Las Triplicidades: elemento fuego.
Analogías esenciales.
Simboliza, por un lado, los ideales y la intuición espiritual y, por otro, los instintos y el temperamento colérico. Ciertamente, en este elemento se manifiesta un contraste notorio, por una parte tenemos al ser activo, sincero, noble, espontáneo, idealista, valeroso, intuitivo y buscador de la verdad pero, por el otro, al individuo colérico, pasional, bruto, animalizado, instintivo, egocéntrico y violento. El fuego es el elemento menos denso de los 4, pues es la energía intensa de la combustión.
En lo espiritual, representa la cálida luz interna de la conciencia que alumbra al SER y su conducta pero, en lo animalizado, significa el fuego de los instintos que quema al ser desde dentro.
El elemento fuego es el ideal o la moral personal, así como su manifestación en las acciones. Las experiencias duras o pruebas fomentadas por el elemento fuego son aquéllas en las que el organismo y las facultades funcionan a tope, aquéllas en las que los ideales son puestos en duda, las que requieren una lucha enérgica, las que motivan un conflicto a la conciencia, las que requieren un riesgo, etc.
Las vivencias felices creadas por el elemento fuego son aquéllas en las que hay sinceridad, las que brindan salud y vitalidad, las que consiguen un bienestar para la conciencia, las que proporcionan acciones exitosas, etc.
Algunas analogías para este elemento son las siguientes, en las que se ha de tener en cuenta que debajo de cada cualidad armónica del elemento, se añade otra desarmónica también perteneciente a dicho elemento.
Todos los signos de fuego son positivos (extrovertidos)
Dichos signos son el Carnero, el León y el Centauro, los cuales forman el primer triángulo o triplicidad
Simbolismo profundo.
El elemento fuego es el que corresponde a la naturaleza más activa del zodíaco y representa al YO o la voluntad. Los signos de fuego ante todo tienen una vivencia intensa de su YO, de su voluntad y de sus tendencias morales. Esta conciencia o voluntad es la esencia más profunda del hombre.
Todo acto está respaldado por una fuerza moral (noción de lo correcto y de lo incorrecto) y, hasta cierto punto, por una dosis de optimismo que da el elemento fuego.
Frente a las fuerzas llamadas energía moral, optimismo, conciencia y voluntad, el fuego, como contraposición en su vertiente disonante, da un comportamiento pasional e instintivo.
El signo fogoso está de continuo impulsado por una fuerza interior a desplegar una intensa actividad. En el caso del signo del Carnero, se trata de imponer la propia voluntad como un pionero que no retrocede ante nada, por lo que su tónica es la del luchador. EL signo del León, en cambio, es más sereno y consciente de su poder creativo a la vez que posee gran valentía, por lo que su tipo es el creativo.
El signo del Centauro tiene como máxima el llegar siempre más lejos y superarse continuamente, guiándose por una Ley superior o ideal, por lo que su forma de ser es la del superador.
El ser de fuego, en general, es idealista, entusiasta y alegre. El afirma su vida continuamente, con metas futuras claras y derroche de vitalidad.
En lo mental, atiende más a su intuición o visión personal de las cosas que a los razonamientos lógicos. En un intercambio de opiniones, sobre todo defenderá las suyas con mucha fuerza y gran énfasis, aunque quizás no con mucho sentido común y, eso sí, bastante apasionamiento. Lo peor para él es que se derrumbe su edificio moral e ideal.
En lo moral, el ideal supremo del fuego es la conquista de su libertad bajo el único mandato de su conciencia. Y de ahí que la diferencia entre el fuego desarrollado y el vulgar esté precisamente en la calidad moral de su conciencia.
Los dos extremos posibles están más distantes uno del otro que en el caso de los otros tres elementos: aire, agua y tierra.
Ello se debe a que en el elemento fuego estamos hablando de la voluntad, esencia u origen del bien y del mal.
En el arte, el fuego tenderá a expresar una energía dinámica externa o movimiento y, en lo interno, una continúa lucha entre la alegría y la tristeza, al igual que entre el bien y el mal. Los motivos serán de lucha, triunfo o destrucción. En lo sexual, es tremendamente vital y directo, manifestando una gran sinceridad o un claro abuso de la pareja. El triángulo de fuego, en síntesis, es el principio de tónica espiritualista y, como oposición, puede llegar a ser un verdadero animalito manejado por sus instintos agresivos.