La noche de Walpurgis
Esta festividad es celebrada en la noche del 30 de abril al 1 de mayo y constituye uno de los sabbat o reuniones de brujas más importantes. Por eso es conocida como la noche de brujas.
Sus orígenes son antiquísimos, muy anteriores a las festividades cristianas: los celtas ya la celebraban con el nombre de "Beltane" en honor a Belenos, dios celta de la luz, el sol y el fuego. Se trata de una fiesta que señala la transición de la época del año fría a la cálida. Según la tradición otros nórdicos, los vikingos, difundirían la fiesta (y la costumbre de hacer hogueras durante su celebración) por el resto del norte de Europa. Al parecer los vikingos tenían esta fecha como la de la muerte de Odín. Según otros estudiosos, esta tradición provendría de una celebración pagana; en la cual se adoraba a Waldborg, diosa de la fertilidad a la que le pedían distintos favores.
Durante toda la noche se celebraba y se esperaban los primeros rayos del sol de la primavera. Tiempo después, con la aparición del cristianismo, esta celebración pagana se mezcló y confundió con la celebración de Santa Walpugis, una abadesa y misionera inglesa que contribuyó a consolidar la Iglesia Católica y que tiempo después fue canonizada. Los restos de esta santa fueron trasladados a la iglesia de la Santa Cruz un día 30 de abril, confundiéndose de esta forma ambas celebraciones.
Con el paso del tiempo, a la celebración de la diosa de la fertilidad fue relacionada con la adoración al diablo y las mujeres que continuaban con esta tradición fueron consideradas brujas. Junto al origen celta de Beltane, debe ponerse de relieve como otros pueblos celebraban también esta fecha; así destaca Roma, que entre las distintas fiestas florales reconoció como las más importante la dedicada a la diosa Flora: la Floralia, que duraba del 28 de abril a las calendas de Mayo, (es decir, al 1 de Mayo); y durante la cual se engalanaban pueblos y ciudades con innumerables flores, alfombrando con pétalos de rosa los caminos. También es reseñable como algunos pueblos de Oriente celebraban también desde tiempos precristianos la “Fiesta de las Flores” en fecha de nuestro actual 24 de Abril; cubriéndose con flores las casas y las mesas de los banquetes; al tiempo que todo ciudadano se engalanaba con guirnaldas florales.
Walpurgis era una noche en la que ambos mundos (vivos y muertos) se unían y era la noche de mayor influencia mágica, cuando mejor se podían realizar hechizos y conjurar fuerzas oscuras. De acuerdo con la mayoría de los expertos, los brujos europeos de la época medieval estaban organizados en grupos o aquelarres de doce miembros, la mayor parte de ellos, pero no exclusivamente, formados por mujeres, y por un líder. Tradicionalmente se le representaba vestido de negro o con disfraz de macho cabrío, ciervo u otros animales con cuernos.
El grupo se reunía una o dos veces por semana en lo que generalmente constituía una reunión local. En estas reuniones las brujas llevaban a cabo supuestamente ritos, informaban de sus actividades y hacían planes para la próxima semana.. Una de las celebraciones más importantes se llevaba a cabo llegada la noche del 30 de Abril, la noche de Walpurgis. Curiosamente esta fiesta se celebraba el día anterior a la fiesta de la santa que le da su nombre, Santa Walpurga, que se convirtió en abadesa de la orden benedictina de Heidenheim en el 754. Se trataba de la fiesta pagana del inicio del verano que mezclada con enigmáticas tradiciones, terminó convirtiéndose en la noche de brujas por excelencia.
Según las leyendas, para acudir a esta gran reunión, las brujas se ungían con aceites especiales que les permitían volar hasta el lugar del aquelarre o en ocasiones se montaban en un perro o chivo proporcionado por el demonio. Cuentan las historias que los lugares más concurridos por las brujas para celebrar la Noche de Walpurgis eran las cercanías de Kiev, en Rusia; la región de Blocula, en Suecia; Puy de Dome, Auvernia, en Francia; y Blocksberg, la montaña más alta en la Sierra de Harz, en Alemania. Hay quienes cuentan que en alguna ocasión llegaron a reunirse más de diez mil brujas en esta noche. Así pues, una vez reunidas todas en el lugar, el objetivo del aquelarre era saludar la llegada de la primavera, jurar obediencia al diablo y realizar distintos ritos satánicos y sacrílegos.
