Los cátaros
Quizá ningún grupo de creyentes haya sido objeto de tanta especulación como los cátaros. Llamados también albigenses, porque eran particularmente numerosos en la región de Albi, son célebres sobre todo por la encarnizada lucha que la Iglesia y la Realeza emprendieron contra ellos, exterminándolos por todos los medios.
El Papa Inocencio III convocó una cruzada contra los cátaros a principios del siglo XIII poniendo al frente del ejército al abad cisterciense Arnaldo de Amalric y al caballero Simon de Monfort. La crueldad con que se llevó a cabo esta serie de batallas desprestigió los deseos papales, derivando en una guerra de un sadismo exacerbado. Prueba de ello son las palabras pronunciadas por Amalric en la toma de la ciudad de Beziers que han pasado a la historia como signo de la barbarie cometida por esos supuestos "Caballeros de Dios".
Sus doctrinas, que se distinguen por su pesimismo, son bien conocidas: llevando al extremo la doctrina de los dos principios del Bien y del Mal, declaraban que el universo entero había sido creado por el Príncipe de las Tinieblas, y de ahí concluían en una moral ascética, que condenaba el casamiento, la generación, y la vida misma, mala en sí, puesto que aprisiona el alma luminosa en la materia tenebrosa... Practicaban un ascetismo muy severo. No mataban, ni juraban, ni mentían, ni se unían a mujer alguna. Se abstenían de comer carne, huevos y queso. Practicaban el don de la consolación, que tanto representaba el bautismo como la extremaunción.
La Luz y las Tinieblas son los dos principios antagónicos por naturaleza. Tras una catástrofe cósmica una parte de la Luz quedó atrapada en las Tinieblas. Este mundo está bajo el dominio de Satán, por lo que el alma permanece bajo su dominio hasta que no se una a Cristo y reciba el beneficio de la luminosidad salvadora. En el catarismo hay que diferenciar a los creyentes de los perfectos. Los primeros eran los que debían seguir la fe cátara, pero no estaban obligados a mantener la norma estricta, mientras que los segundos debían respetar la doctrina por encima de todo.
Según ellos, el mundo o Universo se compone realmente de dos mundos en constante conflicto: el mundo espiritual creado por Dios y el mundo material creado por Satanás. De acuerdo con la compresión cátara, el Reino de Dios no es del mundo humano, Dios creó el cielo y las almas. El mundo material, que podemos asociar a la Tierra que habitamos fue fruto de Satanás que mantiene las almas atrapadas en un cuerpo humano y material. Este punto era contrario a lo enseñado por la Iglesia que afirmaba que la Tierra había sido creada por Dios.
De acuerdo a sus creencias los cátaros pretenden hacerse iluminados y merecedores de la vuelta a la etapa superior o Divina y en su camino es toda una revolución a los ejes filosóficos cristianos.
Los cátaros creían en la reencarnación de las almas la cual tendría lugar las veces necesarias hasta que se alcanzase la iluminación necesaria. La mejor manera de lograr escapar de esta vida Terrenal era el ascetismo, la vida contemplativa, el autoconocimiento y evitar la corrupción del mundo. Los que seguían estas normas de vidas eran conocidos como los Perfectos y se les consideraba herederos de los apóstoles con poder para borrar los pecados. Vemos en todo esto una mezcla de creencias orientales y gnósticas que hace pensar a muchos estudiosos una posible conexión con la zona Oriental. Los cátaros fueron, según ellos, auténticos cristianos, los auténticos cristianos ante una Iglesia corrupta en la época feudal.
Los cátaros decían que el pecado fue originado en el mundo espiritual y el castigo es el que ahora estamos pagando viviendo en un mundo terrenal que es propiedad de Satanás. En palabras más simples, el infierno de los cristianos no es tal, el infierno es la propia Tierra. Dado que la Iglesia católica defiende la Tierra como creación de Dios, los cátaros decían que la Iglesia Católica no era la iglesia de Dios sino la iglesia de Satanás. La literatura ocultista atribuyó a los cátaros toda clase de creencias esotéricas que les eran extrañas.
No por eso dejaban de tener ceremonias y ritos iniciáticos, prácticas diversas que tenían por finalidad separar el espíritu de este mundo y librar el alma, cautiva de su cuerpo; algunos hasta querían conseguirlo bruscamente por la Endura, acto que consistía en dejarse morir de hambre; pero la mayoría se limitaba a los ritos iniciáticos propiamente dichos, que permitían alcanzar la iluminación espiritual por el ascetismo y diversas técnicas que permitían separar momentáneamente el alma del cuerpo.
Los cátaros renunciaron a símbolos de idolatría pero adoptaron la cruz occitana que tiene una asociación con el mundo solar y con los doce símbolos del horóscopo occidental. Los Condes de Tolosa o Toulouse adoptaron este símbolo como parte de su escudo heráldico en el siglo XIII. Con el paso de los tiempos fue aceptado como símbolo heráldico-nobiliario. En 1211 los condes ya la llevaron durante la invasión francesa en sus territorios para acabar con el catarismo.
Montsegur es una fortaleza construida en 1206 y siguientes, situada en un cerro a unos 1200 metros de altura, desde donde se tiene una vista estratégica (y bellísima) de la zona, con unas impresionantes vistas al Carlit (2.921 m). La iglesia cátara decidió su construcción durante el concilio de Mirepoix. Su señor, Raimon de Pereille, aceptó el encargo de su construcción en el macizo rocoso de Sant Bartomeu. Pronto, sus enemigos lo bautizaron como “sinagoga de Satanás”, “vativano de la herejía”, o “la cabeza del dragón”. Pronto, durante la represión cátará por parte del Vaticano, Montsegur sirvió de refugio a multitud de seguidores de la religión cátara.
El 14 de Marzo de 1241, San Luís exigió a Raimon VII la destrucción de Montsegur. El conde de Tolosa organizó un asedio muy “simbólico”, hasta que en 1243 en concilio de Béziers decidió aniquilar Montsegur.
Entre 6.000 y 10.000 hombres sitiaron Monstegur, pero sin demasiado éxito, puesto que los víveres seguían llegando entre las filas enemigas. Se dice que durante el asedio, los cátaros lograron sacar de Montsegur las escrituras de la iglesia cátara, y que se llevaron de allí el Santo Grial. Aunque esa es la parte de la historia que seguramente fue inventada por quienes decidieron destruir esa cultura y esa ciudad.
Después de casi 6 años de asedio, los cátaros recapitularon. Nobles y plebeyos bajaron la cuesta de la montaña, hasta una gran hoguera que las tropas habían preparado. Todos se precipitaron libre y voluntariamente hacia las llamas, bajo la mirada atónita de los soldados enemigos y de los inquisidores de la Santa Inquisición. Entre 200 y 250 personas encontraron un final voluntario entre fe, martirio y valentía, por sus creencias.
El catarismo era una creencia totalmente contraria a cualquier tipo de violencia, quienes lucharon contra los cruzados no eran los cátaros, eran los dueños de las tierras que se veían invadidas, cuyo único pecado fue la tolerancia con aquellas buenas personas. Los cátaros sufrieron martirio, igual que los primeros cristianos, sin oponer resistencia. Al igual que los primeros cristianos, se dirigieron cantando hacia su final.