El significado esotérico de la Navidad
No hay duda que la época más bella y llena de Luz de todo el año es la Navidad. Esto tiene su razón de ser cósmica: en esos días se produce el solsticio de invierno, que es el momento cuando el Sol se encuentra en el Polo Sur y emprende su camino hacia al Polo Norte. Ese día nace el Sol para todos los países del norte y la vida que parecía morir por el invierno, renace para continuar el ritmo cósmico natural de las estaciones.
El día en que el Sol llega a su punto extremo en el sur y comienza su retorno a norte es el propio día de la Navidad y es ese día que desciende oficialmente a la tierra el Espíritu de la Navidad; esta fecha es variable, pero siempre se encuentra entre el 20 y el 25 de diciembre. Se adoptó como costumbre la fecha del 25 de diciembre, por relacionarse con el nacimiento de Jesús, sin embargo representa un tema de debate, por ser instituida probablemente en el siglo IV de la era cristiana, relacionándose más con la decadencia y caída del Imperio Romano, ya que coincidió con la culminación de la fiesta romana de Brumalia, donde se celebraba el nacimiento de Baco (Dionisio). ruma es un antiguo nombre en latín que se le atribuye al día más corto del año o sea el solsticio de invierno, fijado en el calendario juliano el 25 de diciembre, a su vez también era la fecha tradicional del nacimiento de Mitra, el “Sol Invencible”, por ello no todas las comunidades cristianas la adoptaron.
Cualquiera sea la razón para la elección de 25 de diciembre como fecha para la navidad, es esotéricamente apropiada, ya que por un lado se asociaba el nacimiento de un maestro del mundo, con el renacimiento del sol. A medianoche del 24 de diciembre, conocida como el solsticio de invierno en el hemisferio norte en donde tiene sus raíces nuestra cultura, renacía súbitamente el sol el que parecía estar cerca de abandonar la tierra para siempre, después de haber ido declinando paulatinamente por seis meses.
El sol reencarnado se elevaba sobre el horizonte oriental, avanzando por el medio de la constelación de Virgo, situada justo por encima del horizonte. De modo que era en la mañana del 25 de diciembre que el sol renacía a través de una virgen. Este era el gran y maravilloso evento para la tierra aquí abajo. Mas, para el mundo de arriba, había un evento paralelo, aún mayor. Para los sabios entre los antiguos al igual que para los esotéricos modernos, un sol salvador y dador de vida es el cuerpo del espíritu conocido como el Logos. El diccionario nos entrega dos significados para este término uno es el Hijo de Dios y el otro, la Palabra de Dios.
Es el Hijo de Dios, ya sea que se le considere un Mensajero o un Avatar, el que le trae al hombre la sabiduría de Dios en palabras. El recién nacido sol físico es, en un comienzo, un débil infante. Parece luchar en contra de la oscuridad, que es predominante mientras las noches sean más largas que los días, y esta valiente brega del juvenil sol continúa hasta que alcanza la línea del equinoccio de primavera. Cuando la cruza, se dice que es crucificado y se levanta triunfante para hacer madurar el grano y las frutas, trayéndole de esta manera el calor y el sustento a las criaturas de la tierra. Su ascensión dadora de vida hacia los cielos continúa hasta el solsticio de verano en junio, entonces comienza su declinar de seis meses hasta el nuevo solsticio de invierno en diciembre.
El Logos u Hombre-Dios que desciende a la tierra para traer la Luz divina y salvar de esta manera al género humano de la muerte espiritual, tiene muchos paralelos en cuanto a nacimiento y vida con su símbolo el sol físico. Como primera cosa, siempre e inevitablemente nace de una virgen, así como el sol nace en medio de la virgen cósmica. La madre del Hombre-Dios puede no ser una virgen en el sentido fisiológico, mas siempre lo es en el sentido espiritual.
