La Alquimia
Debido al desprecio arrojado sobre el arte de la alquimia en los tiempos modernos por aquellos que han fracasado en desenterrar su secretos, ésta ha sido pasada por alto por la ciencia, y ha resultado oscurecida hasta el punto de que haya poca gente que entienda claramente lo que representa.
La codicia humana ha sido siempre un disuasivo contra las declaraciones abiertas del Arte, y por consiguiente los filósofos decidieron permanecer en silencio. Las tratados están llenos de piedras de escándalo: datos falsos, asertos de algo que no es, claves dejadas aquí y allá sólo reconocidas por los Iniciados del Arte, se utilizaban mil palabras para indicar una misma cosa, y se les daba un mismo nombre a muchas cosas.
Si buscamos esta palabra en un diccionario nos podremos encontrar esta definición:
"La ciencia alquímica medieval, cuyos grandes objetivos fueron la transmutación de los metales comunes en oro, el descubrimiento de la cura universal para las enfermedades y los medios para prolongar la vida indefinidamente".
La filosofía alquímica está coloreada con ideas traídas a Alejandría por instructores errantes procedentes de la India, Persia y China. Esto explica la mezcla de pensamiento hindú combinado con magia egipcia y filosofía griega en la enseñanza hermética
En alquimia es fundamental la doctrina de que todas las cosas son manifestaciones de tres principios: Azufre, Mercurio y Sal. Sus nombres indican tres formas en las que se manifiesta la Cosa Una.
Los principios alquímicos
La alquimia no es un arte que se aprenda solo con la inteligencia, se necesita corazón.
Esto es lo que impide que los malvados y los hipócritas puedan penetrarla.
Los libros alquímicos o libros sabios, como suelen llamarse, están escritos en una especie de clave. Cierto filósofo afirmaba:
" Que la llave de los libros sabios está en los libros santos. Por eso el buscador debe orar primeramente con el fin de hallar la llave de los libros sabios y poder laborar cuando ha conseguido abrirlos.
Normalmente la primera impresión del lector al abrir uno de éstos viejos tratados es de que se trata de un texto absurdo y falto de fundamento pues está intentando entrar en un recinto sin haber abierto la puerta".
"Allí donde parece que hablo más claro y abiertamente de nuestra ciencia, allí es donde hablo más oscuramente y donde está oculto..... declaro que los filósofos, hemos escrito para nosotros mismos y para nuestros sucesores ".
" Los verdaderos hijos de la ciencia acostumbran a sembrar, plantar y trasplantar el árbol solar y lunar. El trabajo de los filósofos tan sólo consiste en esto: en preparar su tierra como se debe, y después de haberla trabajado naturalmente con esmero, como el campesino, no hacen sino sembrar ahí su semilla metálica que, a su debido tiempo, producirá naturalmente el árbol solar"
Al principio, solamente había una materia: ni seca ni húmeda, ni tierra ni aire, ni fuego ni luz, ni oscuridad, sino una sola sustancia, que parecían vapor o niebla, invisible e intangible.
Era la Materia Prima de la cual la Cosa Una formaría todos las Cosas.
El omnipotente creador cuya sabiduría se extiende tanto como su propia sustancia, creó en el principio dos clases de cosas, la celestiales y las terrenales; las cosas celestes son el mundo interior con todos sus habitantes, las cosas terrenales son aquellas externas y han sido formadas a partir de los cuatro elementos.
La naturaleza es un gran laboratorio alquímico en el que tiene lugar una continuada purificación y sublimación hacía más elevados grados.
De la materia primordial surgió una sola sustancia a partir de la cual se confecciona la piedra de los filósofos ; es espiritual y viva y si intentas liberar la una de la otra con cualquier otra sustancia que no contenga espíritu y vida no tendrás éxito.
Renuncia a toda complejidad, la naturaleza se satisface solamente con una sola cosa y aquel que no conoce esa cosa no puede dominar los poderes de la naturaleza.
Esa sustancia se encuentra universalmente distribuida por todas partes y puede ser obtenida con poco esfuerzo. Todos la ven, la sienten, la aman y sin embargo hay sólo unos pocos que la conocen.
Los cuatro elementos
Es la tintura del León Rojo. El mercurio solidificado en su interior es tan rojo como la sangre y blanco como la nieve, y en éste se encuentra escondido un tercero que ha de ser revelado por el arte.
Aquellos que no saben cómo comenzar el trabajo alquímico se encuentran muy lejos de haber obtenido el verdadero conocimiento. Los que trabajan con la materia muerta no obtendrán nada que viva; nuestra sustancia está compuesta de dos cosas espíritu y materia, pero las dos son una y producen una tercera que es la Panacea Universal que purifica todas las cosas: la tintura que transmuta los metales en oro. Nuestro elixir es una sola cosa hecha de dos.
La Piedra de los Filósofos es de una naturaleza mineral y por lo tanto es vano intentar prepararla a partir de sustancias animales o vegetales. Nuestra piedra es incombustible, no puede ser hecha de cualquier mineral o metal imperfecto; sus padres son el sol y la luna y está hecha de espíritu, cuerpo y alma.
La Gran Obra es la distribución y unión del Mercurio, Azufre y Sal. Nosotros tenemos poco que hacer, es la virtud del Fuego, bien dirigido en un vaso único, sin ninguna otra operación manual. Para hacer esta sustancia es preciso tener paciencia y tiempo.
Paciencia, para fijar la sustancia que al ser colocada en el fuego lo mantenga, lo alimente y sea además, penetrante e invasora que uniría el Mercurio, el Azufre y la Sal.
Tiempo, porque en toda acción natural que resulte de nuestro Arte, los medios, el tiempo y la paciencia están rigurosamente unidos.