La ciencia del viento y el agua
La antigua ciencia china del emplazamiento, el Feng (viento) Shui (agua), parte de la premisa de que tan importante es quiénes somos como dónde estamos. Nuestra interacción con la realidad del mundo puede mejorar o empeorar dependiendo del ambiente en el que nos desenvolvamos.
El Feng Shui se ha utilizado de forma casi religiosa por el pueblo chino durante milenios. Esta antigua disciplina tiene unos tres mil años de antigüedad, aunque se ha demostrado la existencia de algunas enseñanzas anteriores.
Mientras el pueblo chino se esforzaba por almacenar experiencia en torno a cómo el lugar influía en su forma de comportamiento, en Occidente nos afanábamos en otro tipo de intereses. A pesar de ello, algunos de los grandes personajes de nuestra historia occidental supieron entrever la importancia de esa relación.
Hipócrates, padre del juramento médico que lleva su nombre (primer código ético sobre el ejercicio de la medicina), estaba convencido de que el factor ambiente era de una importancia fundamental en la sanación de enfermedades.
No fue el único. Robert Burton, estudioso inglés del siglo XVII, estableció en su libro The Anatomy of Melancholy (Anatomía de la melancolía) la relación existente entre la climatología y el temperamento de las personas. Sin embargo, la ola de creciente materialismo que nos ha invadido en este último siglo ha hecho que esta antiquísima filosofía perdiese prestigio entre el pueblo chino hasta convertirse en una mera herramienta para el éxito en los negocios. Sin embargo, durante ese período de tiempo, los occidentales hemos ido preocupándonos cada vez más por la relación ambiente-comportamiento.
En EE.UU., el psicólogo Abraham Maslow realizó un ingenioso experimento que dio lugar a uno de los primeros estudios sobre el efecto que produce el ambiente en nuestra opinión sobre los demás. El experimento consistía en hacer pasar a una serie de individuos por tres habitaciones de distinto aspecto: una decorada con pésimo gusto, otra más bien neutra, y la tercera, en la que la exquisitez alcanzaba puntos de perfección.
En cada una de estas habitaciones había un entrevistador con fotografías de personas. A los entrevistados se les pidió que describieran qué les sugerían los rostros de las fotografías mostradas.
El resultado fue sorprendente. Los mismo rostros sugerían cosas distintas dependiendo del lugar en que eran mostrados; en la habitación fea la apreciación era negativa y, en la bonita, positiva- En la habitación neutra el grado de apreciaciones negativas fue mayor que el de las positivas. Sin embargo el Feng Shui no intenta explicar qué es la belleza. La belleza es en gran medida un fenómeno cultural y, por tanto, sometido a cánones tan dispares como las propias culturas. Igualmente, el gusto personal prima a la hora de aplicar las enseñanzas del Feng Shui. Al ser una disciplina creada por la cultura china, con un canon de belleza que no es aplicable a todas las culturas, deberemos sintetizar sus enseñanzas con las de nuestra cultura para así satisfacer los requisitos (clima, geografía, grupo social, etcétera) que subyacen en nuestro propio concepto de la estética. Pero no se preocupen: si utilizamos el Feng Shui y sus curas Bagua de forma adecuada, acabarán por ser como de la familia: algo en lo que confiaremos plenamente.
En el Feng Shui tradicional aparecen muchas obviedades, por ejemplo en detalles relacionados con la higiene. Así cuando se dice que "la taza del WC ha de estar tapada porque así se favorece la prosperidad" hay que situar la idea en su contexto y tener en cuenta las condiciones de vida en el momento en que se desarrolló el conjunto de enseñanzas de lo que hoy conocemos como cultura tradicional china. Que es por otra parte una ciencia muy compleja, de la cual hemos podido resumir en Occidente los rasgos más esenciales. Por fortuna tenemos las curas Bagua, ya que es realmente complicado profundizar a fondo en el Feng Shui.
A mí me gusta, de todas formas, añadir a estas enseñanzas una serie de valoraciones occidentales no menos importantes para tener en cuenta a la horade planificar una vivienda.
Tres conocimientos básicos
El arte del Feng Shui debe utilizarse teniendo en cuenta tres conocimientos básicos: el de la persona, el de la cultura o grupo social, y el del clima.
El conocimiento de la persona engloba el carácter, la edad y los gustos, entre otras cosas. Los chinos también creen que conocer la cultura es importante; no se estructuran los espacios familiares del mismo modo en el sur de España, por ejemplo, que en el norte y, por supuesto, tampoco se disponen de la misma manera en el norte de Africa que en la Polinesia. Saber el tipo de clima también es primordial: en los países nórdicos nadie se preocupa de cómo puede influir la orientación y la distribución de los enseres de una terraza, pues la mayoría de estos países carecen de ella; pero en zonas geográficas más cálidas, es algo que no debemos olvidar. En realidad, lo mejor es acercarse al arte del Feng Shui como si fuésemos a elegir la comida en un restaurante; sabemos lo que nos gusta, y lo pedimos de modo que satisfaga nuestro apetito y nuestro paladar.
Los fundamentos del Feng Shui
El Feng Shui no es concebible sin el amor de la cultura china por el simbolismo. Por ello, para hablar de la filosofía de la que parte, debemos remontarnos a dos textos considerados sagrados desde tiempos inmemoriales: el I Ching y el Tao Te King.
En el I Ching, o Libro de los cambios, se encuentra todo el saber sobre las normas básicas por las que se rige la transformación de la energía cuyo fluir constante crea y transforma el mundo. Encontramos el concepto del Yin y el Yang; las dos vertientes de la energía que, al contrario que en la filosofía occidental, no son antagónicas, sino complementarias. Para la filosofía del I Ching la energía no es negativa o positiva, sino pasiva o activa.
La interacción entre estos dos conceptos, la relación causa-efecto, es el motor de la vida.
El Tao Te King, o el camino, habla de lo que no percibimos, de lo desconocido, ese territorio donde la mayoría de las veces la lógica se atasca porque no consigue ordenar lo que acontece. El Tao enseña a mirar, de distintos modos, la conexión entre esos fenómenos que parecen inexplicables. El Yin y el Yang también se integran dentro de estas enseñanzas; son los elementos que conforman la energía primaria, el Wu Chi; el círculo perfecto que simboliza el todo y la nada a la vez y donde el Yin y el Yang dan forma a la totalidad del mundo.
Estos dos textos, y sus distintas formas de acercamiento a un mismo concepto, son la base del Feng Shui. Su buen uso permite armonizar las energías de la naturaleza, facilitando nuestra relación con ella.
Pero el Feng Shui utiliza otros elementos contenidos también en estos dos textos: los cinco elementos primordiales (fuego, tierra, metal, agua, madera) y sus dos ciclos (generador y destructor). El chi (el aliento cósmico o energía vital) da vida a todas las cosas, a los cuatro animales celestiales (Ave Fénix, Tortuga, Dragón, Tigre) que están en las formas de la naturaleza.