La vida de Cristo tiene una parte exotérica y otra esotérica. La parte exotérica se refiere a su historia, nacimiento, vida y muerte meramente física. La parte esotérica es la más importante, la razón de existencia del Cristo. Esta parte normalmente está velada al vulgo y sólo tienen acceso a ella los iniciados a los Misterios del Fuego. Por eso, la vida de Cristo viviente es mal comprendida y resulta incongruente si se estudia teniendo en cuenta sólo lo que se ha escrito de su parte exotérica. Su leve paso por la Tierra de 33 años y sólo tres años de vida pública, fue tan importante que hasta ahora, dos mil años después, se recuerda como si fuera ayer, todo lo que sucedió con su venida a este planeta.
La vibración de Amor que ha quedado en el plano astral fue tan intensa que sigue vibrando y ayudando a las personas a cambiar el odio y en rencor por el dulce ensueño del amor. Uno de los enigmas del nacimiento es el objeto aéreo que guió a tres Reyes Magos hasta el humilde pesebre en Belén en donde nació Jesús. Se dice que fue una estrella. Pero las estrellas no se mueven. El objeto fue un fenómeno astronómico o astrológico. Según los escritos, los sabios viajaron siguiendo una estrella que se detuvo sobre el lugar en el que Jesús había nacido. Fuera lo que fuese, los Reyes Magos la asociaron a Jesús, el Rey de los Judíos, que cuando grande iba a luchar por la liberación de Judea, hecho que había sido anunciado hacía cierto tiempo.
La estrella o lo que hubiera sido ese objeto volador, se asoció con Júpiter, el planeta rey, y a Régulo, la estrella rey y al planeta Saturno. También se considera que podría tratarse de la estrella Sirio de la constelación de Orión. La Navidad ha sido reconocida y celebrada como una época de nuevos comienzos, mejores contactos humanos y relaciones más felices entre familias y comunidades. Así como las iglesias han ido descendiendo en su presentación profundamente materialista del cristianismo, el sencillo Día de Navidad, que hubiera complacido al corazón de Cristo, ha degenerado en una orgía de gastos, adquisición de cosas agradables, siendo considerado como una "buena temporada para el comercio". Por lo tanto, debe recordarse que cuando las fases de una religión inspirada por la vida, es interpretada en forma totalmente materialista, cualquier civilización y cultura pierde su sentido de los valores espirituales y responde principalmente a los valores materiales; habiendo terminado su obra útil debe desaparecer, por el propio bien de la vida y del progreso mismo.
El mensaje del nacimiento de Cristo es siempre nuevo, pero hoy no es comprendido. Durante la era de Acuario, en la que estamos entrando con rapidez, el énfasis cambiará de Belén a Jerusalén y del niño Salvador al Cristo Resucitado. Piscis ha sido durante dos mil años la luz que se expande; Acuario verá la Luz ascendente y, de ambas, el Cristo es el eterno símbolo. La antigua historia del Nacimiento será universalizada y considerada como la historia de todo discípulo e iniciado que recibe la primera iniciación, y en su época y lugar se convierte en un servidor y portador de luz.
¿De dónde proviene el árbol de Navidad? En tiempos de los celtas, la noche del 21 al 22 de diciembre, es decir, el solsticio de invierno, era llamada “noche del abeto plateado”. En ese día, los celtas tenían la costumbre de quemar un enorme tronco de abeto. Esta costumbre ha perdurado hasta hoy a través de muy diversas variantes, que comprenden desde el tan difundido y ornamental arbolito de Navidad, hasta el obsequioso tió, tronco que los niños catalanes golpean en Navidad y del que brotan milagrosamente ricas golosinas y regalos.
¿Por qué nos hacemos regalos por Navidad? Esta costumbre se remonta a las saturnales romanas, en las que el culto al Sol tenía un papel predominante y que se celebraban entre el 17 y el 24 le diciembre, durante el solsticio de invierno. A lo largo de dichas fiestas en honor a Saturno, todos los papeles de la sociedad romana se invertían: los esclavos se convenían en amos y éstos quedaban a su servicio. Se autorizaban todos los excesos y libertinajes. Finalmente, los participantes en estas saturnales se ofrecían regalos el 25 de diciembre, celebrando así el primer día del año: el Día del Año. Parece correcto afirmar que la fiesta de los Locos en la que se inspiran nuestros carnavales-, que se desarrollaba en la Europa medieval, hasta el siglo XV, entre el día de Navidad y el de la Epifanía, era una prolongación de las saturnales romanas.