy emotivo, presentando zonas de intensa sensibilidad en la nuca y en el antebrazo izquierdo. Vivió entre 1874-1944. Durante las sesiones mediúmnicas se le aceleraba fuertemente el ritmo cardíaco, elevándose sus pulsaciones por minuto a niveles muy altos. Al final de la experiencia se quejaba de una sed insaciable, bebiendo grandes cantidades de agua. A veces, al día siguiente de una sesión aparecía su cuerpo cubierto de llagas sanguinolentas que curaban rápidamente en un par de días. Tenía antecedentes familiares de estas facultades en la figura de su padre, que, aunque poseyendo estos dones, nunca participó en sesiones espiritas; también parecía reunir estas condiciones un tío suyo, sacerdote católico.
Por las noches sus habitaciones eran lugar de cita de individuos de ultratumba, así decía él. Pero estas visitas no le causaban ningún temor.
Sus poderosas facultades surgieron, según él, desde muy temprana edad, en la que sus amigos participaban de las apariciones que surgían en una tienda que él mismo había construido mediante dos sillas a las que colocaba un chal. En su interior pudieron ver las figuras de un hermano y una hermana que habían muerto. En su pubertad, las alucinaciones llegaron a ser muy frecuentes. Solía visitar cementerios y bosques solitarios, surgiendo entonces a su alrededor apariciones de todo tipo, desde sus padres, que ya habían muerto, hasta fantasmas de diversos animales: perros, gatos y lobos, que se situaban junto a él.
Desde los 20 hasta los 46 años prestó poca atención al mundo de las alucinaciones en que se encontraba inmerso, casándose y dedicándose a las finanzas. A finales del invierno de 1918-1919, asistiendo a una sesión mediúmnica en la que actuaba el dotado Guzik, tuvieron los asistentes la idea, una vez que se había marchado el médium, de concentrarse todos ellos, a fin de comprobar si eran capaces de producir algún fenómeno. La sorpresa no se hizo esperar, surgiendo formas luminosas encima de la cabeza de Kluski. A partir de este incidente comenzó la carrera mediúmnica de Franek en el Instituto Metapsíquico, donde se prestó a ser estudiado sin otra expectativa que la de estar al servicio de la ciencia. Los controles tomados para sus experiencias fueron sencillos. Se le sujetaban las manos y se le controlaban las rodillas y las piernas. No era un médium que ofreciese dificultad en el uso de controles, ya que guardaba una inmovilidad casi absoluta a lo largo de toda la sesión, apoyando en algunas ocasiones la cabeza sobre la mesa o sobre el experimentador que se encontraba a su lado. El repertorio de sus fenómenos era de gran variedad. Se observaron con él materializaciones humanas, animales, formas luminosas e incluso fenómenos de telequinesia.
El doctor Geley, que se ocupó del estudio de este dotado, nos describe el curso de sus materializaciones, indicándonos que en el momento en que iban a tener lugar, se percibía en el ambiente un intenso olor a ozono que se desvanecía al finalizar las mismas.