El jardín Wicca 1ª parte
El cultivo de hierbas medicinales ofrece muchas ventajas para los wiccanos y para la gente en general, salud, debido a las características de estas plantas. A pesar del paso del tiempo, las propiedades curativas de las hierbas medicinales no han cambiado. Las plantas que curaban hace cinco mil años atrás siguen conservando su poder.
En aquellos tiempos, brujas y médicos debían conocer cada una de ellas, saber distinguirlas y administrarlas. La gente acudía a ellos para remediar sus males y, en consecuencia, quien conocía en profundidad el mundo de las hierbas, poseía un poder sanador sin igual Cada hierba tiene una vibración especial a nivel energético que la hace diferente a cualquier otra. Los árboles, arbustos, plantas aromáticas y las flores pueden usarse como material para rituales mágicos.
Un jardín mágico, es más que una colección de plantas con poderes ocultos. Es un lugar donde la energía se comunica con la energía. Donde la antigua Magia de la Tierra espera ser descubierta dentro de cada planta. Es un sitio al que los pájaros acuden a cantar y el rocío se reúne para formar burbujas de luna sobre las hojas y las flores perfumadas.
Es el lugar donde el sabio se arrodilla sobre la Tierra para escuchar atentamente, buscando oír el latido del corazón de la Naturaleza murmurando suavemente a través de una simple hoja. Las brujas deben respetar toda forma de vida, incluida la de las plantas.
Es realmente interesante poder plantar uno mismo las semillas y cuidar de las plantas porque nuestras propias energías se mezclan con las de las hierbas. Para conseguir tener un buen jardín la bruja debe de estar alerta de plagas y pestes destructivas y tener algunos conocimientos generales de jardinería.
Lo primero que hay que hacer es seleccionar las plantas, es necesario elegir cuidadosamente las hierbas que se van a plantar en nuestro jardín. Tendremos que pensar que hierbas o flores nos servirán más a menudo en nuestros rituales o si deseamos dedicarnos a cualquiera la actividad herbolaria.
También hay que tener en cuenta el espacio del que disponemos y por supuesto el tiempo, esta actividad necesita mucho tiempo, no podremos olvidar a nuestras plantas. Mentalmente, iremos diseñando nuestro jardín que tendrá una forma de laberinto porque el círculo del cual partirá, es un símbolo de fecundidad, reencarnación y eternidad. Podemos ser más imaginativos y crear un jardín con una forma que nos guste como la luna, una estrella, etc.
O algún símbolo o forma que nos atraiga o con el que nos sintamos en armonía. Aparte del sentido de la estética, de lo que se trata, primordialmente, es de lograr un jardín en el que podamos invocar las fuerzas que necesitamos que habiten en él para que las plantas tengan un poder mágico.
En el caso de que nos decidamos por la forma circular, rodearemos el jardín con una gruesa cuerda y ataremos sus extremos para que el círculo quede sellado. Aparte, con una brújula marcaremos los puntos cardinales, señalando el Norte con un guijarro más grande (en cada punto cardinal pondremos un guijarro o una señal).
Hay brujas que trabajan con el Este como referencia. En ese caso, ese sería el punto cardinal más importante. La noche del día en que hayamos construido nuestro pequeño jardín, colocaremos velas, siempre fuera del círculo pero cerca de él, clavadas en la tierra. Podemos también usar lamparillas o linternas si el tiempo no es propicio. Lo haremos siguiendo el sentido de las agujas del reloj.
Con nuestro athame, desde el centro del círculo, mirando al Norte y alzando los brazos, invocaremos a los cuatro elementos para que bendigan el jardín. Después de haber llamado a los poderes de los cuatro puntos cardinales, volveremos a situarnos mirando hacia el Norte. Entonces, trazaremos con el athame , el pentagrama dentro del círculo. Después, en la parte media del pentagrama, dibujaremos un círculo encarado al Norte, dos segmentos de círculo que representen a la Luna Creciente, uno al Este y otro al Oeste, y entre los dos, un triángulo cuyo vértice superior apunte al Sur. Posteriormente, nos sentaremos y nos relajaremos. Muy concentrados en este ritual, contaremos hasta nueve latidos de nuestro corazón.
En ese instante, nuestro jardín quedará bendecido. Apagaremos las velas (sin soplar), desde el Norte y en el sentido de las agujas del reloj. Con nuestro athame cortaremos una rama de abedul o fresno. En caso de que no hubiera ninguno cerca, cualquier árbol nos valdría. Antes de cortar la rama, pediremos permiso al árbol y le explicaremos, con mucho respeto, porqué necesitamos de su ayuda. Sabemos que cada vez que se toma alguna cosa de la Naturaleza, debemos dar a cambio alguna cosa. Se entiende como un intercambio equitativo.
Se puede dejar pan, una moneda, un cristal, una oración, una poesía, un dibujo…Lo enterraremos bajo su copa, cerca del árbol. Una escoba también puede servirnos pero sería mejor que usásemos una hecha o preparada para este rito. Desde el Norte, fuera del círculo, barreremos los símbolos. Siempre en sentido de las agujas del reloj y rodeando el círculo. Recogeremos la cuerda y las velas y los pondremos a buen recaudo.
Abandonaremos el lugar. A la mañana siguiente, podrás observar que todavía quedan restos de los símbolos que dibujaste o, a veces, algunos diferentes. En una copa pondremos un poco de sidra y desde el mismo centro del jardín, empaparemos la tierra. Esta bebida prepara la tierra para ser plantada.