Criptozoologia: El Mokèlé-mbèmbé
En regiones remotas a inaccesibles de África quedan dinosaurios vivos, si damos crédito a testimonios de nativos y expedicionarios que han descrito animales semejantes a los grandes saurios que se suponían desaparecidos. El Mokèlé-mbèmbé que en lengua lingala significa el que detiene los ríos, es una bestia común de la mitología de varias culturas del África Central; principalmente de los pigmeos.
Mayoritariamente se la ubica en los pantanos del río Likouala-aux-Herbes en la República Popular del Congo. En la República Centroafricana recibe diversos nombres: los banziris le llaman songo, los bandas, badigui "diablo acuático”. Este animal aparentemente podría ser una especie de animal acuático de grandes dimensiones (casi de cuatro metros de alto) que vive en las zonas cercanas al Lago Télé y herbívoro.
Los relatos y la tradición oral de varias tribus africanas lo describen como un animal de color gris parduzco y de tamaño superior al de un elefante, de unos 4 a 6 metros de alto y 5 a 10 metros de largo. Tiene el cuello largo y flexible y un solo diente, aunque muy grande; otros relatos aseguran que se trata de un cuerno. Unos pocos hablan de una cola musculosa como la de un caimán.
Vive en los ríos y trepa a las orillas en pleno día para buscar alimento. Sus huellas se parecen a las del hipopótamo, aunque son mayores y palmeadas; según algunos exploradores, son circulares, del tamaño de una sartén, con tres dedos. Su dieta estaría compuesta mayormente por vegetales, aunque hay reportes de que cazarían humanos e hipopótamos. Es interesante notar que hay una pequeña población de estos últimos en los pantanos del río Likouala.
Las historias sobre el Mokèlé-mbèmbé son aparentemente un antiguo componente de la tradición oral de varias tribus africanas, entre ellas la de los pigmeos. Los pescadores nativos muestran una especial aversión a ciertas zonas pantanosas en donde se cree que habita la criatura, en vista de su presunta habilidad para cazar humanos. La sospecha de que en algunas apartadas zonas del continente africano hay un extraño y enorme animal de costumbres anfibias no es algo reciente. Uno de los grandes exploradores y cazadores del pasado siglo, Alfred Aloysius Horn, pudo ver personalmente las pisadas de un desconocido animal que los indígenas del Camerún llamaban «Jagonini», que quiere decir «el buceador gigante».
"Las huellas de la bestia eran del tamaño de unas grandes sartenes, pero con tres enormes garras", cuenta este traficante y cazador, que recogió abundantes testimonios entre los nativos sobre la fiereza de la bestia. El escritor y naturalista inglés Ivan T. Sanderson pudo ver en 1932 a esta criatura en una de sus expediciones por la pantanosa zona del río Mainyu, en el África ecuatorial occidental. Se encontraba navegando junto con sus compañeros en una zona inexplorada de este río, cuando de una cueva cercana surgió un ruido ensordecedor y, según relata él mismo, «vimos cómo algo enorme se levantó frente a nosotros, convirtiendo el agua en espuma».
La visión duró apenas unos instantes, pero fue un tiempo suficiente para que pudiesen apreciar que lo que se había levantado del agua era «la cabeza negra de un animal semejante a una enorme foca, aunque mucho más ancha que larga». Si bien el tamaño de esta cabeza -única parte del animal que pudieron contemplar- era del mismo tamaño que la de un hipopótamo adulto, la forma de la misma no tenía ningún parecido con la de este mamífero.
Tras esta visión, las dos piraguas que formaban parte de la expedición se alejaron lo más rápido posible mientras los indígenas no cesaban de gritar aterrados: «Mokele-Mbembé». Hablando más tarde con los nativos de la zona, todos coincidieron en que en esos parajes vive un terrible animal, el Mokele; un ser que pese a ser vegetariano -se alimenta de lianas- es un terrible enemigo de hipopótamos y cocodrilos que evitan pasar por la zona donde habita esta temible bestia. La existencia de este extraño animal en las regiones pantanosas del corazón de África es casi como un secreto a voces.
Voces que dan los indígenas, para los que su existencia está fuera de toda duda, y también los pocos occidentales que han podido ver a este excepcional animal, que podría ser una reliquia del pasado. Recientemente se dio a conocer un relato que describe una supuesta matanza en 1960 de un ejemplar de mokèlé-mbèmbé en las cercanías del Lago Télé. Según esta historia, un grupo de pigmeos de la zona pantanosa del Likouala construyó una pared para mantener a estas criaturas a raya. Una de ellas pudo atravesar la barrera, lo que originó la feroz respuesta de los nativos.
William Gibbons señala: "(El) Pastor Thomas [quien conocía a los nativos] también mencionó que dos pigmeos imitaron los gritos del animal mientras era atacado y lanceado... más tarde se celebró un festín por la victoria, durante el cual partes del animal fueron cocinadas y consumidas. Sin embargo, aquéllos que participaron de la fiesta eventualmente murieron ya fuera por envenenamiento alimenticio o por causas naturales. En todo caso, debe subrayarse que los pigmeos rara vez viven más de 35 años, y que las mujeres de la etnia dan a luz desde los doce años. Algunas personas también cree que la mitificación (poderes mágicos, etc.) relacionados con Mokele-mbembes empezó con este incidente."
Además, de las características generales que hemos mencionado, los investigadores dedicados a este tema en particular han dado otros alcances, estos siempre relacionados con las propias versiones de los lugareños y no por un encuentro propio. Describen por ejemplo que el color de su piel es generalmente gris, sin presencia de pelo en su cuerpo. Además, se dice que este animal no produce ningún sonido en especial, aunque algunos aseguran que quizá el sonido que emite sea muy parecido a otros animales y quizá por ello no puede ser percibido. Por último, se estima que esta criatura vive bajo el agua y que suele tener como principales enemigos a los hipopótamos.