La Sombra en la Astrología 1ª parte
Una de las cosas más interesantes que podemos hacer con la carta astral es tratar de determinar sus aspectos oscuros y sus aspectos luminosos. La figura de la sombra que puede ocupar cualquier lugar de nuestra carta astral suele ocultarse bajo la máscara de una persona de nuestro mismo sexo. No creo, sin embargo, que se trate de una regla absoluta porque, en realidad, la sombra no tiene nada que ver con la atracción o el rechazo sexual sino que, por el contrario, está relacionada con la aceptación de nuestra propia sexualidad (es decir, nuestra propia masculinidad o femenidad). Así pues, la sombra no sólo tiene que ver con el tipo de persona de la que nos enamoramos sino que también está estrechamente ligada con los aspectos oscuros de nuestra alma.
Por otra parte, los aspectos planetarios también están relacionados con la sombra y con las personas del sexo opuesto que más nos fascinan. Por último, ciertos puntos de la carta como, por ejemplo, el descendente y el IC (Imum Coeli, el nadir o fondo del cielo) tienen también una estrecha relación con todos aquellos aspectos de nuestra personalidad que, de un modo u otro, permanecen bajo el influjo de la sombra. En la interpretación astrológica el tema del IC suele dejarse de lado. Pero conviene indicar que así como el medio cielo (MC) está relacionado con la forma en que queremos aparecer ante los ojos de los demás el punto opuesto el IC tiene que ver con aquello que deseamos que los demás ignoren. Así pues, el signo astrológico que está situado en la parte inferior de la carta representa nuestra zona más oscura, el lugar más bajo de la órbita solar y constituye, por tanto, uno de los puntos más vulnerables a las acometidas de la sombra.
Para descubrir el tipo de personas y grupos más opuestos a nosotros y el tipo de personas y grupos que tendemos a idealizar conviene inspeccionar el signo que ocupa el IC en nuestra carta natal y cuáles son sus principales características (para ello también conviene prestar atención al signo que se halla en el descendente). Lo que amamos y lo que odiamos no son cosas tan diferentes entre sí, es por ello que si colocamos la imagen de lo que idealizamos frente a la imagen de lo que odiamos quizás descubramos sorprendidos a la misma figura oculta bajo ropajes diferentes.
Si, por ejemplo, tienes a Tauro en el ascendente y presentas las características típicas de ese signo quizás menosprecies a las personas cerradas que mantienen relaciones poco claras. Los Tauros suelen desdeñar a las personas reservadas, manipuladoras e indirectas, quienes complican innecesariamente las cosas creando problemas donde no los hay. Pero, por otra parte, Tauro suele sentirse fascinado por quienes se rodean de un halo de misterio que les hace inaccesibles y parecen tener intuiciones extraordinarias sobre la naturaleza humana. Estas dos tendencias, sin embargo, no son tan diferentes como podría parecer a simple vista ya que, en ambos casos, el descendente está en Escorpio y bien podríamos decir que se trata de la misma figura, oculta bajo ropajes diferentes. una figura que cuando es admirada por el sujeto se convierte en algo atractivo, profundo y poderoso y cuando es rechazada se transforma en algo diabólico, escurridizo y artificial.
En el caso de que tengas a Acuario en el medio cielo quizás sientas una cierta predisposición a exhibir el semblante tolerante y humanitario de que hacen gala los acuarianos, a mostrarte ante los demás como un personaje racional, imparcial y preocupado por sus derechos, que aborrece y desprecia a quienes pretenden enriquecerse en cualquier circunstancia a costa de sus semejantes y a los egocéntricos que tratan siempre de llamar la atención sobre su persona. Si crees que todos somos especiales y que, por tanto, todos tenemos los mismos derechos y privilegios, es muy posible que te desagraden los exhibicionistas que siempre están dispuestos a presumir ante los ojos de los demás. Sin embargo, al mismo tiempo también puedes llegar a sentir una gran admiración por las personas creativas, por los artistas que son capaces de encerrarse en una habitación durante cinco años ignorando a todo el mundo para pintar un cuadro o escribir una novela. No obstante, Acuario no suele tener en cuenta que hay que ser un tanto megalomaníaco y desconsiderado como para creer que un cuadro o una novela puedan ser tan importantes como para merecer la atención de todo el mundo.
Hay muchos ejemplos que podrían servirnos para ilustrar este punto. Veamos el caso de las personas que tienen su ascendente en Géminis, por ejemplo, personas frías, racionales e inteligentes que no parecen tomarse nunca nada en serio. A los Géminis les gusta jugar con las palabras las ideas son para ellos como las pelotas para el malabarista son enamorados de la información y son capaces de recordar las más pequeñas anécdotas y percatarse de detalles imperceptibles para los demás . Por eso pueden convertirse fácilmente en excelentes observadores y cronistas de la vida. Pero aunque a Géminis todo le parece muy interesante nada llega a apasionarle porque la intensidad y la vehemencia suelen resultarle desagradables e incluso molestas. Es por ello que suele rechazar a quienes creen en algo con fe ciega, a los fanáticos a los proselitistas, a quienes van con el corazón en la mano, muestran sus sentimientos y se apasionan fácilmente con las personas y por las ideas.
En consecuencia, Géminis puede llegar a odiar a quienes se comprometen profundamente con la religión o la filosofía a quienes te abordan en la calle y te dicen: Deberías afiliarte a la Scientología , o Jesús te ama y otras lindezas por el estilo. Géminis es demasiado sofisticado intelectualmente como para creer que sólo exista una verdad y rechaza, por tanto, vísceralmente todas estas demostraciones de fe. No obstante, al mismo tiempo también puede admirar extraordinariamente a quienes se enfrentan con entusiasmo a la vida y asumen un punto de vista o un compromiso espiritual verdadero. Así pues, Géminis puede llegar a idealizar a las personas imaginativas e intuitivas y despreciar a los vehementes ignorando que ambos tipos de persona se alimentan del mismo combustible. Si sólo te identificas con ciertas cualidades te indignarás en presencia de las cualidades opuestas.
Conviene señalar, no obstante, que no estamos hablando de un simple desinterés o de un mero rechazo. La sombra siempre suscita una respuesta desproporcionada a la situación. En tal caso, no te limitarás a ignorar al fanático que reparte panfletos en la esquina sino que querrás deshacerte de él de un puñetazo.