El catarismo hoy en día
De los cátaros, en realidad, no quedó nada. En las hogueras de la inquisición murieron todos los que compadecían y simpatizaban con los cátaros. Aparentemente los cátaros sufrieron una derrota, pero espiritualmente vencieron. La inquisición no consiguió doblegar su voluntad, ni su espíritu de amor a la libertad.
No hay que olvidar que no era un grupo aislado del mundo, por ejemplo, en el concilio cátaro de San Félix, contaron con la presencia del Pope Bogomilo de Bulgaria para bendecir la nueva estructura de la iglesia cátara del Languedoc, ello significa que los cátaros se sentían plenamente identificados con el bogomilismo, y éste todavía está vivo en algunos lugares de Europa.
El catarismo contaba con miles de fieles y seguidores en Occitania y durante las persecuciones muchos de ellos escaparon y se refugiaron en otros lugares, como la Corona de Aragón, el Piamonte italiano, donde todavía hoy, en algunos pueblos, se habla un dialecto del antiguo Oc, sin contar con los que fingieron una conversión para salvar la vida.
Ser cátaro no tiene nada que ver con las diferentes confesiones religiosas. Es un modo de vida, una forma de ser y una forma de convivir con los demás.
El catarismo era una creencia y una fe, espiritual, cuyos conceptos, en su mayoría han ido saliendo a la luz. Visto de esta forma debemos también estar alerta, pues siempre hay quién quiere aprovecharse de la buena fe de otros para su propio beneficio, así nos encontramos con decenas de movimientos que pretenden otorgarse un supuesto origen cátaro, de lo más dispares, incluyendo un movimiento neo-nazi argentino que pretende adjudicarse una vinculación con el catarismo.
El catarismo se extiende a todas las esferas de la vida. Muchos consideran hoy que el mundo necesita urgentemente la proximidad de una sociedad pacífica. En cada hombre vive la aspiración a una vida mejor con una armonía absoluta, un mundo donde haya bondad y amor incondicional. Y el hombre tiene derecho a este deseo y más todavía, tiene derecho a realizarlo.
El catarismo siempre estuvo y no murió, está aquí y ahora, y es capaz de regresar y llenar el mundo con la bondad, la pureza y el amor. Los cátaros no se acabaron con la quema de los Perfectos en Montsegur.
La filosofía del catarismo es muy optimista y humanitaria en su esencia. Le caracteriza la espiritualidad elevada y universal. En el día de hoy ya tiene una gran riqueza de claves espirituales para lograr la perfecta armonía, alegría, amor, paz... y atrae la atención de millones de personas.
Se desarrolla activamente, progresa y se crea en diferentes esferas, y además, no es un movimiento estático, cambia cada día, crece cada día, se renueva, se amplía, está en continuo movimiento. De este modo, no puede por menos que sorprender con sus infinitas posibilidades de transformación del ser humano y de la misma humanidad.
El catarismo, como iglesia, fue destruido, como tantas otras iglesias y religiones a lo largo de la historia, pero los “bons-homes” y “bones-dones”, (es decir, los buenos hombres y las buenas mujeres), han existido siempre y así será siempre, antes, ahora y en el futuro. Nada ni nadie puede impedir que se vuelvan a juntar, que vuelvan a manifestar su fe y sus creencias, que vuelvan a recorrer los caminos.