La astrología y Las Flores de Bach
La Flor
Cuando el Dr. Bach comenzó su peregrinación por las tierras galesas en busca de 12 flores que curaran todos los males, encontró que Achicoria (Chicory) era la planta indicada para cubrir los padecimientos ocasionados por la polaridad negativa de Escorpio. Esta planta ya había sido usada por los druidas quienes le atribuían el poder de eliminar obstáculos y estimular la frugalidad. Es una herbácea perenne, puede alcanzar casi un metro de altura, muy resistente a los fríos, a los vientos y a las sequías. En nuestro país es nombrada como: yerba amarga, radicha, radicheta, yerba del café. Se cultiva pero también crece en campos, baldíos, al borde de caminos o en terraplenes. Su raíz es larga, carnosa, el tallo es fino, recto, flexible, áspero, con ramas separadas. Las hojas tienen forma de lanza y son dentadas, recordando al Diente de León. La flor es de un bello y luminoso color azul que se abre al nacer el día y muere al llegar la noche. No es una flor para ser soslayada, su sola presencia se impone y no escapa a la atención de nadie la belleza de su estructura y la prestancia de su cromatismo. Tampoco fue ignorada por Edward Bach.
El Signo
Sin descartar la intensa luz de las profundidades escorpianas y por razones de espacio, vamos a referirnos aquí a los rasgos negativos de este signo que fueron, precisamente, los que motivaron a Bach a buscar la flor adecuada en Chicory. No obstante, pido al lector que estas consideraciones no sean tomadas como únicos rasgos descriptivos de este complejo e intenso signo, sino que lo expuesto sirve para ilustrar hacia dónde apuntó Bach al integrar Chicory a su ramo de flores curativas.
Escorpio, contiene la energía más extremista de todo el Zodíaco. Su gran capacidad de concentración y retención provoca, en sus expresiones inarmónicas, el impulso hacia la pasión a ultranza y una gran tendencia al control del objeto. Es posesivo, de gran memoria, no olvida jamás una ofensa, una agresión, un desprecio y puede, por ello, llegar a la violencia extrema física o psíquica.
Tiene conexión natural con el inconciente colectivo y con las fuerzas sutiles de la naturaleza por lo cual sus funciones psicológicas profundas lo habilitan para comunicarse con el Más Allá; a veces despliega información que asombra a quienes lo rodean o manifiesta contenidos internos de otras personas sin que nadie se lo haya dicho. En este sentido, es sumamente intuitivo, capta la atmósfera ajena y, si no es evolucionado, la absorbe como propia incorporando el odio, la tristeza, el desamparo, el resentimiento o la rabia como propios. Hay distintos niveles de manifestación escorpiana que están avaladas por los propios símbolos que la tradición le ha otorgado: el más elemental, el escorpión, da una personalidad solapada, amiga del secreto y de lo oscuro, es ganada por la desconfianza y agrede continuamente, por lo cual llega a ser temible pues el aguijón de su lengua o de sus actitudes puede ser mortífero, psicológicamente hablando. Su segundo símbolo, la serpiente, arroja escorpianos posesivos que ahogan a otros con su exceso de control y de voracidad. Unen a estas actitudes su inteligencia, su conocimiento y también su seducción, con el objeto de atrapar a quien será la víctima a la que no soltarán y tratarán de fagocitarla incorporándola como propia. Un tercer escalón ascendente de Escorpio está simbolizado por el águila, de alto vuelo, y que son los que tienen una mirada holística sobre cualquier panorama y dominan por ello cualquier situación. Son los más estrategas y sus propuestas ganan adeptos por ser demasiado ambiciosas. El móvil de las mismas reside en la oculta intención de destruír al otro llevándolo consigo a las alturas y precipitándolo al vacío sin más vueltas. Engendran los vínculos más difíciles de deshacer pues sus garras atrapan con la fuerza del acero y pueden así llegar a perforar el corazón de sus asociados.
