Curso de autoconocimiento. El buen pensamiento
Estos días hemos visto en Vancouver los Juegos Olímpicos de invierno. Toda una serie de disciplinas a cada cual más espectacular. Deportistas que se han estado preparando durante largos periodos de tiempo para, en unos días, hacer que todo ese esfuerzo dé sus frutos. “Lo importante es participar” dice la famosa frase, pero la realidad es que nadie quiere quedarse sin su medalla. Todos luchan con uñas y dientes por el oro, por darle sentido al esfuerzo y sacrificios realizados. Al final, aquéllos con un mejor desempeño son los que consiguen el objetivo: la medalla. Parece obvio que las personas que lo consiguen deberían estar radiantes de felicidad. Por orden, la medalla de oro debería estar más feliz que la de plata, y la de plata que la de bronce. Es más, si te diesen a elegir, ¿qué preferirías: la plata o el bronce?. La lógica nos indica que es mejor ser segundo que tercero.
El podium de Vancouver, como cualquier otro podium, hace que la lógica pierda todo su sentido. La cara del segundo suele ser un poema, mientras que la cara del tercer clasificado muestra un alto grado de satisfacción. ¿Pero cómo puede ser esto?, no tiene sentido. Eso es lo que pasa con las personas, que no respondemos a la lógica. No se nos puede programar, no tenemos ni on ni off y eso es precisamente lo que hace interesante al ser humano.
La psicóloga Victoria Medvec afirma que en promedio, los medallistas de bronce son más felices que los medallistas de plata. A esto se le llama pensamiento contrafactual, que consiste en pensar “¿qué debería haber sido?”. La diferencia es una cuestión semántica que provoca un pensamiento muy distinto. La plata piensa en “si sólo ...” mientras que el bronce piensa “por lo menos ...”. Sin duda, el enfoque del bronce es más optimista que el enfoque de la plata. Y la diferencia de enfoque tiene mucho que ver con las expectativas.
Nuestras expectativas son las causantes de una gran parte de los sentimientos que invaden nuestra cabeza. Las expectativas nos hacen anticipar muchos de los acontecimientos que aún tienen que suceder. Montamos historias en las que nos vemos haciendo algo, o consiguiendo algo, y todos sabemos lo poco que nos gusta a las personas que algo que dábamos por hecho no suceda.
La frustración reside en el vacío que existe entre una expectativa cumplida y otra no cumplida. Este vacío explica porqué una persona con un mejor desempeño que otra puede ser más infeliz. Las expectativas nos hacen esclavos de nuestras ideas, siendo ellas las que deciden nuestro estado de ánimo.
Este planteamiento podría llevar a pensar que el mejor antídoto contra la frustración podría ser la ausencia de metas. Sin metas no hay expectativas, sin expectativas no hay frustraciones. Ni mucho menos.
En mi humilde opinión, el mejor antídoto contra la frustración es el pensamiento que genera la medalla de bronce en el podium: “por lo menos...”. Consiste en aceptar lo que viene, saber utilizarlo como base sobre la que construir nuevas oportunidades. El bronce se ha preparado para conseguir el oro igual que la plata. Sus expectativas eran las mismas, pero la manera de interpretarlas cambia el sentimiento. ¿Quién sale ganando?, para mí, el tercero ganas más porque interpretar así la expectativa no cumplida nos motiva a volver a intentarlo, a seguir persiguiendo el objetivo. Es una cuestión aritmética: 1+2=3.
Siempre:
DEBEMOS CONTROLAR NUESTRAS EMISIONES NEGATIVAS
Para esto es muy eficaz una técnica oriental que se llama "El Buen Pensamiento".
Consiste en llevar siempre una libreta en la que anotaremos cada emisión negativa que hacemos DESIDENTIFICANDONOS del patrón que la ocasiona.
Por ejemplo: "YO NO SOY ESE YO QUE ME HACE............"
(Agredir, enojarme, sentirme mal, etc.)
Esto cumple con dos finalidades:
La primera:
Hacerle entender a nuestro mental que poseemos patrones que nos hacen actuar de diferentes maneras pero que estos no son: nosotros, nosotros somos otra cosa.
Es empezar a tomar conciencia que nuestros patrones son: YOES INFERIORES que están con nosotros.
Y la segunda:
Es tener claro cuantas emisiones negativas hacemos por día.
Como muchas de ellas son inconscientes si no tenemos algún control es imposible conocerlas.
Por eso al anotarlas y tomar consciencia del total de emisiones que hacemos diariamente automáticamente se eliminan un gran número de ellas.
Y poco a poco sólo van quedando dos o tres emisiones diarias que corresponden a los patrones que debemos trabajar.
Para recordar
Los patrones mentales están en nosotros pero NO SON NOSOTROS. NOSOTROS SOMOS OTRA COSA.
NADA tiene más poder que el que nosotros LE DAMOS
No se puede modificar un patrón mental con agresión hay que EDUCAR CON AMOR.
NADA EXTERNO puede dañarnos SI NO LE DAMOS PERMISO.