Los Aquelarres
"Es la misa al revés,
se consagra lo inmoral,
el aquelarre del pecado.
Cuerpos entregados en lasciva comunión,
santa bacanal en el altar. "
Aquelarre (Mago De Oz)
Un Aquelarre o akelarre es el lugar donde las brujas celebran sus reuniones y sus rituales. Con el paso del tiempo, este termino vasco se ha asimilado en castellano y por extensión se aplica cualquier Sabbath, es decir un reunión de brujas y brujos. Cabe hacer notar que extrictamente hablando, el termino aquelarre se refiere al lugar de culto donde se reunen los brujos, el ritual como tal se denomina Sabbath, pero por fuerza de la costumbre estos terminos se volvieron sinonimos, de tal suerte que aquelarre fue el nombre que se le dio a las reuniones nocturnas en las que las mujeres consideradas brujas se reunían.
La palabra aquelarre procede del euskera, de la unión de aker+larre, que literalmente se traduciría como "prado del cabrón" o del macho cabrío y de alli que se diga que en estas celebraciones se solía venerar un macho cabrío negro al que se le ha asociado con el culto a Satán. Sin embargo, si bien el macho cabrio para las religiones judeocristianas representa a Satanas, dentro del paganismo representa a Pan, el dios griego de la fertilidad.
Aun asi, se acusaba a las mujeres de usar estas reuniones como provocación, de invocar en ellas al diablo para pactar con él, de llevar a cabo toda suerte de orgías en las que participa también el demonio, de hacer sacrificios o ritos malignos que causaban mal al pueblo... Aunque realmente, a estas reuniones no acudían extraños, con lo que esto no son hipótesis hechas muchas veces desde el miedo o el rechazo. Probablemente el que una serie de mujeres se reuniesen por su cuenta no resultaba normal en la época y daba pie a rumores infundados, más aún si la reunión era por la noche, pero no hay pruebas de que realmente se realizaran esos sacrificios. Sí se sabe que se reunían, que bailaban desnudas bajo la luna, que preparaban infusiones con hierbas que ellas mismas solían recoger... poco para los castigos que sufrieron muchas de ellas después. También es posible que algunas de las cosas con los que se asociaron los aquelarres sucedieran de algún modo provocadas por las propias supersticiones de la época, que conseguían que las mujeres llegaran a autosugestionarse hasta el punto de tener alucinaciones que luego relatarían (en las que sí que podría aparecer una imagen que les recordara al demonio).
Cabe recordar ademas , que en esos dias las diferentes vías de administración de sustancias alucinógenas no eran muy conocidas y su administración cuando una cantidad letal estaba muy cercana a la dosis de uso hacían muy peligroso administrarlas por vía oral. Es por ello, que dichas sustancias se aplicaban frecuentemente en forma de ungüento por vía vaginal o rectal, lo que podría haber dado origen a algunas leyendas sobre el carácter sexual de las reuniones de brujas o el uso de calderos para la preparación de pócimas. Por otro lado, muchos sapos son venenosos por contacto y su piel también es alucinógena. Es por ello que los sapos también forman parte de la imaginería vinculada al mundo de la brujería. Algo similar sucede con algunas setas venenosas, como la amanita muscaria, asociada en los cuentos infantiles al lugar donde viven los gnomos.
Los aquelarres solían celebrarse en prados cerca de cuevas (como es el caso de Zugarramurdi, en Euskadi), o en claros de bosques, a cierta distancia de donde vivieran, a donde podían acudir las brujas a pie o supuestamente montadas sobre sus escobas. Se cuenta que en ellos el diablo podía elegir en qué forma aparecerse a las brujas, si en su forma animal, como un macho cabrío, bajo forma humana, convirtiéndose en un hombre apuesto pero con oscuras intenciones, o bajo la forma de una bestia informe sin los límites bien definidos. Asímismo, se cuenta que podía elegir darles a las brujas que copularan con él y le fueran fieles este mismo poder de transmutación.
De acuerdo con la mayoría de los expertos, los brujos europeos de la época medieval en adelante estaban organizados en grupos o aquelarres de doce miembros, la mayor parte de ellos, pero no exclusivamente, formados por mujeres, y por un líder, generalmente, masculino. Este líder estaba considerado como vicario del diablo y muchos de sus fieles más ingenuos le trataban como si fuera el mismo diablo. Tradicionalmente se le representaba vestido de negro o con disfraz de macho cabrío, ciervo u otros animales con cuernos.
