El panteón Yoruba: Oloddumare
Los Yorubas nombraron, identificaron y deificaron a las energías de la naturaleza y las llamaron Orishas, sin embargo, no obstante su diversidad de deidades, se puede considerar como una religión monoteísta, ya que consideran a Olodumare como Dios único y omnipotente. El panteón Yoruba cuenta con 401 deidades diferentes.
La complejidad de su cosmología ha llevado a los estudiosos occidentales a comparar la sociedad Yoruba con la Grecia Antigua, sin embargo, existe una gran diferencia debido a que en la religión greco-latina su deidad principal tenía características afines con el Shango Yoruba, que no llega a ser el Dios supremo. El Dios supremo Yoruba, Olodumare u Olorun no posee un sacerdocio organizado o templos en su honor, aunque se le invoca y se le pide su bendición.
La religión Yoruba afirma que cuando una persona muere, su alma entra en el reino de los antepasados desde donde, estos continúan teniendo influencia sobre la tierra. Es por ello que el culto a los antepasados (eggun) juega un papel importante en la religión Yoruba. Algunos Orishas importantes son Eshu, quien rige el destino; Shango, el dios de trueno; y Oggun, el dios de hierro y la tecnología moderna.
Oloddumare es, en la Religión Yoruba el Dios único, supremo, omnipotente y creador de todo lo que existe. Su nombre proviene del Yorùbá Olòdúmàré, lo cual significa (Señor al que va nuestro eterno destino). Olodumare es la manifestación material y espiritual de todo lo existente. No está en contacto directo con lo hombres, sino a través de su otra forma, Olorún (directamente) u Olofin (indirectamente). No se asienta, no se le ofrenda ni posee collares.
Nunca puede representarse pictóricamente y no tiene atributos humanos. Los Yorubas no tienen estatuas ni altares para representar al Dios Olodumare. El creador del cielo y de la tierra, el que envía la lluvia y hace que crezcan los cultivos. Es la fuente primigenia de toda vida, y es de él de quien el hombre obtiene su espíritu. Los yorubas creen que Olodumare es la esencia y la fuerza suprema de la que emana todo el Universo.
De todo lo dicho podemos vislumbrar que Olodumare personifica al Dios único y supremo, reconocido por todos los Orixás como la máxima autoridad y jerarquía, al que se le debe fidelidad, fe y amor absoluto. Olodumare u Olorun, como también se le conoce, es una deidad inaccesible, elevada y distante a la que no se ofrecen sacrificios, no posee ningún rito, no tiene sacerdotes, ni símbolos, ni imágenes, ni templo y tampoco posee collares.
Al ser un espíritu tan inconmensurable y elevado, tampoco podemos acceder a él directamente ni hacerle peticiones. También creó a un primer hombre (por eso es la madre), que era inmortal y se llamaba Omo Oba. Resultó ser orgulloso y vanidoso, así que Olodumaré ordenó su destrucción; sin embargo, como era inmortal no pudo ser destruido. Hoy Omo se llama Olosi, vive en la tierra y trata de hacer que los humanos se rebelen contra Olodumare.
Más tarde, Olodumare decidió crear otro hombre, inmortal, que nace de Olofin Sekume, que tiene una mujer, procrea y se multiplica. Olofin es el padre.
Olodumare, según la religión yoruba, es el creador universal, el rey que gobierna todas las criaturas y entidades. Es omnipotente, omnipresente y omnisciente. Él es el juez amantísimo, inmortal y sagrado. Olodumare, como Ser Supremo, es el Dios Universal, Rey de la justicia, Divina Providencia, Juez supremo, excelso y misericordioso; es el principio y el fin de todas las cosas, el amor y el poder absoluto. Es la fuente de toda energía vital, incorpórea, intangible y sublime que interpreta todo lo existente y que seguirá proyectándose hasta el fin de los tiempos.
Todos los Orixás son los ministros de Olodumare, pero Obbatalá es su hijo más amantísimo, el intermediario directo entre este Dios supremo y el hombre. E incluso, para algunos ancianos yorubas, es la imagen o símbolo de Olodumare en la Tierra. Si bien a este santo no se le asocia con rituales mágicos, sí que se le puede invocar mediante una de las magias más puras y sagradas: la oración. Orar es una forma de comulgar con la energía y con uno mismo. El rezo es una manera de fluir con el entorno que nos rodea y de expresar aquello que se alberga en nuestra alma y corazón.