Cada noche del 30 de abril al 1 de mayo, decenas de miles de personas emprenden el viaje hacia la cadena montañosa y son recibidas por brujas, que junto con el demonio, no pueden faltar en esta fecha. La fiesta comienza con un baile- de brujas, por supuesto-, luego se enciende una enorme hoguera y retumban los tambores. Extinguidos los fuegos artificiales de la medianoche, se le da la bienvenida a quien traerá consigo la salud y la fecundidad, a la sucesora de todas las brujas malas: la Reina de Mayo.
Sin embargo, estos espectáculos para turistas tienen muy poco que ver con las antiguas creencias populares. En el pasado, los fuegos de la "Walpurgisnacht" eran encendidos precisamente para protegerse de las temidas brujerías. Las puertas estaban adornadas con crucifijos y ramos de hierbas, las escobas eran colocadas con las hebras hacia arriba, se hacían sonar de noche las campanas de las iglesias, los hombres solteros caminaban dando latigazos en torno a las casas y, para proteger al ganado, se colocaba sal en el umbral de los cobertizos.
La noche de Walpurgis es un buen momento para celebrar no sólo la sexualidad, sino los diversos aspectos de la sensualidad. En cierto modo, es el momento de tomar conciencia de nuestros cuerpos, como elementos activos. Esto incluiría el trabajo con los sentidos (olfato, vista, gusto, tacto...), el cuidado del cuerpo (baños, masajes, etc.) y todas aquellas actividades para honrar lo material de nuestro ser, algo que nos satisfaga, siempre que no sea autodestructivo. Con esto me refiero a que tal vez pensemos que una buena comida es un regalo para nuestros sentidos, pero si comemos demasiado el efecto será el contrario. Lo mismo ocurriría si nos da por buscar la pareja de la noche para “cumplir con el ritual”.
Ningún ritual es una excusa para hacer algo que sabemos que, tarde o temprano, nos va a hacer mal. Este gran sabat es la celebración de la unión del Dios fecundador y la Diosa fértil, entendidos como parte de nuestro propio ser; no puede ser sólo la celebración del impulso creador pues por sí sólo no daría nada), ni del receptor (ya que falta de su elemento complementario tampoco daría luz a nada), sino de su unión, en la cual ambas partes sufren una transformación, y han dan una parte de sí para crear algo más allá de ellas mismas. Al respecto sólo queda decir que el trabajo mágico relacionado con la sexualidad incluye muchas más actividades que el Matrimonio Sagrado, que no comportan este tipo de peligros.
La comida de este día incluye productos lácteos, avena y miel, así como flores comestibles. El altar puede ornarse con flores, imágenes de la Diosa (especialmente en el aspecto de Madre Tierra), fuegos (velas, o un caldero o quemador en el que pueda mantenerse encendido un pequeño fuego permanente) e imágenes o representaciones de los órganos sexuales (no hace falta que sea nada explícito, pueden usarse, por ejemplo, una piedra alargada y otra redonda, con un orificio central).
Actividades sencillas para Walpurgis pueden ser el recoger material (plumas, barro, piedras...) para el altar o la confección de sus ornamentos, especialmente para realizar la figura de la Diosa Tierra, así como la preparación de los alimentos que van a consumirse en la celebración o a ofrendarse a los Dioses o a los Espíritus Naturales.
También es un momento idóneo para el uso de aceites perfumados, y experimentar con los baños rituales, añadiendo al agua infusiones u otros preparados de hierbas y flores , o introduciendo las mismas en una bolsita de tela ( nunca tirar directamente estas hierbas y pétalos al agua... los desagües se embozan ). Hay que tener presente que el baño ritual no es un baño de limpieza física, no es conveniente usar jabones o champú artificiales.
En cambio, algo que contribuirá a la magia del baño es añadir un puñado de sal al agua, la luz de las velas, y quemar algo de incienso. Mientras nos bañamos, podemos relajarnos y sentir aquello que nos llega a través de nuestros sentidos. Así mismo, en el baño y en el masaje podemos hacer el ejercicio de reparar placenteramente en todos los rincones de nuestro cuerpo ( aquellos que a menudo sólo descubrimos cuando nos duelen).
Para terminar, otra de las actividades aconsejables es la práctica del baile. Éste puede ser solitario, en pareja o en grupo; a través del baile en solitario podemos escoger música rítmica, por ejemplo la de los tambores, en la línea del trabajo con el elemento tierra, para activar nuestros cuerpos y fortalecer esta conexión. En grupo podemos experimentar la alegría del verano que llega, además de los conocidos bailes populares que fomentan la creación de parejas (al menos en sus orígenes); mientras que en pareja podemos conectar con la atracción del Dios y la Diosa.