Los derviches
Los derviches son unos místicos musulmanes sufíes, llamados también Mevleví y Derviches giróvagos o giradores, famosos por sus prácticas inusuales, en concreto una danza sagrada consistente en girar (a veces durante horas) hasta llegar al trance, a la unión con la divinidad, a la fusión con el todo. El sufismo es una corriente espiritual surgida en Persia antes de la era cristiana que se integró posteriormente en el Islam y que engloba a unos 50 millones de personas de todo el mundo.
Ellos proponen un camino de búsqueda de la experiencia de Dios para alcanzar la unidad a través del amor. Su propósito es inspirar una unión entre los seres humanos y Dios, mediante la elevación del alma a unos estadios más elevados de conciencia. Además de esta faceta espiritual, el sufismo ha dado lugar una rica cultura, en forma de música y poesía, que se ha desarrollado en diferentes ámbitos y países. La mayoría de los sufíes están organizados en tariqas u órdenes, que han creado elaborados rituales de recitación, que incluyen danzas destinadas a generar estados místicos que faciliten el camino del iniciado (muridin) hacia la unión con Dios.
El vestuario usado por los danzarines también tiene su simbolismo especial. Al entrar al templo, los derviches llevan sobre sí un sayal negro que significa la última morada, la tumba. Poco a poco se despojan de esta capa y debajo aparece otra blanca. Los danzantes, giran sobre sí mismos con los brazos extendidos, simbolizando "la ascendencia espiritual hacía la verdad, acompañados por el amor y liberados totalmente del ego". Esta danza recibe el nombre de Sema, y siempre es una danza masculina acompañada por música de flauta y tambores.
El Sema, como ceremonia mevleví, fue proclamada en 2005 e inscrita en 2008 en la Lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco. Al girar, los derviches simbolizan las órbitas de los astros, repitiendo así, los movimientos de los “habitantes” del cielo, practican así la vieja magia simpática por un lado conocida desde los tiempos inmemoriales de la humanidad, y por otro ejercitan el poder de la danza sagrada que es una de las bases de la visión chamánica de la vida, la primigenia religión humana.
Su doctrina, si así puede llamarse a cualquier mística, está basada en el respeto, la tolerancia y el amor. Y en esto sí coinciden con la rama mística de cualquier visión espiritual, que es al mismo tiempo lo que a veces la separa del cuerpo religioso al que en teoría pertenece. El movimiento es la esencia de la vida, es su constante. Desde los átomos a los planetas pasando por la propia vida humana y sus circunstancias. Y ese movimiento suele ser circular, no sólo por la tendencia a completar ciclos sino por su tendencia a lo entero. Por eso si se quiere participar de la energía universal uno de los métodos es girando. Los derviches llegan a girar a gran velocidad, de 20 a 30 giros por minuto.
El secreto de realizar tantos giros sin problemas (sin marearse por ejemplo) está en la figura del Dedé, el maestro, que supervisa a los derviches para conseguir dar vueltas sincronizadas. Con una mano alzada hacia el cielo y la otra vuelta hacia la tierra, los derviches actúan como auténticos ejes, canalizadores de un flujo de energía desde ellos hacia el universo y del universo hacia ellos. La danza es acompañada de flautas, atabales, tamboriles, esa especie de violines llamados kamanché, y laúdes de mástil largo como el saz turco. Esta tradición musical se desarrolló a través de la ceremonia maulawiyya llamada Ain Sharif.
Los Mevlevíes fueron una orden sufí muy reconocida dentro del imperio otomano. El centro de su religión fue la ciudad de Konya en Turquía. También existe un monasterio mevleví en Estambul en las cercanías de la Torre de Gálata. Muchos sultanes otomanos eran miembros de ella y esto explica el considerable poder que los Mevlevis llegaron a ostentar en aquel tiempo. Sin embargo, tras el golpe de estado de Mustafa Kemal y el inicio del régimen kemalista, los musulmanes turcos pasaron a sufrir una difícil prueba que ha llegado hasta hoy. El estado laicista prohibió en 1925 las tariqas sufíes y confiscó sus propiedades.
Hubo que esperar hasta 1953 para que el Estado turco autorizara de nuevo la realización de la danza derviche. Sin embargo, el Estado trató de mantener la Sema bajo su control y buscó también su secularización. Para ello contrató a personas que no pertenecían a la Orden para que realizaran estas danzas, con fines esencialmente turísticos. Así pues, ya no se trataba entonces de una Sema que mereciera tal nombre, sino de un simple espectáculo.
La prohibición llevó a los Mevlevi a realizar este tipo de prácticas de una forma secreta en sus casas o en otros lugares. Esto ha continuado ocurriendo así hasta los años noventa, con excepción de la celebración religiosa que tiene lugar cada 17 de diciembre en el Mausoleo donde reposan los restos de Rumi, situado en la provincia de Konia, y a la que acuden decenas de miles de Mevlevis.
No obstante, con los cambios políticos y sociales habidos en Turquía en los últimos años y su posible adhesión a la Unión Europea, es probable que todas las restricciones que todavía pesan sobre las actividades espirituales de los sufíes turcos sean levantadas y sus tariqas puedan vivir de nuevo un notable florecimiento espiritual, similar al de pasadas épocas.
Sus trajes blancos simbolizan la mortaja, es decir el misterio de la muerte y por tanto de la resurrección. La túnica negra es el complemento (energía femenina y masculina presentes por tanto), el mundo material, la materialización de la vida. Las largas ropas blancas que los derviches visten representan la pureza conseguida después de la eliminación o muerte del ego; los largos gorros en forma cónica simbolizan el control del pensamiento y de las emociones que todo iniciado debe poseer.
Durante la danza mística, que puede durar horas, Los derviches forman un círculo y cada uno de ellos se mueve en armonía al ritmo de la música, aumentando lentamente la velocidad e intensidad de los movimientos hasta que todo termina en una cumbre de exaltación espiritual.. Esta danza giratoria está compuesta por siete partes que representan el viaje místico de un individuo hacia Dios.
La ceremonia intenta reflejar la naturaleza giratoria de todo lo que se encuentra en la naturaleza, desde las galaxias, al pensamiento y finalmente a los átomos. Mediante la práctica de esta danza el sufí llega al conocimiento de la Verdad, lucha y vence a su ego y a la muerte y alcanza la perfección. Cuando regresa de su viaje espiritual, lo hace como alguien transformado que aspira a servir con luz, amor y entrega a toda la creación.