Por todo esto, llegamos a la conclusión que, aun con su silencio, con su calma aparente, con el profundo magnetismo que emana de sus ojos o de su palabra, por el interior de Escorpio se mueven intensas corrientes subterráneas no percibidas por nadie y en donde el otro está permanentemente involucrado para poder sostener la propia identidad. En consecuencia, si el otro falta cunde el miedo y el peligro de la desintegración. El vínculo no es alguien más, ocasional, pasajero, momentáneo -eso a Escorpio no le interesa- sino que todo aquel que caiga en la mira del 8º signo se transforma en una relación estrecha que motivará al nativo a relacionarse con él de manera importante y no ligeramente y lo que suceda con esa relación dependerá del nivel evolutivo y de salud que nuestro escorpiano posea. Dado que el componente elemental es el Agua, el campo propicio para el cultivo de la relación son las emociones y los afectos. La modalidad del signo es fija, por lo cual sus vinculaciones son a largo plazo, sino para siempre. Sus regentes, Plutón y Marte, son portadores del poder, el control, el magnetismo, la voluntad, la destrucción, la crueldad. La exaltación de Urano le aporta el conocimiento y la activación de áreas mentales superiores.
El exilio de Venus lo conecta con la posesividad extrema, la pasión y la celotipia. La caída de la Luna orienta su memoria hacia lo negativo e inarmónico y sus emociones son extremas, vividas de una manera obsesivo-destructiva. La vinculación con la casa 8 le da el contacto con el misterio, el secreto y el dominio del sexo, a la vez que la avidez por poseer lo que el otro tiene lo conecta con la envidia.
La personalidad chicory
Insertada en el 7º grupo de Bach (Flores para la preocupación excesiva por el bienestar de los demás) esta flor remite al abordaje de personas manipuladoras, autocompasivas y que exigen atención continua de quienes los rodean. Chicory es la necesidad compulsiva de absorber el amor del otro, la madre sobreprotectora que necesita un hijo carente y permanentemente sumiso para recordarle que es débil y que necesitará siempre de ella, para lo cual adopta posturas sacrificadas y desinteresadas. Es la persona manipuladora que se mete en campo ajeno para arreglar el mundo de los otros (y todo esto en nombre del amor), es la persona que se enferma cuando el hijo se casa, o cuando se va del hogar, tratando así de atraerlo nuevamente a su lado. El exceso de control de esta personalidad no escapa al ojo clínico del terapeuta avezado. Sus manejos son sumamente hábiles e inteligentes y logran hacer que tanto sus seres queridos o los menos allegados los vean como "sacrificados por amor" y dando todo por el bienestar de quienes aman. Engendran así a los suyos obligaciones y responsabilidades morales de devolución, tales como permanecer a su lado para que no sufran o no se enfermen, llamar por teléfono cuando alguien que los visitó volvió a su casa para que no estén angustiados, disimular los problemas para no alarmar. En la relación de pareja Chicory ata al otro, lo somete a sus deseos por medio de la estrategia manipuladora disfrazada de debilidad y ternura o por medio de la culpa. En las situaciones laborales se muestran carentes de afecto y necesitados de apoyo para ir escalando posiciones y terrenos ajenos.
Nunca olvidan ni perdonan. Sus verbalizaciones típicas son "Lo hago por tu bien", "¿De qué vale tanto sacrificio?", "Yo, que lo he dado todo por mis hijos", "Si mi madre se muere me voy tras ella", "Cuánto se abusan de mí", "Vos que sos tan bueno, ¿no podrías...?", "Mirá lo enferma que estoy", "Nadie me quiere", "Yo no intereso", "No seas tan confiada con tu novio", "¿Qué será de mí cuando Uds. se casen?".
Implicaciones Somáticas
Problemas en las articulaciones, asma, estreñimiento, fibromas, cáncer de mama, depresión, alopecía, angina de pecho, trastornos del bazo, cardiopatías, catarro bronquial, diabetes, dolores abdominales y cardíacos, problemas de climaterio, enuresis, hemorroides, hernia inguinal, trastornos menstruales.
Estado Chicory positivo
La flor llevará a la conciencia la manipulación y el control ejercidos sobre el otro, disolviendo el miedo a quedar solo. El paciente aprenderá a soltar, a no aferrarse, se instalará en él la necesidad de la propia libertad y con ello el desenvolvimiento de positivas relaciones de amor. Desarrollará sus aptitudes creativas. Aparecerán los rasgos escorpianos positivos: capacidad de entrega, de eliminación y de transformación, experiencia mística interna y comunicación positiva con el Más Allá. Sobre todo aprenderá que la armonía exterior con los demás no es un objeto en sí mismo, tratará de penetrar en el significado más profundo de la vida en la Tierra y de la vida humana y para ello antes arrojará de sí lo que esté almacenado ocupando lugares que pueden ser iluminados con nuevas fuerzas de crecimiento, llegará hasta sus mismos centros purificando su alma. Así, podrá restablecer la conexión con el Cristo Interior ganando en Luz y Sabiduría.