El lugar de reunión de brujos más famoso de la Europa antigua y medieval fue Brocken, el pico más alto de las montañas Harz, en Alemania, donde transcurre la escena del Sabbat tan impresionantemente descrita en el Fausto de Goethe. Los Lunes, miércoles y viernes de cada semana eran los días señalados para los aquelarres, aparte de las grandes festividades de la Iglesia, como la Pascua, Pentecostés, Navidad, etc. Los aquelarres eran el 2 de Febrero (ahora dia de la Candelaria), el 1 de Mayo (ahora Dia de la Misa del Crucifijo), la noche del 30 de abril (Noche de Walpurgis), el 31 de julio (Fiestas de la cosecha), el 1 de Agosto (Ahora dia del Cordero) y el 31 de Octubre (ahora vispera del dia de Todos los Santos y tambien Samhain (fin del verano) que es el ultimo dia del año Celta, por lo que vemos que esta costumbre viene desde la epoca de las creencias en las deidades Ctonicas ... deidades de la tierra, de los Druidas ). Sin embargo, la creencia popular durante mucho tiempo fue que los aquelarres se celebraban el ultimo jueves del mes octubre, razon por la cual publico este articulo el dia de hoy.
Segun cuentan las leyendas, el aquelarre comenzaba con la iniciación de los neófitos. Se supone que la ceremonia iniciática incluía prestar juramento de obediencia al demonio, firmando con él pactos de sangre y profanando crucifijos, por ser la señal de la Cruz, y otros objetos sagrados; la asignación de un espíritu ayudante bajo la forma de gato, ratón, comadreja, sapo u otro animal pequeño, que actuara de sirviente del brujo; la realización de diversos actos obscenos de obediencia al demonio y su vicario. A la iniciación seguía un acto de culto general que con frecuencia incluía la misa negra, una farsa de la misa católica. Se dice que el culto desembocaba en una danza que se hacía cada vez más salvaje e indecente. El aquelarre terminaba supuestamente en una orgía sexual.
En cada aquelarre, y sobre todo cuando había que recibir a un nuevo iniciado, el diablo tomaba la figura de un hombre triste, encolerizado, negro y feísimo; estaba sentado en una roca, tan pronto dorado, tan pronto negro como el ébano. Lucía una corona de cuernos, con otros dos más en la nuca, y una tercera en medio de la frente; con ésta iluminaba el aquelarre. Sus ojos eran grandes, muy abiertos, lumínicos, espantosos. Su barba era como la de un chivo, mitad de hombre, mitad de cabrón. Tenía pies y manos humanos, con los dedos terminados en unas uñas desmesuradamente largas, que acababan en punta. Su fisonomía expresaba a la vez malhumor y melancolía.
Al comenzar la ceremonia todos los presentes se prosternaban y adoraban al diablo, llamándole su amo y su dios, y repitiendo la apostasía pronunciada ya al ser recibido en la iniciación. Todos le besaban el pie, la mano, el costado izquierdo, el trasero y el pene. La sesión empezaba a las nueve de la noche y terminaba en modo alguno después del canto del gallo.
A esta ceremonia sucedía otra que era una imitación diabólica de la Santa Misa, donde los diablillos subalternos disponían el altar y servían a su amo como los monaguillos sirven al cura en la misa. El diablo interrumpía la celebración para exhortar a la asistencia a no volver nunca más al cristianismo, prometiéndoles un paraíso mucho mejor que el cielo.
Terminada la misa, el diablo se unía carnalmente con todos los hombres y todas las mujeres, ordenándoles que le imitaran. El comercio concluía con la mescolanza de sexos, sin distinción de parentesco alguno. Los prosélitos del diablo tenían a gran honor ser llamados para tales actos, siendo privilegio del rey de los brujos llamar a sus elegidos, lo mismo que hacía la reina de las brujas con sus escogidas.
Después de la ceremonia, Satanás despedía a todos, ordenándoles que hiciesen todo el mal posible a los cristianos y a todos los frutos de la tierra, transformándose para esto en gato, lobo, zorro, gavilán y otros animales según la necesidad del caso, empelando asimismo polvos y mejunjes ponzoñosos, que debían prepararse con el agua sacada del sapo que cada bruja llevaba consigo, sapo que no era otro que el diablo metamorfoseado de tal guisa, desde el momento en que un novicio era recibido en la secta.
Esta recepción o afiliación tenía lugar en el aquelarre, momento en que el candidato renunciaba al culto de Dios, prometiendo obediencia y fidelidad al diablo hasta la muerte. Entonces, Satanás marcaba al iniciado con las garras de su mano izquierda, imprimiéndole la figura de un sapo muy pequeño bajo el ojo izquierdo, sin causarle ningún dolor.
