Simbología y mitología de los signos del zodiaco: Leo
El signo es representado por un León. El símbolo nos hace asemejarlo con la melena del león y se halla relacionado con la fuerza, el coraje, el rugido y porte firme del " rey de las bestias". En Mesopotamia simboliza el fuego y la culminación del caldeamiento solar en el hemisferio norte. En Egipto símbolo solar y monárquico. Los israelitas lo asimilaron con Judá que se recuesta como el león, razón por la que figura en el estandarte del reino que lleva el mismo nombre. La tradición judeocristiana lo relaciona con el evangelista San Marcos. También a los hebreos quienes poseen el poder del oro, metal solar por excelencia.
El mito griego lo sitúa junto a Hércules representando su quinto trabajo. Mito que trata del león de Nemea, de piel a prueba de hierro, bronce y piedra, que Hércules dio muerte, perdiendo un dedo entre sus dientes, convertido más tarde en constelación.
Los griegos identificaban al león con una de las criaturas con las que luchó el héroe Heracles o Hércules en los Trabajos o tareas impuestas por el rey Euristeo. El León de Nemea había sido enviado por la diosa Hera para derrotar al héroe a quien consideraba su adversario.
Según cuenta la leyenda, Heracles debía matar a la bestia sin usar las armas. Aconsejado por un anciano, el héroe llega a la guarida del animal y le lanza flechas que dan en el blanco, pero la diosa había hecho invulnerable a la bestia, por la tanto las flechas rebotan en el cuerpo del león cuyo pellejo era duro como el hierro, el bronce y la piedra. A continuación utilizó su espada pero esta se torció. Entonces Heracles lo golpea con su garrote pero viola de esta manera las reglas del combate.
El animal se refugia en su cueva que era una gruta con dos entradas. Hércules bloquea con piedras una de las entradas y se lanza a oscuras sobre la bestia. Luego de una terrible lucha consigue sujetar al león por la garganta y darle muerte. Le arranca la piel con una de sus garras y la usa como vestido, como armadura.
León de Nemea es una imagen del problema que supone contener a la fiera poderosa y salvaje que hay en nosotros, pero conservando esas cualidades animales que también son creativas y vitales.
El león es una fiera especial y un estadio de la psique humana. En la mitología ha sido siempre asociado a la realeza y este rey de las fieras es una imagen de los comienzos infantiles, salvajes y totalmente egocéntricos de una individualidad única. Por eso el León de Nemea no es totalmente malo sino que posee una piel mágica que puede ofrecer la cualidad de invencible.
En la historia de “Parsifal y su búsqueda del Grial” un rey custodia un recipiente que preserva, mantiene y dispensa la vida, en un castillo oculto o difícil de encontrar. El rey, en esta versión del mito, está enfermo o lisiado y los alrededores del reino están secos y devastados. El rey solo puede sanar si un noble caballero encuentra el castillo y ante su visión formula la pregunta correcta. Si el noble no lo consigue, el castillo se desvanecerá y el caballero deberá continuar la búsqueda. Al final de la historia, tras muchas aventuras, extravíos y encuentros amorosos (ya que Leo debe buscar su tesoro en el amor antes de descubrirlo en sí mismo), el héroe consigue formular su pregunta y el rey sana, el país reverdece y el héroe hereda el reino y se convierte en guardián del Grial.
En el comienzo de la historia hay un viejo rey, enfermo que no puede ayudar a su país ni a su gente y carga el peso de realizar la tarea en los hombros de un joven.
Aquí no hay un combate sino una pregunta, es decir: la capacidad de llegar a ser consciente del significado de las cosas, lo que supone la cualidad de la reflexión.
Parsifal es un joven huérfano de padre y criado por su madre en un bosque aislado. Esta orfandad paterna le privó de recibir de su padre la visión de una vida significativa, la sensación de renovación profunda que necesita y que lo lleva a buscar, a través de la aventura de su vida, el principio paterno que le falta.
Cinco caballeros con brillantes armaduras cruzan el bosque y cuando Parsifal los ve queda deslumbrado y decide convertirse en caballero. Su madre intenta impedir su partida pero él emprende su viaje sin siquiera despedirse.
Parsifal es tosco y rudo en el comienzo y quizás sea este un rito de pasaje para los Leo ya que Parsifal es en realidad, el rey en su forma bestial, es decir dominado por las pasiones.
Luego lucha con el Caballero Rojo que por el color de su armadura igual al color de la sangre, del fuego y de la vida parece simbolizar la emocionalidad de este signo.
Al igual que lo hizo Heracles, Parsifal se viste con el ropaje de su enemigo vencido.
Al final del camino llega a un río que no parece tener ningún vado para cruzarlo y es aquí donde debe comenzar su tarea. Al preguntar al pescador que ahí estaba, por el camino que conducía al castillo del Grial, súbitamente el castillo aparece ante sus ojos.
Las puertas están abiertas esperándole y el Pescador-Rey lo aguarda. Según la leyenda el rey estaba herido en la ingle, no podía procrear, su masculinidad estaba herida, su creatividad lesionada.
Aparece entonces ante Parsifal la visión de una espada goteando sangre, de una doncella llevando un Grial de oro adornado con piedras preciosas y de otras doncellas portando una fuente de plata. Parsifal no dice nada y se retira a descansar pero al despertar el castillo había desaparecido por lo que le pregunta a la mujer con la que se encuentra: ¿dónde había ido a parar el castillo?
Pero hay otra imagen mitológica de Leo y es Apolo, el dios sol, en cuyo famoso Oráculo en Delfos podía leerse la inscripción “Conócete a ti mismo”
Apolo es un dios superior, imponente, es una imagen de la elevación del espíritu y en sí mismo es un tipo de Grial.
En “The Homeric Gods” Walter Otto lo describe como “la manifestación de lo divino en medio de la desolación y confusión del mundo”. Es el más sublime de los dioses del panteón griego. Apolo es el gran curador y purificador que elimina la contaminación de la realidad corpórea y devuelve el estado de gracia. Es un símbolo del poder de la conciencia que rompe las “maldiciones” que surgen del oscuro mundo del inconsciente, es el vencedor de la batalla, es el que penetra con su claridad los más oscuros dilemas y el que con su música tranquiliza el corazón.