El Oráculo de Olimpia
Desde tiempos insospechados, el ser humano ha intentado entender su presente, su pasado, y por supuesto, su futuro. Las antiguas civilizaciones atribuían sentido premonitorio a actuaciones de la madre naturaleza, como por ejemplo al vuelo de los pájaros.
Pero fue la antigua Grecia la que puede llamarse precursora de los oráculos y de la adivinación. Debido al carácter tan supersticioso de esta civilización, los oráculos en los templos de los dioses eran paso obligado para toda la población.
Olimpia fue un recinto dedicado a la divinidad de Zeus. Era un lugar muy tranquilo, rodeado de árboles, cerca del río, la paz se palpaba en el ambiente, todo lo contrario al Oráculo de Delfos, rodeado de montañas de roca.
Olimpia fue en la Antigüedad el recinto de un santuario ofrecido al dios Zeus. Fue así mismo el antiguo emplazamiento de los Juegos Olímpicos, celebrados cada cuatro años.
En la península griega del Peloponeso, al noroeste, en la región llamada Élide, existe un valle formado por el río Alfeo. El santuario se encontraba allí, en un paisaje en que conviven las colinas con las llanuras, en un marco totalmente diferente del de Delfos; en Olimpia el lugar es tranquilo y relajante, con el frescor cercano del río, lejos de la sequedad de los quebrados del monte Parnaso que ampara el oráculo de Delfos. Olimpia está situada al pie de la colina llamada Cronio en un terreno llano.
El santuario y los edificios
Las construcciones del recinto sagrado de Olimpia se conocen gracias a las excavaciones arqueológicas y al texto escrito por el gran turista de la antigüedad, Pausanias (siglo II de nuestra era), que visitó la zona en el año 173. El recinto es un cuadrado de casi 200 metros de lado.
En su origen el lugar estuvo consagrado a las diosas Hera y Cibeles que tenían sus templos en la zona norte, la más sagrada, llamada Altis o bosque sagrado. Esta zona estaba rodeada por un períbolo (espacio que rodeaba a un templo antiguo). El templo de Hera es de finales del siglo VII a. C. Más tarde, en el siglo V a. C. se construyó y se consagró el templo a Zeus, en el reducto sur del Altis.
Crono está presente en la colina que lleva su nombre y con él se establece un lazo de unión con los dioses más antiguos prehelénicos del pueblo pelasgo, del cual se tiene muy poca información.
El altar de Zeus se encontraba casi en el centro. Se dice que estaba hecho con las cenizas de las víctimas ofrecidas al dios. Dominando el templo de Hera se encontraba la terraza de los tesoros (pequeñas capillas donde se depositaban las ofrendas a los dioses y los exvotos), construidos por ciudades coloniales de Occidente (Cirene, Síbaris, Bizancio, Megara, etc.). El templo de Zeus fue erigido por los eleos (pueblo de la antigüedad de Grecia) entre los años 468 a. C. y 457 a. C. El templo guardaba la gran estatua del dios olímpico, hecha en oro y marfil (técnica criselefantina) por el escultor Fidias (c.490-c.430 a. C.), considerada como su obra maestra. La estatua medía 12 metros y el autor tardó un año en hacerla. Los antiguos incluyeron esta obra entre las siete maravillas del mundo. Fidias tenía su propio taller en aquel enclave. Las excavaciones arqueológicas han sacado a la luz una gran cantidad de herramientas.
En el siglo IV a. C., Filipo II de Macedonia mandó construir un templo jónico circular en el Altis, llamado Filipeion. Allí colocó las estatuas de sus padres, la de su esposa Olimpia, la de su hijo Alejandro y la suya. Todos estaban aun vivos, pero de esta manera podían situarse junto con los dioses.
En la parte posterior del templo de Zeus creció un olivo salvaje cuyas ramas fueron utilizadas para confeccionar las guirnaldas de los ganadores en las pruebas olímpicas. Según la leyenda el árbol había sido plantado por el mismo Heracles.
Otros edificios importantes eran el estadio, la palestra, el hipódromo y el gimnasio, que se encontraban situados fuera del Altis.
La leyenda
Pausanias da una explicación sobre la presencia de Zeus en el santuario. Cuenta que Rea, la madre de Zeus, al dar a luz en una cueva situada en el monte Ida en la isla de Creta confió el niño a los dáctilos o curetes, que eran los sacerdotes del monte Ida. Estos sacerdotes eran cinco hermanos:
- Heracles
- Peoneos
- Epimedes
- Iasos
- Ida
Fue el primogénito, Heracles, quien propuso a los demás hacer una carrera en honor de Zeus niño, y otorgar al vencedor una corona de olivo. De esta manera, Heracles instituyó lo que en el futuro serían los Juegos Olímpicos, que se celebrarían cada cuatro años a partir del 776 a. C. Tras pasar la infancia en este lugar, los propios curetes trasladaron al niño a Olimpia.
Templo de Zeus y estatua
Fue erigido por los eleos, en orden dórico en la parte sur del Altis. Era de grandes dimensiones por lo que dominaba el santuario aunque no estaba construido en alto sino al mismo nivel que los demás edificios. Las doce metopas esculpidas representaban escenas de los 12 trabajos de Hércules (Heracles). Dentro del edificio se encontraba la cella que guardaba la estatua de Zeus, obra de Fidias, hecha en marfil y oro (crisoelefantina o criselefantina). En el templo se encendía la llama olímpica de los juegos.
La estatua de Zeus medía 12 metros de altura. Representaba al dios sentado y en su mano izquierda portaba el cetro. Fidias comenzó a trabajar en ella alrededor del año 440 a. C. El historiador griego Estrabón escribió sobre ella y cuenta que casi rozaba el techo del templo y que daba la sensación de que éste se rompería si al dios se le ocurría levantarse. La estatua de Zeus en Olimpia fue elegida como una de las siete maravillas del mundo conocido de la Antigüedad.
Excavaciones
Los primeros en excavar los yacimientos de Olimpia fueron los arqueólogos franceses en el año 1820. Más tarde entre 1875 y 1881 llegó una expedición alemana cuyos estudios fueron muy importantes sobre todo en los planos de los edificios. Siguieron los trabajos en los años 1936, 1952, 1960 y 1961. Entre los restos encontrados más sobresalientes está la estatua de mármol del dios mensajero Hermes con Dioniso niño, obra del escultor griego Praxíteles (c. 390-330 a. C.). Otro hallazgo curioso fue el taller donde trabajaba el escultor Fidias, además de una serie de herramientas del artista.