Esta figura del sapo servía a los brujos como señal de reconocimiento. Luego, se le entregaba al recién admitido un pequeño sapo vestido, que poseía la virtud de volver invisible al nuevo amo, de transportarle de un sitio a otro en muy poco tiempo, y de transformarle en el animal deseado.
Antes de marchar al aquelarre, los brujo ya las brujas debían untarse el cuerpo con un brebaje vomitado por el sapo, que se obtenía golpeándole con pequeñas porras hasta que el diablo alojado en el sapo exclamase: “¡Ya basta!”.
Tras haberse untado el cuerpo con tal vómito, la bruja podía volar y viajar con la rapidez del rayo; pero tales travesías sólo podían realizarse de noche, puesto que al cantar el gallo, el sapo desaparecía y el brujo o bruja quedaba reducido a su condición natural.”
Se dice también que el diablo solía marcar a sus acólitas. Una de las maneras era hacerles una herida en alguna parte del cuerpo, que al cicatrizar se insensibilizaría. Así, durante las torturas en la Inquisición muchas veces se excusaban en que no estaban torturando exactamente sino buscando esa zona insensible que delatara a la bruja como tal. Otra marca que usaba el diablo era dotarles de un falso pezón que serviría para amamantar a su demonio familiar, oculto muchas veces bajo la forma de un animal. De aquí surgen dos creencias tradicionales que se mantienen hoy, la de que las brujas suelen tener verrugas (por donde se alimentaría este demonio familiar) y la de que suelen acompañarse de gatos negros o de otros animales como pueden ser lechuzas o cuervos.
Pero segun las leyendas, no siempre era el diablo quien participaba de la orgia ritual. En otros era hechiceros de sexo masculino, que mediante ungüentos, cinturones o rituales, se transforman en animales, lobos en la mayoria de los casos, para acudir al aquelarre y experimentar goces brutales y prohibidos....Es aqui donde la leyenda de las brujas y los hombres lobo se cruzan. Siguiendo por esa linea, tambien hay quien afirma que el diablo se valia de los hombres lobo para cuidar que el aquelarre pudiera llevarse a cabo sin interrupciones.Hasta tal extremo de histeria se llegó, que echó raíces la teoría de que también había aquelarres de hombres lobos, a imagen y semejanza de los de las brujas. Uno de los propagadores de esta teoría fue Casper Peucer, quien en sus Commentarius de Praecipibus Divinationum Generibus (1560) contó la siguiente historia: "En Navidad, un muchacho cojo de una pierna recorre la región reuniendo a los seguidores del Diablo, que son innumerables, para que vayan a un cónclave general. Quien se niega a ir o va de mala gana es azotado por otro con un látigo de hierro hasta que mana sangre y deja huellas ensangrentadas. Desaparece la forma humana y la multitud se transforma en lobos. Se reúnen muchos miles de personas. A la cabeza va el jefe, armado con un látigo de hierro, y la legión le sigue, todos firmemente convencidos de que se han transformado en lobos. Atacan manadas de vacas y rebaños de ovejas pero no tienen poder para matar a los hombres. Cuando llegan a un río, el jefe golpea el agua con el látigo y ésta se divide, dejando un sendero seco en medio por el que pasa la gente. La transformación dura doce días, al final de los cuales desaparece la piel de lobo y se recupera la forma humana".
Pero mas allá de la leyendas originadas por el delirio cristiano, el aquelarre (Sabbat) como tal no es mas que un ritual de adoracion al dios de la fertilidad (Pan) y a la Madre Tierra (Gaia). De hecho actualmente, el concepto de aquelarre sigue vigente dentro de religiones neo-paganas. Los wiccas llaman aquelarres a sus grupos y a lo largo del año estos grupos llevan a cabo cuatro Sabbats Menores y cuatro Sabbats Mayores cada uno durante los días solares sagrados que tiene un intervalo entre ellos de seis semanas y media. Los Sabbats Wiccas Sabbats son las celebraciones orientadas en relación con las estaciones. La Rueda del Año los divide alternándolos para conformar ocho períodos en el año. Estos períodos antiguamente regulaban las actividades diarias como las épocas de siembra y cosecha, además de ser utilizados ritualmente.
Ellos afirman que "Estas festividades revela la historia del Dios y la Diosa, el ciclo que experimenta la Diosa de pasar de Doncella a Madre y de Madre a Anciana y el ciclo que experimenta en Dios; en que nace, se casa, madura y muere. Actualmente los utilizamos para guiarnos espiritual y físicamente; para reunirnos y celebrarlos. El cuerpo humano está regido por estos ciclos que hoy hemos olvidado y alterado a partir de la implementación del calendario cristiano, el cual no va de acuerdo a ningún ciclo natural, debido a su reciente creación."