Pactar con Satanás. Los libros prohibidos
Algunos de esos textos prohibidos, los Grimorios, se han conservado hasta nuestros días, escapando milagrosamente a las piras de la inquisición, o a la censura de los sucesivos Papados.
El Gran Grimorio está considerado como uno de los libros más autorizados en lo concerniente a los pactos diabólicos. Resulta difícil, como ocurre con todos los grimorios, datar la fecha de su redacción, al no haberse localizado ningún manuscrito anterior a la fecha de su impresión, que ocurrió en el siglo XVIII. Para algunas fuentes debe ser posterior al Grimorium Verum pero para otros es contemporáneo, o incluso obra del mismo autor, del Lemegeton o “Clave Menor de Salomón”, obra datada con cierta seguridad en el año 1500.
Atribuido “oficialmente” a un tal Antonio del Rabino, un mago veneciano que afirmaba haber redactado la obra basándose en textos autógrafos del mismísimo rey Salomón (Hijo de David y profeta del Antiguo Testamento), en el Gran Grimorio se especifica con detalle como invocar y pactar con Lucifer Rofocal. Consciente de los riesgos que encerraría el pacto con el diablo, Antonio del Rabino, o quien haya sido su autor, el Gran Grimorio incluye toda una serie de cláusulas llenas de dobles sentidos, triquiñuelas y escapatorias, que permitan burlar al diablo cuando éste se presente para reclamar su parte en el pacto. Al fin y al cabo, toda una eternidad de tormentos inenarrables, a cambio de unos pocos años de beneficios materiales, no son un buen negocio para nadie.
Siempre según la formula del Gran Grimorio, tras varios días de astringencia sexual, semi-ayuno y austeridad en el vestir, se iniciará el ritual nocturno con la siguiente invocación:
“Adonai, Elohim, Jehovah, yo te imploro, oh, patrono y señor de todos los espíritus, y te entrego mi alma, mi corazón, mis vísceras, mis manos y mis pies, todo mi ser. Oh, Adonai, dígnate serme propicio en mi labor…”
El Grimorium Verum nos ha llegado, en su forma más antigua, en una traducción francesa, impresa en Roma (cuya traducción del hebreo firma un tal Plangiere, Jesuíta-Dominico), aparentemente en el siglo XVI. O al menos eso se desprende del encabezamiento de este importante tratado de Alta Magia que dice: “Alibeck el Egipcio, en Memfis, año de 1517”. Sin embargo es frecuente que los Grimorios y otros “libros malditos” presenten falsificaciones similares para despistar a los tribunales inquisitoriales que perseguían con saña a los redactores de estas “obras blasfemas y heréticas”.
Según los estudios bibliográficos realizados sobre estas magnas obras de Magia Negra, la necesidad de falsear el nombre del autor, y el lugar y fecha de redacción eran una argucia imprescindible para poder eludir las piras de la Inquisición, lo cual dificulta enormemente la datación exacta de estas obras. Pese a ello, muchos autores consideran el Grimorium Verum como una probable última redacción, notablemente enriquecida por diferentes fuentes, de uno de los legendarios cuarenta y dos libros de Hermes Trimegistro. Cuarenta y dos libros divididos en seis grupos de siete obras, sobre astrología, rituales, medicina, etc.
Uno de los rituales incluido en el Grimorium Verum (como ocurre en el Gran Grimorio) se dedica especialmente a la venta del alma al Diablo. Y como en el citado Grimorio, se especifica que los demonios “no dan nunca nada a cambio de nada”, aludiendo a la necesidad de ofrendas y sacrificios rituales, siempre de animales. El Grimorium Verum inicia su primera parte enumerando los tres principales demonios con los que se puede pactar: “Lo primero que debes saber es que existen tres potencias. Lucifer, Belcebú y Astarot”. Detallando a continuación como han de confeccionarse correctamente todos los elementos y herramientas del ritual: el pergamino virgen, las varas mágicas, el cuchillo sacrifical, la lanceta, etc.
El Grimorium Honorii Magni (o Libro del papa Honorio el Grande) se ha considerado el más “diabólico” entre todos los Libros Negros, probablemente porque, a diferencia de otros Grimorios más limitados a la magia cabalística (judía) en esta obra se muestran importantes influencias cristianas, que a juicio de las autoridades eclesiásticas, agravan aún más el carácter blasfemo de la obra. Publicado por primera vez en latín, en Roma, en los años 1629, es conocido especialmente a partir de una traducción francesa de 1670, y atribuido al papa Honorio III el Grande, sucesor de Inocencio III, que reinó entre el 1216 y el 1227.
El libro se inicia con un alegato del autor: que se identifica como Papa: “Nos , indignamente Pontífice, elevado a este Alto Oficio, por la benevolencia del Señor, y heredero y sucesor de Pedro…”. Seguidamente el presunto Papa explica su deseo de “comunicar el poder que Nos poseemos sobre los espíritus y que hasta hoy había permanecido confinado y reservado a los Siervos de los Siervos de Dios de nuestro mismo rango”.
El argumento esgrimido por el autor, que a ojos del creyente no deja de tener un cierto sentido, es que, según la cita evangélica, Jesús dijo al primer Papa: “Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y la puertas del infierno no prevalecerán contra ella y te daré las llaves del Reino de los Cielos y cualquier cosa que atares en la tierra será atada en el Cielo” (Mateo 16, 18). En esta cita, en la que se sustenta en buena medida la autoridad del Magisterio de la Iglesia Católica, se pretende justificar el supuesto poder del Papa para dominar a los demonios, y para decidir en la tierra cuestiones que afectan también al mas allá.
Por esa razón no debe sorprender al lector que, amén de la invocación a los demonios o ángeles hebraicos, o a la divinidad en todas sus formas judaicas: Adonai, Eloim, Jehová, etc, en el Grimorio de Honorio III se apele al poder de la Virgen , los Santos o Jesucristo para sellar los pactos con los espíritus, o requerir su protección en los tratos con los demonios.
El Libro de las Maravillas del Mundo y otros Grimorios atribuídos a Alberto Magno (como el Pequeño Alberto) han conocido infinidad de ediciones en todas las lenguas europeas importantes. En sus páginas se incluyen explicaciones, y justificaciones que intentan razonar los porqués del funcionamiento de los rituales mágicos, y lo cierto es que algunos de los “trucos” enumerados por el supuesto Alberto Magno, no carecen de un cierto sentido común.
En España, sin duda uno de los libros prohibidos más populares, que todavía hoy circula en algunos ambientes esotéricos, es el Gran Libro de San Cipriano. Este Grimorio, en el que también se especifica con detalle el ritual de invocación a los demonios y los pasos del pacto satánico, generó todo tipo de leyendas. Entre las meigas gallegas, que haberla haylas, se rumoreaba que existía una copia de este libro legendario encadenada en los sótanos de la Catedral de Santiago de Compostela, sin embargo ediciones menores y fragmentos sueltos eran atesorados por algunos esoteristas gallegos, o del resto de España, como un auténtico tesoro mágico. “El Ciprianillo” todavía hoy es consultado por algunos videntes, ocultistas y brujos españoles contemporáneos.