Leyendas Asturias: Los seres de la muerte. II Parte
La Llavandera.
Es una mujer vieja, muy arrugada, de mirada dura y ojos rojizos que durante la noche lava la ropa en el rio y durante el día se esconde. Visten túnicas amarillas y habitan en las orillas de los ríos, en cuevas o en el interior de los arboles. Provocan inundaciones y mandan sobre las nubes. Su voz es lúgubre, y parecida a la de los búhos. Generalmente no hacen mas que lavar la ropa por la noche, haciendo sonar las palas y riéndose; no les gusta nada que se las vea entonces y al que insiste en hacerlo lo arrastran consigo a las turbulentas aguas de los ríos. Sin embargo, tiene su lado bueno, y es que cuando hay un incendio en el bosque, lo apaga batiendo sus palas en el agua del rio.
La Llavandera es un personaje bueno y malvado a la vez. Se dice que los turistas desorientados se encuentran con ella atraídos por el sonido de sus palas, que ella golpea contra las piedras. La Llavandera suele ahogar a muchos de estos caminantes en el río, ya que no le gusta ser observada. Sin embargo, se dice que esta mujer mitológica colabora en la extinción de los incendios del bosque, y ayuda a los ancianos que se encuentran en apuros. No suele auxiliar a los jóvenes, ya que les culpa de la destrucción y el olvido de las tradiciones.
Cuando las tinieblas oscurecen los caminos que están cerca de los ríos o de alguna fuente, puede oírse, a veces, el golpear de las palas de lavar la ropa contra las piedras.
En un principio, el aldeano podría pensar que se trata de alguna de las mujeres del pueblo que esta lavando, pero es entonces cuando oye la voz ronca, como el ruido de una cascada, de la Llavandera y la humedad del bosque parece introducirse en el cuerpo. Mas vale que no se encuentre con ella, puesto que estos seres se muestran extremadamente violentos si son descubiertos o si notan que son espiados, así que lo mejor es correr hasta el pueblo y olvidar lo sucedido.
Otros seres. El carro de la muerte.
Es una aparición nocturna que anuncia la muerte, Vuela por los aires, va sin caballos ni carretero. Aparca a las puertas de la casa y se lleva pacíficamente al que muere. Otras veces produce la muerte a quien lo ve.